Si bien el agua tibia puede ser muy reconfortante, el agua fría cuenta con múltiples bondades para la piel. Por eso, durante la temporada primavera-verano te contamos cómo aprovechar al máximo su contacto externo con el cuerpo.

Se dice que no hay nada como una ducha para despertarnos. Y es que el agua fría tiene la capacidad de aumentar nuestros niveles de energía debido a las terminaciones nerviosas de la piel que se activan. Además, ayuda a que las toxinas e impurezas fluyan hacia los poros y se liberen, haciéndonos sentir más frescos y con una mayor energía.

Otra ventaja es que al ducharnos con agua fría nuestro cuerpo reacciona inmediatamente estimulando el sistema inmunológico y gracias a esto responde mejor contra las infecciones y los virus. Su efecto es tan útil para la piel que hasta nos ayuda a reducir visiblemente las estrías y la celulitis.

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Todo lo que aporta el agua fría a la piel

1. Mejora la circulación. El agua fría hace que se cree una vasoconstricción que protege al cuerpo de la pérdida de calor, pero después esos vasos se dilatan y hacen que la sangre circule mejor, lo que purifica la piel y hace que se oxigene. Gracias a una mejor circulación, la piel se pone más firme y elástica.

2. Piel saludable. Una ducha con agua fría reduce el tamaño de los poros o los cierra. De esta manera, mejora el aspecto de nuestra piel y recupera su brillo natural. Además, la piel conserva su firmeza y elasticidad, algo que no ocurre con el agua caliente, que hace que la piel se vea flácida y, por si fuera poco, favorece la aparición de arrugas a tempana edad.

3. Activa el colágeno y la elastina. Al mejorar la circulación sanguínea, activa también la producción de la producción de elastina y de colágeno, una de las proteínas más abundantes del organismo que se va perdiendo con la edad y hace que se pierda la firmeza y la elasticidad de la piel.

4. Piel suave, firme y tonificada. La piel se regenera y se ve más suave, firme y tonificada, además de hidratada. Y es que el frío tiene un efecto tensor que ayuda a mantener a raya la flacidez y a eliminar las células muertas.

5. Actúa como antiinflamatorio. Aplicar agua fría de forma directa sobre la piel puede tener un efecto antiinflamatorio. La mejor circulación de la sangre consigue que la piel no se enrojezca ni inflame, tampoco congestione.

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