La misma ciudad que tiene la torre más alta del planeta registró esta semana un nuevo récord para la piscina de buceo más profunda del mundo. Se trata de Dubái, uno de los Emiratos Árabes Unidos, al que este reconocimiento le beneficia, ya que necesita atraer nuevos turistas en medio de la pandemia.
Con sus puertas abiertas de par en par a los visitantes internacionales a partir de julio de 2020, la ciudad muestra regularmente nuevas atracciones faraónicas entre sus rascacielos e islas artificiales.
“Es una piscina de 60 metros de profundidad, 15 metros más que cualquier otra piscina del mundo y el doble de grande”, dijo Jarrod Jablonski, director de Deep Dive Dubai, que gestiona el proyecto.
La piscina, que fue habilitada al público recientemente y proyecta la temática de “una ciudad hundida”, contiene un volumen de agua equivalente a seis piscinas olímpicas, es decir 14,6 millones de litros, agregó.
Con luces y música de ambiente, la atracción abriga dos hábitats submarinos. Los buceadores pueden explorar las profundidades de una ciudad perdida reconstruida, llena de objetos de la vida cotidiana y cubierta de abundante vegetación.
“Queríamos recordar la herencia del buceo en los Emiratos y la pesca de perlas, de ahí la forma de ostra de la estructura exterior”, explicó el director.
Una sesión de una hora cuesta entre 500 y 1.500 dirhams (alrededor de 140 a 400 dólares).
En 2019, Dubai recibió más de 16 millones de turistas. Con el lanzamiento en octubre de la exposición universal, el emirato espera llenarse de visitantes, tras un año y medio marcado por la crisis sanitaria.
Fuente: AFP.
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El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
- Jimmi Peralta
- Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
TEMPRANA INICIACIÓN
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.
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Cuatro estudiantes representarán a Paraguay en mundial de química en Dubái
Del 5 al 14 de julio se desarrollará la IChO (International Chemistry Olympiad) olimpiada mundial de química, en la que participarán cuatro estudiantes paraguayos entre más de 90 países. Los representantes deben resolver desafíos teóricos y experimentales de alto nivel, abarcando diversas ramas de la materia.
Se trata de un encuentro organizado por el Ministerio de Educación de Emiratos Árabes Unidos y es considerado el máximo nivel de competencia para jóvenes talentos en química. Participan estudiantes de química de nivel medio que viajarán acompañados de sus mentores.
Los participantes seleccionados este año son: Matías Ezequiel Rojas Segovia, 17 años; Fabricio Samuel Marín Sosa, 16 años y Pablo Sebastián Sanabria Torres, 16 años; estos tres alumnos son del Colegio Técnico Nacional. El cuarto participante es Dafftin Alem Schenk Fretes, 17 años, del Colegio San Cristóbal.
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Estos alumnos estarán acompañados de la Prof. Ing. Amapola Cabrera, docente de la Facultad de Ciencias Químicas (UNA) y la tutora de laboratorio de la Competencia Nacional de Química, Luján Simón, exganadora de la Competencia Nacional de Química y actual Coordinadora de Olimpiadas Internacionales.
“Estamos con muchísima emoción y esperando dar una buena representación al país”, mencionó Simón, en entrevista con La Nación/Nación Media. Los representantes paraguayos son seleccionados entre los finalistas de la Competencia Nacional de Química (CoNaQ) y se realizaron dos exámenes selectivos para llegar a los finalistas.
“Los chicos están con mucho entusiasmo después de todo el esfuerzo que hicieron para clasificar a la olimpiada. El país envía representantes a la Olimpiada Internacional de Química desde el año 2022, por lo que esta representaría la cuarta participación de Paraguay en dicha olimpiada”, puntualizó.
Para conocer sobre los avances durante la competencia pueden recurrir a las redes sociales oficiales relacionadas al evento en Instagram: @fcquna, @conaqparaguay, @extensionfcq.
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Ñandutí: una tradición que une generaciones
- Fotos: Gentileza
Adriana Aguilera, una tejedora de Itauguá, forma parte del proyecto colectivo que busca alcanzar un Récord Guinness. El pasado viernes se realizó en la Estación de Buses de Asunción (EBA) el lanzamiento oficial de la campaña nacional #SomosÑandutí, que busca posicionar al ñandutí como símbolo cultural del Paraguay y construir, de manera colectiva, la pieza más extensa de este tradicional encaje.
