El ajo crudo tiene mucho que dar para mejorar tu salud, “te ayudará no solo a eliminar las bacterias malas, la levadura y los parásitos, sino también a regular los niveles de azúcar en la sangre, mejorar la quema de grasa, reducir la sensación de hambre, reducir el colesterol, aliviar el dolor artrítico y reducir gases intestinales“, indicó el Dr. Alejandro Junger, nutricionista.
1. Una fuente inagotable de nutrientes: uno de los beneficios del ajo crudo es que está lleno de vitaminas y minerales, que incluyen vitamina B6, manganeso, selenio, vitamina C, hierro, potasio y cobre. Esta poderosa combinación es especialmente buena para la función cognitiva: la vitamina B6 y el magnesio están vinculados a mejorar el estado de ánimo y mejorar la salud del cerebro.
2. Apoya un sistema inmunológico saludable: tienes la vitamina C en el ajo crudo. Para un refuerzo inmunológico más sabroso que las naranjas, incorpore un poco de ajo crudo en sus comidas.
3. Es antiinflamatorio: el ajo contiene sulfuros de alilo, un compuesto antiinflamatorio que combate el cáncer y que los estudios han demostrado que ralentiza la tasa de crecimiento de las células cancerosas. Debido a que es antiinflamatorio, esto significa que también ayuda a proteger al cuerpo de los radicales libres.
4. Es bueno para el hígado: los estudios han demostrado que puede proteger al hígado de algunas toxinas y ayudar a reducir los niveles de azúcar en sangre. Esto ayuda a su cuerpo a eliminar las toxinas de manera más eficiente, lo que beneficia a todo el cuerpo en general, indica un reporte de Well and Good.
Algunas otras ideas para comer ajo crudo incluyen:
-Pica un diente de ajo y mézclalo con tu ensalada o aderezo para ensaladas.
-Haz tostadas de ajo, picando el ajo crudo, luego mézclalas con un poco mantequilla y úntalas sobre una tostada.
-Agrégalo a sopas o jugos con otras verduras.
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Cocinar tomate en sofrito a fuego lento: ¿una joya antiinflamatoria?
A simple vista, parece solo la base de muchos platos mediterráneos. Una mezcla de tomate, cebolla, ajo y aceite de oliva virgen extra cocinada a fuego lento. Pero detrás del clásico sofrito se esconde algo más que sabor: una combinación de ingredientes que, según la nutricionista y farmacéutica Carlota Serra Jorba, puede tener un efecto sorprendente en el organismo.
“Lo que para muchos es solo una receta es, en realidad, una joya antiinflamatoria con evidencia científica”, asegura esta divulgadora especializada en salud y alimentación. Según explica en su perfil de TikTok @conoceteysana_, el secreto está en cómo se cocinan juntos ciertos ingredientes básicos de la dieta mediterránea.
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Una ración de sofrito
La afirmación no es nueva, pero sí poco conocida fuera del ámbito científico. Un estudio publicado en 2014 en la revista Food & Function por un grupo de investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red - Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), en colaboración con la Universidad de Barcelona, mostró que una sola ración de sofrito puede reducir significativamente ciertos marcadores inflamatorios.
En concreto, se observó una disminución en los niveles de proteína C reactiva ultrasensible (PCR-us) y de TNF-alfa, dos biomarcadores relacionados con la inflamación sistémica y el riesgo cardiovascular. Los participantes del estudio, hombres sanos, experimentaron mejoras en estos parámetros tras consumir una dosis de sofrito elaborado con tomate, cebolla, ajo y aceite de oliva virgen extra.
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Mejor biodisponibilidad
La clave del efecto terapéutico está en cómo se cocinan los ingredientes. El tomate, al calentarse, libera licopeno, un antioxidante con efecto cardioprotector. El aceite de oliva virgen extra, por su parte, mejora la absorción de este compuesto y añade sus propios polifenoles, mientras que la cebolla y el ajo contribuyen con compuestos bioactivos que también participan en la modulación de la inflamación.
