Acostumbrarnos a ir al baño “por las dudas” antes de salir de un determinado lugar es un hábito contraproducente para la salud. Lo recomendable es ir solo cuando se tiene ganas y aquí te contamos porqué.

Forzar a nuestro organismo a orinar sin ganas porque consideramos el momento oportuno es un mal hábito que produce efectos secundarios. Lo que realmente se hace es enseñar a la vejiga a vaciarse antes que sea necesario.

De esa manera, se tiene la falsa idea que evitamos que las ganas de orinar nos ataque en un momento inadecuado, pero lo que al final ocurre es que vamos al baño más veces de lo habitual, provocando una seria alteración a nuestro organismo.

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Los especialistas médicos sostienen que quienes no tengan problemas urinarios deberían ir al baño solo cuando tengan ganas y no entrenar a la vejiga para que aguante más, tampoco orinar sin necesidad porque ese momento resulte más conveniente.

Aunque subestimemos su capacidad, la vejiga está preparada para aguantar sin mayores problemas, a no ser que hayamos tomado demasiado líquido. Hasta que no contengamos 400 o 500 mililitros se puede aguantar sin estar incómodos.

Esto produce orinar sin ganas

Como referencia, indican que una persona sin dificultades urinarios debería orinar entre seis a ocho veces a lo largo del día. Sin embargo, cuando vaciamos con demasiada frecuencia, modificamos su capacidad sin tener en cuenta que la vejiga es un órgano que puede estirarse a medida que se va llenando y si no le dejamos llenar lo suficiente, pierde esa capacidad y manda antes al cerebro la señal de miccionar.

Es por eso que si llevamos la mala costumbre de orinar sin ganas, sentimos una incontenible necesidad de ir al baño todo el tiempo, incluso se llega a la desesperación y nos genera ansiedad. Por lo general, se llega al baño solo con algunas gotas, pero en la cabeza está la sensación de un auténtico torrente.

En otros casos más graves, el mal hábito impulsa a que cuando se llegue al baño ya haya habido alguna incómoda fuga porque la vejiga no es capaz de retenerla. A esta urgencia se la conoce con el término de vejiga hiperactiva, también se producen otras razones clínicas como cistitis y problemas del suelo pélvico.

Tampoco se debe aguantar tanto

Esperar para orinar tampoco es aconsejable porque podría producir un sobreestiramiento del músculo detrusor de la vejiga, que es la capa del músculo liso que recubre la pared de la vejiga urinaria y se contrae de forma consciente cada vez que queremos orinar.

Si pierde esa capacidad de contracción, podríamos tener problemas para evacuar el líquido de su interior. Otra de las consecuencias es que aumenta el riesgo de infecciones en los riñones o en la propia vejiga.

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