En estos tiempos el estrés se volvió una palabra habitual. La ciencia lo denomina como un sentimiento de tensión física o emocional, al cual todos estamos expuestos en algún momento, sin importar género o edad.

Lo más preocupante es que afecta a la salud general y al buen funcionamiento del organismo. Desde dolores corporales, insomnio, irritabilidad y trastornos del sueño. Una no siempre se da cuenta que está estresada hasta que ve las repercusiones, ¿sabías que el estrés hace engordar?

Y no es sólo por esas ganas de comer alimentos reconfortantes, ingerir comidas de forma apresurada sin medir porciones o picotear a cada rato. El estrés hace que el cuerpo libere cortisol, una hormona que se genera en estado de tensión y que en exceso, produce aumento de la grasa abdominal.

Lo cierto es que el cortisol es muy importante para el cuerpo, ya que nos pone en estado de alerta cuando hay una situación de supervivencia. El cerebro lo libera cuando nos tensionamos, “creyendo” que estamos bajo ataque y libera glucosa en la sangre para que tengamos la suficiente energía para “huir o luchar”.

Un estudio realizado por el médico estadounidense, Giles Yeo, con la ayuda de científicos de la Universidad de Leeds, Reino Unido, demostró que los niveles de azúcar en una persona estresada tardan hasta seis veces más en normalizarse.

En ese proceso, el páncreas libera insulina para normalizar los niveles de azúcar y como resultado sentimos hambre, pero de esa hambre que queremos comer galletitas, golosinas y demás snacks poco saludables.

Un estilo de vida saludable ayudará a combatir estos efectos adversos de exceso de cortisol. Existen múltiples formas de combatir el estrés del día a día, está en una encontrar la actividad que más nos ayude a liberar todo ese peso que se suele sentir sobre la espalda.

Otra cosa que no hay que olvidar al momento de sentirse tensionada es parar un poquito, respirar varias veces profundamente y pensar en que todo tiene solución.