El estudio sugiere que no se trata solo de los ingredientes por separado, sino de su sinergia y del proceso de cocinado: lento, a baja temperatura, y con grasa saludable. Esta combinación mejora la biodisponibilidad de los nutrientes y potencia su efecto protector.
Colesterol y la tensión arterial
Aunque el estudio se centró principalmente en la inflamación y el estrés oxidativo, Carlota Serra apunta también a su impacto en el colesterol LDL -el llamado “colesterol malo”- y la presión arterial. Estas afirmaciones, si bien no están detalladas en el estudio original, se apoyan en investigaciones derivadas del ensayo PREDIMED, que relacionan la dieta mediterránea (rica en preparaciones como el sofrito) con una mejora en estos indicadores de salud cardiovascular.
De hecho, el propio grupo de investigación ha señalado en publicaciones posteriores que la dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra y rica en vegetales cocinados, como el sofrito, se asocia con un menor riesgo cardiovascular.
Para Serra Jorba, esta evidencia es una oportunidad para reivindicar que el autocuidado también empieza en la cocina. “Esto no es solo una receta, sino una forma más de cuidar al cuerpo”, señala. Con ingredientes sencillos y tradicionales, como el tomate, el ajo o el aceite de oliva, se puede construir una base dietética con efectos preventivos reales.
Fuente: Europa Press.
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“Nunca hay que dejar la comida fuera más de dos horas”, advierte nutricionista
La nutricionista de Policlínica Gipuzkoa, Eider Sánchez, ha asegurado que los alimentos “nunca” deben dejarse fuera del frigorífico durante más de dos horas, incluso si el plato ya ha sido cocinado debe guardarse en recipientes cerrados dentro del frigorífico, para prevenir intoxicaciones alimentarias.
Sánchez ha detallado que seguir estas pautas es especialmente importante en verano, cuando los casos de intoxicaciones alimentarias y gastroenteritis aumentan de forma significativa como consecuencia del calor y la humedad, que favorecen el crecimiento de bacterias y otros microorganismos en los alimentos, en mayor medida cuando no se manipulan ni conservan adecuadamente.
La nutricionista ha advertido sobre aquellos alimentos que son más sensibles al calor, como los huevos, el pescado, el marisco, las carnes, los lácteos o las mayonesas caseras. “Si no estamos seguros de que han sido bien conservados, lo más prudente es evitarlos”, ha subrayado precisando que la buena apariencia de un alimento o que no huela mal no garantiza que su consumo sea seguro.
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Además, ha insistido en la importancia de mantener una buena higiene tanto al manipular como al conservar los alimentos. “Hay que lavar bien frutas y verduras que se consumen crudas, lavarse las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos antes y después de manipular alimentos, y limpiar correctamente los utensilios y superficies”, ha explicado.
Entre sus consejos, la especialista también ha instado a prestar atención a cómo se descongelan los alimentos y hacerlo siempre dentro de la nevera, con lo que se evita la proliferación bacteriana y, además, se conservan mejor el sabor y la textura del alimento.
A la hora de salir fuera, ya sea a la playa, al monte o de picnic, ha señalado como “imprescindible” transportar los alimentos en neveras isotérmicas con acumuladores de frío y conservarlos en envases herméticos. Cuando se come en bares, chiringuitos o restaurantes, ha llamado a no bajar la guardia y comprobar que los platos estén protegidos, que no presenten bordes resecos y que el pescado o marisco expuesto tenga un buen aspecto general y ojos brillantes, ya que son indicadores clave de su frescura.
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Qué hacer ante una intoxicación alimentaria
Los síntomas de una intoxicación alimentaria pueden aparecer a las pocas horas de haber consumido el alimento en mal estado e incluyen náuseas, vómitos, diarreas o fiebre. En caso de verse afectado, Sánchez ha destacado la importancia de acudir al centro de salud para evaluar la gravedad y, si es necesario, iniciar el tratamiento adecuado.
Ante una situación de estas características, ha aconsejado evitar alimentos irritantes como el café, el té, las grasas, el alcohol o las bebidas azucaradas y gaseosas para una correcta recuperación. “Tras una intoxicación, es preferible optar por comidas suaves, cocinadas de forma limpia, que no estimulen en exceso el sistema digestivo y ayuden a rehidratar el cuerpo”, ha apuntado.
