Almendras, nueces, avellanas, pistachos, etc., todos estos frutos secos son alimentos que aportan mucha energía y son ricos en grasas saludables y proteínas.
Ideales para revitalizar el organismo, se recomienda consumirlos de forma moderada, ya que por cada 100 gramos, aportan entre 100 a 180 calorías.
Los frutos secos son una fuente importante de minerales, aportan magnesio, fósforo, potasio, calcio, hierro, zinc y selenio. Además, realizan un gran aporte vitamínico, teniendo a las vitaminas B1, B3 y E como pioneras.
Asimismo, son buenos para la salud del corazón gracias a su contenido en grasas saludables, como el omega 6 y el omega 3, esencial para el funcionamiento del organismo.
Su proteína vegetal lo convierte en el alimento ideal para el consumo post-entrenamiento. De la misma forma, su fibra ayuda a controlar el apetito y regular el tránsito intestinal.
Los frutos secos, además de reducir los problemas cardiovasculares y el colesterol, ayudan a perder peso, fortalecen los huesos y músculos, aportan nutrientes para la piel y el cabello, favorecen al sistema nervioso y la memoria, y son una importante fuente de energía para el cuerpo.
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Una mayor biodiversidad alimentaria es clave para una mejor longevidad
La biodiversidad alimentaria, entendida como la variedad de especies diferentes que forman parte de la dieta, podría jugar un papel clave en la prevención de enfermedades crónicas y una mejor longevidad, según muestra un estudio liderado por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV) y el Instituto de Investigación Sanitaria Pere i Virgili (IISPV).
El trabajo, publicado en ‘Science of the Total Environment’, ha analizado los hábitos alimentarios y los datos de salud de más de 7.200 personas mayores, con edades comprendidas entre los 60 y 80 años, con alto riesgo cardiovascular, a quienes se ha realizado un seguimiento durante una media de seis años.
A través de cuestionarios alimentarios validados y herramientas estadísticas avanzadas, el equipo investigador evaluó el número de especies distintas consumidas mediante un indicador novedoso denominado Riqueza de Especies Dietéticas (DSR), que estima el número de especies animales y vegetales diferentes consumidas en la dieta habitual. Posteriormente, el grupo de investigación evaluó el riesgo de mortalidad en función de este indicador.
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Independientemente de la calidad general de la dieta, los investigadores observaron que las personas que consumían una mayor diversidad de especies presentaban un riesgo significativamente menor de morir por cualquier causa. En concreto, por cada especie adicional consumida de forma regular, el riesgo de mortalidad general se redujo en un nueve por ciento, el de enfermedad cardiovascular en un siete por ciento y el de cáncer en un ocho por ciento.
Según la autora principal del estudio, Sangeetha Shyam, investigadora Miguel Servet del IISPV, “se demuestra que no solo es importante el tipo de alimentos que comemos, sino también el número de especies distintas que incluimos en nuestra dieta. Una alimentación más biodiversa se asocia con una mejor salud y mayor longevidad”.
El equipo investigador observó que esta asociación entre biodiversidad de la dieta y mortalidad era independiente de la calidad de la dieta consumida. Por ejemplo, no todos los participantes que tenían una buena adherencia a la dieta mediterránea consumían una dieta altamente diversa, y viceversa.
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Los autores apuntan que no se conocen muy bien los mecanismos que pueden explicar estas asociaciones. Según detallan, las dietas altamente ricas es especies animales y/o vegetales pueden contener una gama más amplia de nutrientes y compuestos beneficiosos, además de favorecer una microbiota intestinal más saludable.
Los resultados del estudio se deben a la colaboración de múltiples instituciones y personal investigador del consorcio PREDIMED. El estudio ha sido liderado por el grupo de investigación ‘Alimentació, Nutrició, Desenvolupament i Salut Mental ANUT-DSM’, reconocido por el IISPV, la URV y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN).
Fuente: Europa Press.
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La “piedra angular” para prevenir enfermedades cardiovasculares
El estilo de vida y la dieta son la “piedra angular” para prevenir las enfermedades cardiovasculares y reducir sus factores de riesgo, siendo necesarios no solo los avances científicos y tecnológicos, sino que se debe tener como base la intervención individual y comunitaria, tal y como se desprende de un documento presentado ayer jueves por la Sociedad Española de Asteriosclerosis (SEA).
En los últimos seis años se han publicado más de 8.200 trabajos sobre dieta mediterránea, lo que ha permitido “perder el mito” de que solo las dietas bajas en grasa son buenas, tras lo que el presidente de la SEA, Carlos Guijarro, ha resaltado que España cuenta con el “privilegio de la cultura” de la dieta mediterránea, que sí es rica en grasas, y que es el “patrón idóneo” para prevenir las enfermedades cardiovasculares.