A los 13 años, Adriana Aguilera aprendió a tejer ñandutí observando a las madres y abuelas de sus compañeras de colegio en Itauguá. Había llegado desde Argentina con su familia y fue en esta ciudad –considerada la capital del ñandutí– donde descubrió la técnica que marcaría su vida.
Hoy, más de tres décadas después, es una de las artesanas que trabaja en la confección del ñandutí más extenso del mundo, un proyecto colectivo que busca alcanzar un Récord Guinness y posicionar al Paraguay en el escenario internacional.
“El ñandutí es un arte muy noble que se transmite de generación en generación. Yo lo aprendí mirando, preguntando, estudiando en comités, asociaciones, cursos del Instituto Paraguayo de Artesanía y otros espacios comunitarios”, explica Adriana.
Además del aprendizaje empírico, Adriana se formó como maestra artesana y participó de capacitaciones organizadas por instituciones nacionales e incluso por especialistas extranjeros. Uno de los momentos más significativos fue un curso impartido por un arquitecto ecuatoriano, quien introdujo nuevos enfoques geométricos al diseño tradicional del ñandutí.
OFICIO Y CULTURA
El ñandutí –cuyo nombre en guaraní significa “tela de araña”– es una técnica de encaje tradicional que simboliza la identidad cultural de Itauguá. “Cuando uno regala un ñandutí, está entregando una parte de nuestra historia. Donde hay un ñandutí, está presente el Paraguay”, afirma Aguilera.
En la actualidad, muchas mujeres y también varones de diferentes edades se dedican a este oficio, ya sea como actividad principal o complementaria. Algunas familias enteras dependen económicamente de la elaboración y comercialización de estas piezas.
Adriana destaca que el trabajo diario de una tejedora combina las tareas domésticas con la producción artesanal. “Hay quienes trabajan día y noche. Y aunque hay dificultades, como el acceso a materiales, el clima o la falta de valorización, seguimos adelante”, señala.
Uno de los principales retos, según explica, es la falta de reconocimiento del valor real del trabajo artesanal. “Muchas veces la gente no quiere pagar lo que realmente cuesta hacer un ñandutí. Es un trabajo completamente manual, que lleva tiempo y requiere mucha precisión”, agrega.
DESAFÍO COLECTIVO
Adriana forma parte de la red de tejedoras que impulsan la campaña #SomosÑandutí, cuyo objetivo es confeccionar la pieza de ñandutí más extensa del mundo. Se trata de una obra colectiva que reunirá 2.200 módulos de 50x50 cm, tejidos en diez dechados diferentes, con diseños y colores coordinados, para formar un techo textil de más de 100 metros de largo.
“El proyecto nos entusiasma muchísimo porque nos permite mostrar al mundo lo que somos capaces de hacer unidas. Estamos organizadas en grupos, nos comunicamos por WhatsApp y definimos juntas qué tipo de hilo vamos a usar, cómo serán los colores, la estructura y los métodos de endurecimiento para asegurar la durabilidad de la pieza”, explica.
La meta es lograr un montaje visualmente impactante, resistente al clima y transportable, que pueda exhibirse en diferentes ciudades del país y eventualmente del extranjero. “Participar en esta obra es una oportunidad única. Nos da visibilidad, nos une como comunidad y fortalece nuestra identidad”, valora.
PERSPECTIVAS
Más allá del récord, la campaña tiene como objetivo visibilizar el trabajo de cientos de tejedoras y promover la cultura paraguaya como parte del patrimonio vivo del país.
“Esto no solo nos va a dar reconocimiento a nivel local e internacional, también puede generar oportunidades económicas, turísticas y educativas”, afirma Adriana.
En un contexto donde muchas expresiones culturales enfrentan el riesgo de desaparecer, el desafío de estas mujeres va más allá de los números: es una apuesta por la memoria, la transmisión del saber y la revalorización del trabajo artesanal.
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Emiratos Árabes Unidos registró récord de 50,4 ºC
- Dubái, Emiratos Árabes Unidos. AFP.
