Cuando estamos bajo algún tipo de presión, nuestro sistema nervioso envía señales a nuestro cuerpo para que se liberen estas hormonas del estrés, las cuales producen cambios fisiológicos con el fin de ayudarnos a enfrentar la supuesta “amenaza”.
Estos estresores pueden ser objetos, sucesos, situaciones ya vividas o temores futuros, que acorde a algunos estudios existen dos tipos: absolutos y relativos, los primeros están vinculados a situaciones reales donde nuestra vida está en riesgo y los segundos, con todo aquello que nos afectan en la vida diaria.
Cuando permanecemos mucho tiempo bajo estresores relativos, los niveles de adrenalina y cortisol no disminuye y vivimos constantemente en alerta. Si esto se prolonga en el tiempo puede afectar gravemente a la salud ya que facilita la aparición de enfermedades, predispone a agravar dolencias en las personas con patologías y también promueven malos hábitos como el tabaquismo, la mala alimentación, el sedentarismo, entre otros.
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Entonces, ¿qué podemos hacer?
Los especialistas recomiendan: dar abrazos. Esto estimula la secreción de oxitocina, hormona conocida como la del amor, y nos brinda una sensación de bienestar.
También se pueden realizar acciones solidarias con los demás, según afirman los especialistas, esto ayuda a regular los niveles de cortisol y activa los circuitos neuronales de recompensa y motivación.
Tener pausas activas. Las personas que pasan muchas horas sentadas, sin desconectarse del trabajo, necesitan tomar pausas cada dos horas y dar una vuelta. Un break de cinco minutos donde escuchemos nuestra canción favorita, estiremos el cuerpo, respiremos profundo y bebamos un vaso de agua ayudarán a regular las tensiones.
¿Tenemos un problema o lo imaginamos? Cuando le damos muchas vueltas a una situaciones también generamos cortisol, por eso es importante replantearse si eso que nos preocupa ¿es real o solo una suposición del futuro? ¿Tiene solución o no está en nuestro alcance arreglarlo? Es importante buscar alternativas en vez de enfocarnos en el problema, así nuestro cerebro buscará ideas para solucionarlo.
Por último, las respiraciones profundas son muy importantes para liberar la tensión en nuestro cerebro y que este no siga mandando señales de alerta a nuestro cuerpo. La meditación también es una buena alternativa.