Fuente: Europa Press.
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Qué huevos no deberías comprar en el supermercado
Los huevos son un alimento básico en cualquier cocina, valorados por su versatilidad y alto contenido nutricional. Sin embargo, al comprarlos en el supermercado, no basta con fijarse en el precio o en la categoría del envase. Existen varios factores que determinan la calidad, frescura y seguridad de los huevos, y no todos los que se encuentran en los estantes son una buena opción.
Para elegir correctamente, es importante conocer las categorías de huevos, el código de cría de las gallinas ponedoras y algunos detalles clave que pueden marcar la diferencia entre un producto fresco y uno que conviene evitar.
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¿Cómo se clasifican los huevos?
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España, los huevos disponibles en los supermercados se dividen en diferentes categorías según su calidad y tamaño.
Por calidad:
Categoría A: Son los únicos permitidos para la venta al consumidor. Deben tener la cáscara intacta y sin defectos.
Categoría B: Presentan pequeñas imperfecciones y solo se utilizan en la industria alimentaria, por lo que no se comercializan en tiendas.
Por tamaño:
XL: Más de 73 g.
L: Entre 63 y 73 g.
M: Entre 53 y 63 g.
P: Menos de 53 g.
El color de la cáscara no influye en la calidad ni en el sabor. En España, los más consumidos son los huevos morenos, procedentes de gallinas de plumaje castaño rojizo, pero esta diferencia es puramente estética y no afecta a sus propiedades nutricionales.
Algunos envases incluyen la etiqueta “Extra” o “Extrafrescos”, lo que indica que los huevos han sido puestos en venta en los nueve días siguientes a su puesta, garantizando su frescura.
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El código en los huevos
Cada huevo lleva impreso un código numérico que indica el tipo de cría de la gallina, la procedencia del huevo y la granja de producción.
0 - Gallinas ecológicas: Criadas con salida permanente al aire libre y alimentadas con pienso ecológico.
1 - Gallinas camperas: También tienen acceso al aire libre, aunque no siguen un régimen de alimentación ecológico.
2 - Gallinas criadas en el suelo: Viven dentro de un gallinero cubierto, sin acceso al exterior.
3 - Gallinas criadas en jaula: Permanecen en jaulas diseñadas para la recogida automatizada de huevos.
Las dos letras siguientes indican el país de procedencia (por ejemplo, ES para España), mientras que los dígitos posteriores identifican la provincia, el municipio y la explotación concreta.
Para elegir huevos de mayor calidad y bienestar animal, los expertos recomiendan optar por los códigos 0 o 1, ya que provienen de gallinas con mayor libertad de movimiento y alimentación natural.
Qué huevos deberías evitar comprar
A la hora de seleccionar huevos en el supermercado, hay ciertos aspectos que pueden indicar que un producto no es la mejor elección:
Huevos con cáscara rota o sucia: Si un huevo tiene grietas, aumenta el riesgo de contaminación bacteriana. También es preferible evitar aquellos con restos de suciedad visibles.
Fecha de consumo preferente muy próxima: Cuanto más frescos sean, mejor. Es recomendable elegir huevos con una fecha de consumo preferente lejana para garantizar su durabilidad.
Huevos almacenados en condiciones dudosas: Si en la tienda han sido expuestos a cambios bruscos de temperatura, su frescura podría haberse visto afectada.
Consejos para conservar
Para asegurar su frescura y evitar riesgos sanitarios, la OCU recomienda seguir estas pautas:
Conservar los huevos en el frigorífico, alejados de olores fuertes que puedan afectar su sabor.
No lavarlos antes de guardarlos, ya que esto elimina la cutícula protectora de la cáscara. Si están sucios, limpiarlos justo antes de cocinarlos.
Cuidado al romperlos: No se deben golpear contra el borde del recipiente donde se van a batir, ya que esto podría transferir bacterias del exterior al interior.
Cuajar bien las tortillas y mantenerlas refrigeradas si no se consumen inmediatamente.
Usar máxima higiene en preparaciones con huevo crudo, como mayonesa casera, y conservarlas en frío por un máximo de 24 horas.