Emiratos Árabes Unidos registró el viernes pasado su temperatura más alta en un mes de mayo desde que empezó a apuntar estos datos en 2003, con el mercurio situándose en 50,4 ºC, informó el Centro Nacional de Meteorología. “Le temperatura más alta registrada en el país hoy es de 50,4 ºC en Al Shawmekh (Abu Dabi) a las 14:30 locales” indicó el instituto de meteorología en la red social X.
“Es la temperatura más alta registrada [en mayo] desde que empezamos los registros en 2003”, dijo la fuente a la AFP. El anterior récord de temperatura para mayo remonta a 2009, cuando se registraron 50,2 ºC. Emiratos es uno de los principales exportadores de crudo del mundo, pero ha invertido grandes cantidades de dinero en energías renovables.
Sequía excepcional
Una sequía de magnitud no vista en décadas azota desde hace semanas a una parte del norte de Europa, de Escocia a Países Bajos, que puede afectar negativamente al rendimiento de los cultivos. En esta primavera boreal llovió mucho menos de lo normal en el norte de Francia, Bélgica o el Reino Unido, por lo que los suelos están secos.
Una situación que contrasta con la del sur del continente, sobre todo España y Portugal, donde el volumen de lluvias fue el doble de lo habitual en este periodo. En los campos, la siembra de primavera todavía no germinó por culpa de este tiempo excepcionalmente seco, lo que podría lastrar las plantaciones de trigo, maíz, colza y cebada, que tienen un “crecimiento limitado” cuando hay déficit de agua, explicó a la AFP Nicolas Guilpart, profesor de Agronomía en el instituto francés Agro Paris Tech.
Luke Abblitt, un agricultor del este de Inglaterra, “reza por que la lluvia” caiga en el Reino Unido, que atraviesa su primavera más seca en más de medio siglo.
“Pasamos de un extremo al otro: llueve mucho en invierno y menos en primavera y verano”, dijo el agricultor a la AFP. Según contó, se está resignando a adaptar sus métodos de cultivo o a “explorar nuevas variedades” resistentes. Otros optaron por empezar a regar antes, según el principal sindicato agrícola británico, NFU, que pidió más inversión para instalar tanques de almacenamiento en las explotaciones.
Mucho sol
En los Países Bajos no había llovido tan poco desde que empezaron a apuntarse estos datos, en 1906, una tesitura que preocupa a Samuel Jonson Sutanto y a Inge de Graaf, investigadores en la Universidad de Wageningen. La sequía comportó “una reducción significativa de los caudales fluviales -entre los más bajos jamás registrados- y una bajada del nivel de las aguas subterráneas, especialmente en las regiones orientales y meridionales”, explicaron a la AFP.
En Dinamarca, el instituto meteorológico advirtió a principios de mayo que los tres últimos meses fueron excepcionalmente secos, con menos de 63 mm de lluvia registrados. A ello se suma unas temperaturas y unos niveles de insolación mayores de lo normal para Dinamarca.
Según el instituto, desde el 15 de mayo, el índice de sequía es de 9 o más en una escala de 1 al 10, algo que nunca había ocurrido por estas fechas, al menos desde 2005, cuando se estableció este índice.
En Suecia, la Federación de Agricultores aconsejó revisar la planificación en materia de agua.
El departamento francés del Norte, fronterizo con Bélgica, está en alerta por sequía desde el lunes, pues entre febrero y principios de mayo la cantidad de lluvia registrada fue la equivalente a la que normalmente cae en un solo mes. Además, el viento del noreste intensificó la sequía del suelo.
Y, como las temperaturas son superiores a lo habitual, la atmósfera es “más secante”, lo que implica “más evapotranspiración”, una combinación de evaporación y transpiración de las plantas, explicó el agrónomo Nicolas Guilpart. Esto hace que las plantas necesiten más agua.
Ante esta situación, los agricultores apuestan cada vez más por el regadío.
“Hasta hace cinco años, ni nos planteábamos la cuestión del regadío en el Norte”, pero las cosas han cambiado y “el rendimiento puede variar hasta el doble”, señaló Sébastien De Coninck, un productor de endivias de Beuvry-la-Forêt, en el noreste de Francia. El riego permite “paliar esta falta de precipitaciones”, apuntó Guilpart, pero para llevarlo a cabo hay que “tener los recursos” necesarios. Para el riego, el agua se saca de las capas subterráneas, de cursos de agua cercanos o de depósitos.