Es una de las especies más populares del momento. Su belleza, la forma de sus hojas, la manera en que crece y su verde intenso hacen que cualquier espacio se vuelva un lugar especial.
La monstera es originaria de las selvas tropicales mexicanas y tiene una particularidad que muchos desconocen: es trepadora. Como tal, si queremos crear un ambiente selvático en algún rincón de la casa, el jardín o el balcón, esta planta se llevará el protagonismo, pero eso sí, va a necesitar de suficiente espacio.
Es considerada una planta exótica, pero como tal no requiere de muchos cuidados. A pesar de sus orígenes tropicales, la mostera es una de las más requeridas para el interior del hogar. El único detalle “negativo” que presenta es que es tóxica para perros y gatos, así que hay que tener cuidado con esto.
- Luminosidad: al ser de la selva y crecer en las copas de los árboles, la mostera no debe recibir la luz del sol directa, esto quema sus hojas. Es mejor ubicarla a la sombra o al lado de ventanas (en el interior del hogar). Como dato extra: se adapta a los espacios poco luminosos, pero crece mucho más lento.
- Riego: la monstera no necesita de mucha agua. El exceso de riego es una de las causas comunes que las mata. Lo ideal es hacerlo dos veces por semana en verano y una vez cada 15 días en invierno. Podés chequear que la tierra esté completamente seca para realizar el riego, si está húmeda no es necesario.
- Sus hojas: La belleza de esta especie radica en ellas, para que estén brillantes y espléndidas limpialas una vez a la semana con algodón y leche.
- Abono: Para que crezca grande y fuerte, es necesario darle “alimento”. Hay abonos preparados específicamente para esta planta. Lo ideal es aplicarle una dosis cada 15 días, desde la primavera hasta el final del verano; durante el otoño e invierno no es necesario.
Para finalizar, es importante que a medida que tu monstera vaya creciendo la transplantes a una maceta más grande. Esto se puede realizar cada 2 años.
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Este sencillo remedio casero arrasa con las malas hierbas hasta la raíz
Mantener el jardín o el huerto en buenas condiciones implica enfrentarse constantemente a un problema común: las malas hierbas. Estas plantas no deseadas afectan la estética de los espacios, ya que crecen incluso entre los adoquines o el pavimento. Y no solo eso, también pueden robar nutrientes y agua a los cultivos deseados, lo que las convierte en un verdadero problema.
Los herbicidas comerciales son una opción frecuente, pero muchas veces están compuestos por químicos dañinos tanto para el medio ambiente como para nuestra salud y la de nuestras mascotas. Por suerte, existen alternativas naturales y sencillas que permiten erradicar las malas hierbas de manera eficaz sin dañar el entorno.
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Tres ingredientes
Uno de los métodos más populares y efectivos para eliminar las malas hierbas consiste en usar un spray casero hecho con agua, sal y vinagre. La combinación de estos tres ingredientes crea una solución poderosa que actúa sobre las malas hierbas, secándolas y eliminándolas de raíz. Este remedio es efectivo y muy accesible, ya que la preparación requiere solo unos minutos. Simplemente hay que mezclar agua, sal y vinagre en un rociador, agitar bien y rociar la mezcla sobre las plantas no deseadas.
Este método tiene la ventaja de que actúa rápidamente, matando las malas hierbas sin necesidad de arrancarlas físicamente. A diferencia de otros remedios naturales que pueden afectar las plantas cercanas, esta mezcla es precisa y se puede aplicar de manera controlada. Además, se trata de una solución económica y ecológica, que evita el uso de productos químicos y protege tanto el medio ambiente como las personas y animales que habitan el espacio.
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Agua hirviendo
El agua hirviendo, por ejemplo, es un remedio muy efectivo para eliminar las malas hierbas de manera permanente. Solo basta con hervir agua y verterla cuidadosamente sobre las plantas no deseadas. Este remedio tiene la ventaja de que mata las malas hierbas de forma instantánea, pero también es importante tener precaución, ya que no discrimina entre las malas hierbas y otras plantas que puedan estar cerca.
El poder de la sal
Otro remedio muy útil es la sal, un ingrediente clásico que se utiliza desde tiempos antiguos para evitar que las plantas crezcan. La sal puede ser efectiva para eliminar malas hierbas, pero su uso debe ser cuidadoso, ya que puede afectar el suelo y prevenir el crecimiento de futuras plantas.
Para usarla, se puede disolver una parte de sal en agua caliente y aplicarla directamente sobre las hojas de las malas hierbas. Es importante evitar empapar el suelo, ya que el exceso de sal puede perjudicar la salud de las plantas cercanas.