El médico de familia y miembro de la SEA Carlos Pascual ha resaltado que el aceite de oliva virgen extra es la grasa “más saludable” por sus beneficios a nivel cardiovascular, mientras que ha recomendado no usar los aceites de girasol, maíz o soja. Según el texto presentado, es aconsejable consumir cinco raciones al día de frutas y verduras, siendo preferible su variedad y que sean tanto de temporada como de proximidad, de forma que se reduzca su huella de carbono.
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En cuanto a las patatas, deben servirse en platos mixtos con verduras, carnes o pescado hasta tres veces por semana; los cereales refinados, como el pan o el arroz blanco, han tenido controversia por aumentar el índice glucémico, pero, si se combina con otros alimentos, esto no ocurre por producirse una más lenta absorción, por lo que es “absolutamente recomendable” tomarlos acompañados.
Los frutos secos deben consumirse a diario o, al menos, tres veces por semana por una cantidad de 30 gramos o “lo que quepa en tu puño”, aunque siempre crudos y sin sal, pues permiten reducir el riesgo cardiovascular y son una fuente de proteínas y grasas saludables. El consumo de pescados y mariscos, por ser “muy ricos” en ácidos grasos y otros nutrientes, pueden ser consumidos hasta tres veces por semana, siendo recomendable que dos de estas raciones sean pescado azul, y en sustitución a la carne.
La guía también recoge la recomendación de dos raciones diarias de lácteos, tanto desnatados como enteros, y evitando los azúcares añadidos. A pesar de que los zumos de fruta sin azúcares añadidos gozaban de “mala” fama, ahora se ha demostrado que no son nocivos. En cuanto al cacao, es importante fijarse en que tenga una presencia de al menos un 70 por ciento, recomendando hasta 30 gramos diarios del mismo; los especialistas han considerado igualmente beneficioso tomar hasta cinco tazas de café al día, sin azúcar añadido.
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A pesar de las grandes controversias que ha provocado el consumo de huevos en los estudios, cocinarlo con aceite no se relaciona con un mayor riesgo cardiovascular y, si bien la yema tiene mucho colesterol, “no es tan nocivo como se pensaba”, y se trata de una fuente de proteína y de otros nutrientes de “primera calidad”. Legumbres como las alubias, los garbanzos o las lentejas, que son alimentos tradicionales en la cocina española, aportan beneficios a la salud cardiovascular si se consumen entre dos y tres veces por semana.
En el caso de las carnes, estas pueden consumirse hasta cuatro veces por semana, aunque han recalcado que es preferible la carne blanca a la roja, y retirando “toda la grasa que se pueda”. Además, han desaconsejado el consumo de embutidos y otros productos ultraprocesados. Del mismo modo, las nuevas carnes vegetales siguen siendo alimentos procesados, por lo que no están recomendados y “de momento no están considerados saludables”.
Esta recomendación se relaciona con la sal, que es uno de los alimentos que más influyen de forma negativa en la salud cardiovascular, razón por la que han aconsejado limitar su uso a cinco gramos diarios, además de promover alternativas como el zumo de limón, hierbas aromáticas, especias o ajo.
Si bien han desaconsejado el consumo de las bebidas alcohólicas por ser perjudiciales, sí han señalado que bebidas fermentadas como la cerveza o el vino son los menos dañinos para el organismo, siempre en consumo moderado y recalcando que el mejor consumo “es cero”.
El documento también deja “malparadas” a las bebidas azucaradas, pues incrementan el riesgo de obesidad, diabetes y de las enfermedades cardiovasculares; sustituir estas bebidas por aquellas con cero azúcar en favor de edulcorantes tampoco es beneficioso, destacando que también aumentan el riesgo de diabetes y de enfermedades cardiovasculares.
Huella de carbono
Por su parte, el investigador emérito IDIBAPS Emilio Ros ha reseñado que “seguir una dieta vegetariana o de base vegetariana, como la mediterránea, puede reducir la huella de carbono en un 10 por ciento”, además de permitir alimentar “a mucha más gente” con las mismas superficies de cultivo. Ros ha citado un estudio de ‘Lancet’ que coloca a España como el país con mayor protección de esperanza de vida para 2040, algo que ha relacionado con el seguimiento de la dieta mediterránea.
Según el mismo texto, el factor dietético con mayor responsabilidad de fallecimiento por cualquier causa a nivel mundial es la ingesta excesiva de sal (tres millones), seguida de la baja ingesta de cereales integrales (tres millones), la baja ingesta de fruta (2,5 millones), una dieta baja en frutos secos y semillas (2 millones), una dieta baja en verduras (1,5 millones) y un bajo consumo de pescado (1,5 millones).
Por último, ha aseverado que la Inteligencia Artificial puede “revolucionar” las ciencias de la nutrición, y es que el desarrollo de aplicaciones de reconocimiento visual podría detectar de forma “inmediata, precisa y completa” de todos los alimentos y nutrientes de la dieta, incluso en platos combinados.
Fuente: Europa Press.
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Consumir café y frutos secos se asocia con una mejor salud hepática
- Madrid. Europa Press.
