Cuando tenemos emociones o pensamientos negativos nuestro sistema inmune permanece en una situación “delicada” por lo que estamos más expuestos a contraer enfermedades.

Existe una estrecha relación entre las emociones, los órganos y los síntomas que podemos experimentar. De hecho, algunos datos científicos explican que la mente controla al cuerpo, ya que el funcionamiento biológico del cerebro es el que hace que exista un vínculo directo entre el pensamiento y cuerpo.

Las emociones y los pensamientos negativos también pueden estar relacionados con otros problemas de salud. Por ejemplo, una investigación comprobó que las personas con estrés crónico y síntomas depresivos tienen un mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Los pensamientos negativos frecuentes recaen en estas enfermedades y pueden tener repercusiones que van más allá de sentirse triste o perder el apetito. A su vez, el estrés y la depresión se vinculan con un mayor riesgo de diabetes y ataque cardíaco.

“Muchas emociones negativas como la ira, el miedo y la frustración, se vuelven problemáticas cuando se convierten en una disposición más permanente o una perspectiva habitual del mundo”, explica la psicóloga Emiliana Simon-Thomas.

Nuestros pensamientos y emociones tienen efectos generalizados en los procesos corporales como el metabolismo, la liberación de hormonas y la función inmunológica. Es decir, que cuando estamos estresados o deprimidos, los niveles de cortisol aumentan, lo que hace que nuestro sistema inmunológico contraiga enfermedades.

Promover el pensamiento positivo

Un estudio de la revista Circulation analizó datos de casi 100.000 mujeres y descubrió que las más pesimistas tenían una mayor probabilidad de morir en comparación con aquellas más optimistas.

Entonces, si cambiamos de perspectiva mejoramos nuestra salud. “Sabemos que las vías neuronales están cambiando cada minuto y que el cerebro está generando nuevas células a lo largo de la vida y esta neurogénesis no solo está asociada con la formación de nuevos recuerdos, sino también con la estabilidad del estado de ánimo“, indica Simon-Thomas.

La especialista remarca que cada persona tiene control sobre su actitud, para así buscar su bienestar. “Podemos ser deliberados acerca de cambiar nuestros hábitos de sentir y pensar en el mundo”, concluyó.

Déjanos tus comentarios en Voiz