El uso del vinagre
El vinagre, especialmente el vinagre blanco o de alta concentración, es otro herbicida natural muy eficaz. Funciona mejor cuando se aplica sobre las malas hierbas jóvenes, ya que el ácido acético que contiene destruye las hojas, pero no las raíces. Para mejorar su eficacia, algunos optan por mezclarlo con jugo de limón y un poco de jabón para platos, creando una mezcla potente que, cuando se aplica en un día soleado, elimina rápidamente las malas hierbas.
Fuente: Europa Press.
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Regar las plantas una vez a la semana, ¿es suficiente?
Regar las plantas una vez por semana, siempre en el mismo día y a la misma hora, puede parecer una rutina inocente e incluso responsable. Sin embargo, este hábito tan extendido es, según los expertos, uno de los errores más frecuentes y dañinos en el cuidado doméstico de las plantas. Lo que muchas personas consideran una pauta estable, en realidad puede estar perjudicando gravemente a sus macetas sin que se den cuenta.
Así lo advierte Álvaro Pedrera, creador de contenido especializado en jardinería y conocido en redes sociales como @ypikue. En uno de sus vídeos más recientes, Pedrera alerta de que regar “por sistema” puede provocar síntomas visibles como hojas amarillas o raíces podridas, especialmente en cambios de estación o tras trasplantes.
Según explica este divulgador, uno de los principales problemas es aplicar un mismo criterio de riego a todas las plantas por igual. La necesidad de agua varía no solo en función de la especie, sino también de otros factores como: la cantidad de luz que recibe, el tipo de maceta, el sustrato utilizado, la temperatura y humedad ambiente, la época del año.
Por eso, una pauta de riego semanal puede funcionar durante un tiempo y volverse perjudicial en determinadas condiciones, incluso para plantas que parecían sanas.
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El verdadero problema
El error, según Pedrera, está en regar por inercia, sin observar si la planta realmente lo necesita. “Tú vas a tu calendario y piensas: hoy es día de regar. Y lo haces sin más. Ahí empieza el problema”, explica. El exceso de agua, acumulado sin control, puede saturar el sustrato, impedir que las raíces respiren y terminar dañando la planta.
Este tipo de riego automático puede no mostrar consecuencias inmediatas, pero sí en situaciones de estrés, como un cambio de estación, un traslado o un trasplante. Los síntomas suelen llegar más tarde, en forma de hojas decaídas, tonos amarillentos o raíces blandas por pudrición.
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Cuándo toca regar
La recomendación más extendida entre expertos es comprobar el estado del sustrato antes de regar. Introducir un dedo en la tierra para comprobar si está seca o húmeda sigue siendo uno de los métodos más eficaces. Si el sustrato aún conserva humedad, conviene esperar unos días más.
También se recomienda observar el comportamiento de la planta: si las hojas pierden firmeza, si la tierra se despega de la maceta o si el peso del tiesto se ha reducido, puede ser momento de hidratarla. Adaptar el riego al tipo de planta y a su entorno es clave para evitar daños innecesarios. Cambiar la mentalidad de “regar porque toca” por “regar cuando lo necesita” puede marcar la diferencia entre una planta que sobrevive y otra que prospera.
Fuente: Europa Press.
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La NASA recomienda estas plantas para eliminar toxinas del aire
- Madrid. Europa Press.
Las plantas no solo aportan un toque de frescura y belleza a los espacios interiores, sino que también pueden desempeñar un papel clave en la mejora de la calidad del aire. Aunque muchos las eligen por su valor decorativo, algunas especies destacan por su capacidad para eliminar toxinas y mejorar el ambiente en el hogar.
En este sentido, el experto en plantas y divulgador Álvaro Pedrera, conocido en redes sociales como @ypikue, ha compartido en un vídeo de TikTok las cinco plantas que, según un estudio de la NASA, son más efectivas para purificar el aire en espacios cerrados (“y encima son fáciles de cuidar”).
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Según Pedrera, la NASA llevó a cabo un estudio para determinar qué plantas tienen mayor capacidad para eliminar toxinas del aire, y estas fueron las cinco especies destacadas:
Areca (palmareca): esta planta no solo aporta un toque exótico al hogar, sino que también es capaz de filtrar toxinas del aire y adaptarse bien a diferentes condiciones de luz y humedad.
Sansevieria (lengua de suegra o planta serpiente): su gran ventaja es que libera oxígeno incluso durante la noche, lo que la convierte en una opción ideal para colocar en dormitorios.
Dracaena marginata (drácena de hoja fina): esta planta destaca por su capacidad para eliminar compuestos químicos nocivos del aire y, además, es muy resistente y fácil de mantener.
Tronco de Brasil: con su característico aspecto tropical, esta planta ayuda a absorber toxinas y requiere pocos cuidados, lo que la convierte en una opción perfecta para principiantes.