Un grupo de investigadores de once instituciones de Sevilla y Valladolid (Estudio EHmet+DIA) han descubierto que el consumo de café o de frutos secos, así como realizar ejercicio físico o evitar el alcohol, se asocian con una mejora de la salud hepática, pudiendo incluso revertir enfermedades como la fibrosis, la esteatohepatitis y la esteatosis hepática.
El estudio, presentado en el marco del 50 Congreso Nacional de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), ha analizado el impacto de una intervención basada en alimentación y ejercicio físico sobre la salud de 96 pacientes con la enfermedad hepática, conocida como hígado graso, confirmando la “positiva incidencia” de la dieta mediterránea y los estilos de vida saludables en la evolución de estos pacientes en todos los estadios de la enfermedad.
Los científicos han analizado concretamente el consumo de café, de frutos secos y de alcohol, así como el impacto de la actividad física en patologías como la esteatosis, la esteatohepatitis, la fibrosis, la fibrosis significativa, la fibrosis avanzada y la cirrosis, concluyendo que la intervención con dieta mediterránea y ejercicio físico estructurado promueve la resolución de la esteatohepatitis, regresión de la fibrosis y mejoría de la esteatosis, siendo la respuesta “significativamente mayor” en personas con fibrosis avanzada.
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Así, se ha logrado la regresión de al menos un estadio de fibrosis en el 36,7 por ciento de los pacientes con fibrosis, la resolución de la esteatohepatitis en el 43,8 por ciento y una mejoría de la esteatosis en el 36,4 por ciento; en el análisis univariado, el consumo de frutos secos fue “significativamente superior” en pacientes con resolución de la esteatohepatitis, mientras que la mejoría de la esteatosis se ha asociado al aumento de la actividad física y al menor consumo de vino, y la regresión de la fibrosis se relaciona con un mayor consumo de café.
En el análisis multivariado, se ha concluido que la regresión de la fibrosis se asocia al incremento en el consumo de café; que la resolución de la esteatohepatitis relaciona de forma independiente con la edad y el consumo de frutos secos, y que la mejoría de la esteatosis tiene que ver con el incremento de la actividad física. Es por ello por lo que han recomendado “aumentar el consumo de café y frutos secos y evitar el consumo de alcohol al tiempo que aumentar la actividad física para mejorar la fibrosis, la esteatohepatitis y la esteatosis hepática”.
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Hígado graso
Durante la jornada también se ha presentado una investigación del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander), ha demostrado que existe una parte de la población con peso normal que tiene cierto de desarrollar hígado graso, a pesar de que se suele asociar con la obesidad.
A pesar de que la prevalencia del hígado graso en este tipo de población es “muy baja” en comparación con los pacientes con sobrepeso u obesidad, sí tienen un “significativo” mayor riesgo de sufrir fibrosis avanzada, por lo que los investigadores consideran necesario crear estrategias de detección y manejo específicas para este grupo de pacientes.
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“La obesidad es un problema que afecta a 7 de cada 10 paraguayos”
Un factor que incide en la obesidad en algunos casos es la genética, si uno de los padres presenta obesidad hay un riesgo del 40 % a 50 % de que el escolar o adolescente también presente sobrepeso u obesidad, si ambos presentan obesidad ya estamos hablando de un 60 % a 80 %, clar ame n t e esto tiene que ver con la genética, pero mucho más con los hábitos que adquirimos en la casa, explica la licenciada en Nutrición Lorena Benítez. Agrega que la mala alimentación, la vida sedentaria y el estrés son factores que contribuyen a aumentar el número de personas afectadas.
En nuestro país, las estadísticas señalan que la obesidad afecta a siete de cada diez paraguayos. “Es fundamental concientizar sobre el impacto de la obesidad en la salud, no solo se trata de un problema de peso, sino también es el antecedente más importante de otros problemas de salud como la diabetes, la hipertensión arterial, problemas con el colesterol y enfermedades cardiovasculares que hoy por hoy representan una enorme carga para los servicios de salud y la mayor causa de mortalidad en nuestro país y en el mundo”, afirma.
NO SOLO EN LO FÍSICO
La profesional subraya que la obesidad no solo impacta en la salud física, sino también en la mental, las personas con obesidad tienen mayor riesgo de padecer depresión, ansiedad y estrés, además de trastornos del sueño. “La prevención es clave para combatir esta enfermedad, las principales recomendaciones incluyen mantener una alimentación saludable y equilibrada, con frutas, verduras, carnes magras y reducción de azúcares y grasas saturadas; realizar actividad física regularmente (al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado); controlar la calidad del sueño, entre otras”, explica.
Sin embargo, una vez que la obesidad se ha instalado, el enfoque multidisciplinario es la estrategia más efectiva para su tratamiento. Este incluye el apoyo de especialistas en nutrición, psicología, medicina y actividad física, combinando estrategias médicas y conductuales.