¿Son mejores los huevos ecológicos?
Una de las dudas más frecuentes es si vale la pena pagar más por huevos ecológicos o camperos. La OCU señala que, aunque estos huevos pueden ser más caros, ofrecen ventajas como mejor calidad de vida para las gallinas y alimentación más natural.
No obstante, en términos nutricionales, la frescura influye más que el método de cría. Si bien la alimentación de las gallinas puede afectar ligeramente la composición de grasas y vitaminas del huevo, el factor más importante sigue siendo la fecha de puesta y conservación del producto.
Conclusión
A la hora de comprar huevos en el supermercado, no basta con fijarse en el precio o en la apariencia del envase. Para hacer una buena elección, conviene optar por huevos frescos, sin grietas ni suciedad, y con una fecha de consumo preferente lejana.
Si el objetivo es priorizar la calidad y el bienestar animal, los códigos 0 (ecológicos) y 1 (camperos) son la mejor opción. Además, conservarlos adecuadamente en casa es clave para garantizar su seguridad y mantener todas sus propiedades.
Fuente: Europa Press.
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El chocolate con manchas blancas, ¿todavía es comestible?
El chocolate es uno de los alimentos más apreciados por su sabor, su textura cremosa y su aporte de antioxidantes y minerales beneficiosos para el organismo. Sin embargo, cuando permanece almacenado durante mucho tiempo, pueden aparecer en su superficie unas manchas blanquecinas que generan ciertas dudas sobre su estado: ¿se ha estropeado?, ¿es seguro comerlo o debería desecharse inmediatamente?
Según los expertos de Cocoa Supply North America, compañía especializada en producción y distribución de cacao, esta capa blanquecina, conocida como floración, está causada principalmente a dos motivos: la manteca de cacao y el azúcar. Ambos fenómenos se deben a condiciones de almacenamiento inadecuadas, pero cada uno presenta características distintas.
Cuando la capa blanca está causada por la manteca de cacao, se debe generalmente a cambios bruscos de temperatura o un almacenamiento prolongado en condiciones cálidas. En estos casos, la manteca sube a la superficie, formando una capa blanquecina que altera la textura crujiente original. Aunque visualmente puede parecer desagradable, este problema es puramente estético y no afecta al sabor.
Por otro lado, cuando la floración está causada por el azúcar, la humedad entra en contacto con los granos de azúcar de la superficie, disolviéndolos y haciendo que se vuelvan a cristalizar posteriormente. Esto genera una capa granulada y blanquecina en la superficie del chocolate. Al igual que en el caso anterior, no se ve comprometido su sabor, pero sí puede modificar ligeramente la textura.
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¿Es seguro de comer?
Sí, es totalmente seguro. Cocoa Supply aclara que el chocolate con floración de manteca o azúcar no supone ningún riesgo para la salud. Aunque las tabletas pierden atractivo visual y textura, pueden consumirse sin problema alguno. Para prevenir la formación de estas capas antiestéticas, es importante seguir algunas recomendaciones básicas durante el almacenamiento:
Temperatura constante: conservar el chocolate siempre a una temperatura estable entre 15 y 18 grados, evitando fluctuaciones bruscas que puedan alterar su estructura interna.
Reducir la humedad: guardar el chocolate en lugares secos, ya que ambientes con humedad excesiva pueden favorecer la formación de cristales de azúcar en la superficie.
Sellado hermético: conservar siempre el chocolate debidamente cerrado o envuelto, evitando la exposición directa al aire que facilita la absorción de humedad y olores externos.
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¿Qué hacer si ya tiene floración?
Si el chocolate presenta estas manchas blancas y deseas restaurar sus propiedades originales, basta con fundirlo suavemente y realizar nuevamente un templado adecuado. El templado consiste en calentar el chocolate a una temperatura concreta para luego enfriarlo lentamente, permitiendo así que recupere su textura crujiente y brillante.
Este proceso restituye tanto el aspecto como la textura originales, por lo que el chocolate volverá a estar listo para su consumo con las mejores características organolépticas intactas.
Fuente: Europa Press.