Lirio de la paz: no solo mejora la calidad del aire, sino que también es apta para espacios con poca luz y aporta un toque decorativo gracias a sus elegantes flores blancas.
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Cómo se demostró su efectividad
La recomendación de estas plantas proviene de un estudio llevado a cabo por la NASA en 1989 bajo el título A Study of Interior Landscape Plants for Indoor Air Pollution Abatement. En esta investigación, dirigida por el Dr. B. C. Wolverton en el centro espacial John C. Stennis Space Center, se evaluaron diversas especies de plantas de interior para analizar su capacidad de eliminar contaminantes como benceno, tricloroetileno y formaldehído, sustancias comúnmente presentes en el aire de espacios cerrados y que pueden afectar la salud.
Los experimentos se realizaron en cámaras selladas, donde se introdujeron diferentes plantas junto con estos contaminantes. Los resultados demostraron que ciertas especies tenían una gran capacidad de absorción de toxinas, no solo a través de sus hojas, sino también gracias a los microorganismos presentes en la tierra de la maceta.
El estudio concluyó que las plantas no solo absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno, sino que también capturan y descomponen compuestos químicos dañinos presentes en el aire. Además, se comprobó que la combinación de las hojas y los microorganismos en el sustrato potenciaban este efecto purificador.
Otro hallazgo interesante fue que algunas plantas, como la sansevieria, continúan liberando oxígeno por la noche, lo que las convierte en una excelente opción para mejorar la calidad del aire en dormitorios y otros espacios de descanso.
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Este error al trasplantar hace que las plantas mueran
- Madrid. Europa Press.
Trasplantar una planta puede parecer una tarea sencilla, pero el más mínimo error puede debilitarla e incluso poner en riesgo su supervivencia. Aunque muchas personas optan por realizar esta tarea en primavera, los expertos en jardinería coinciden en que febrero y marzo son los meses ideales para hacerlo. Sin embargo, advierten de un error común que muchos cometen después del trasplante y que puede hacer la planta muera.
Según el experto en plantas Ángel Illescas Nombela, aunque el trasplante puede realizarse en cualquier época del año, los meses de setiembre y octubre (equivalente a la primavera europea) son los más recomendables. “Le vamos a ganar tiempo a la planta en el enraizamiento”, explica en un vídeo compartido en TikTok, señalando que, cuando llegue la primavera, la planta ya estará bien asentada en su nuevo sustrato y podrá crecer con mayor vigor.
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El especialista detalla dos métodos para realizar el trasplante. Si se quiere cambiar una planta de una maceta pequeña a otra más grande, el procedimiento puede realizarse en cualquier momento del año.
Sin embargo, si el objetivo es mantener la misma maceta y renovar completamente el sustrato, es fundamental hacerlo antes de la llegada de la primavera. “Cuando vamos a destruir mucha tierra y mucha raíz hay que hacerlo en febrero”, destaca Illescas Nombela.
Para ello, recomienda retirar las malas hierbas, eliminar parte del sustrato viejo y cortar ligeramente las raíces para estimular su crecimiento. Posteriormente, se debe añadir tierra nueva y asegurarse de que la planta tenga un buen sustrato para nutrirse adecuadamente.
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El trasplante
Una vez realizada la tarea, el riego es un punto clave, y es aquí donde muchos se equivocan. Álvaro Pedrera, conocido en redes sociales como @ypikue, advierte que regar en exceso tras el trasplante puede ser perjudicial. “Si después de trasplantarse te ponen mal las plantas, estás cometiendo un error”, señala en su vídeo.
El problema surge porque cada sustrato tiene una capacidad de retención de agua diferente. Si el nuevo sustrato retiene más humedad que el anterior y se riega como siempre, las raíces pueden estar expuestas a un exceso de agua, provocando que las hojas se tornen amarillas y la planta enferme. Para evitarlo, Pedrera recomienda regar con moderación tras el trasplante. “Riega, pero no empapes la planta. Mejor ve poco a poco y riega como si quisieras llenar un cuarto del volumen de la maceta. Después, quita el exceso de agua”, aconseja.
Cómo cuidar la planta
Para garantizar que la planta se adapte correctamente a su nueva maceta, los expertos sugieren seguir estos consejos:
Elegir el momento adecuado: agosto y setiembre son los mejores meses para realizar el trasplante y favorecer el crecimiento de las raíces antes de la llegada de la primavera.
Renovar el sustrato: es fundamental utilizar un sustrato de calidad que proporcione los nutrientes necesarios para el desarrollo de la planta.
No excederse con el riego: regar con moderación tras el trasplante para evitar que el sustrato retenga demasiada agua.
Ubicación y temperatura: colocar la planta en un lugar adecuado según sus necesidades de luz y temperatura para favorecer su adaptación.