Muchos productos de higiene personal tienen como ingrediente principal a la ceramidas: desde shampoos, acondicionadores y aceites que sirven tanto para el cabello como para el cuerpo. ¿Qué es realmente y para qué sirve?
Es un componente natural en la piel que se ocupa de mantenerla sana, luminosa y fresca. Este lípido intercelular se encuentra en la dermis y su función es conseguir la unión de las células para evitar la deshidratación. Básicamente, son responsables de prevenir la aparición de arrugas, líneas de expresión y otros signos normales de la edad.
La falta de este lípido en el cutis hace que se reseque, se sienta tirante, y se vea opaca. Por otro lado, este componente también se encuentra en el cabello y las uñas cumpliendo la misma función: fortalecer las células.
Así como el colágeno, los niveles de ceramidas bajan con el paso de los años, por eso es que se emplea mucho su uso en productos cosméticos. El mercado ofrece mascarillas, cremas hidratantes, geles, sérums y demás, con ceramidas incorporada, prometiendo ayudar a cuidar la piel y regenerarla.
Otro trabajo que cumple es el de proteger el cuerpo de agresores ambientales y evitar la perdida de agua transpidérmica. Existen nueve ceramidas diferentes en la piel, y varias de ella son usadas en la industria del cuidado de la piel. De las nueve, tres son esenciales, las de tipo 1, 3 y 6-II que cuentan con más datos clínicos recogidos.
Lo mejor de todo es que la ceramidas no es costosa, se consigue en farmacias y en diferentes presentaciones. Se puede utilizar de forma diaria en el cuidado general del cuerpo y los especialistas recomiendan su uso durante las noches, porque ayuda a la regeneración durante nuestras horas de sueño.
“Las ceramidas actúan como un pegamento, ayudando a mantener unidas las células de la piel y generando una barrera protectora en la capa superior”, explica Lola Biggs, nutricionista de Together Health.
Resulta que también hay alimentos que poseen este componente y son: los lacteos, huevos, germen de trigo, arroz integral, espinaca, soja, pescado y semilla de lino. Añadirlos a tu dieta diaria también favorecerá su producción en nuestro organismo.