La tasa de natalidad en China continúa cayendo. Entre el 2019 y 2020 cayó en un 15%, ya que los números bajaron de 14,6 millones a 10,04 millones de nacimientos en tan solo un año. Esta última cifra es la más baja registrada desde principios de la década de 1960, etapa en la que el país asiático pasó por una hambruna.
Desde principios de los 80, China estableció una política estricta de planificación familiar, mejor conocida como “política de un solo hijo”, debido a la superpoblación que experimentaba el país y por la manera en que esta interfería en el desarrollo económico. Sin embargo, esta fue revertida en el 2015 para que las parejas pudieran tener dos hijos.
Lo cierto es que muchas familias decidieron seguir con la política debido a los altos costos de la educación, la vivienda y la atención médica. Incluso, algunas parejas han argumentado que la energía para garantizar que sus hijos puedan competir en la sociedad de la China moderna era muy agotadora.
Cuando el mundo se declaró en pandemia, y las familias se vieron obligadas a quedarse en casa, las autoridades esperaban que ocurra un necesario baby boom, pero esto no pasó, ya que con el encierro y las clases virtuales los padres se enfrentaron a un escenario de mayor estrés con sus hijos.
China se acerca cada vez más a una población anciana. Según los demógrafos, la población del país asiático se reduciría en la próxima década, y para el 2050 las personas mayores de 60 años representarían un tercio de la población. Eso - según este artículo de The Guardian - afectaría a los servicios públicos, así como a sus hijos, muchos de ellos hijos únicos, que soportarían la peor parte del cuidado de sus padres ancianos.
Al país arribaron 3 mil dosis de la vacuna china Sinopharm y 20 mil dosis de CoronaVac, ambas fueron utilizadas para innocular al personal de blanco. Foto: Archivo
China admite baja efectividad de sus vacunas: Paraguay las usó para inmunizar a médicos
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China admitió la baja efectividad de sus vacunas contra el coronavirus. Un hecho insólito, si consideramos lo ocurrido con la pandemia del COVID-19, que habría aparecido entre noviembre y diciembre del 2019 en la ciudad Wuhan, pero que recién fue dado a conocer en enero del 2020, cuando la misma ya se había diseminado a lo largo del mundo.
El director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de China, Gao Fu, reconoció que las vacunas chinas “no tienen tasas de protección muy altas”, durante una conferencia realizada el sábado en la ciudad Chengdu. Así, el principal funcionario de control de enfermedades del país admitía la baja efectividad de las mismas y revelaba que el gobierno chino está estudiando mezclarlas para obtener un mejor resultado en la protección que brindan a los inmunizados.
El gobierno chino está estudiando mezclar las vacunas para obtener un mejor resultado en la protección que brindan a los inmunizados. Foto: Archivo
Hasta el momento, la Administración Nacional de Productos Médicos de China aprobó cuatro vacunas producidas en ese país, tras la autorización de la vacuna CoronaVac de Sinovac, la desarrollada por CanSino Biologics y dos de Sinopharm, que junto a su filial China National Biotec Group (CNBG), utiliza la técnica clásica del virus inactivado. A decir de los responsables, las mismas tienen una tasa de eficiencia del 79%. Sin embargo, la realidad es que rondarían el 50%.
Actualmente, estudia la posibilidad de combinar los biológicos en su territorio o apostar a la inmunización secuencial para aumentar su efectividad. China espera 14 días entre vacunaciones, pero podría aumentar ese tiempo en función a estudios que refieren que la efectividad sería mejor si el intervalo de tiempo entre una dosis y otra es mayor.
Lo mismo hacen investigadores de Inglaterra, que analizan la posibilidad de combinar la vacuna Pfizer-BioNTech -que a decir de la mayoría de los expertos tiene una efectividad del 97%- con el biológico AstraZeneca -que está en el ojo de la tormenta por la serie de efectos adversos o secundarios que genera en menores de 55 años y en personas con patologías de base-, para lograr mejor eficacia.
La vacuna Pfizer es una de las que tiene mayor efectividad contra el COVID-19 con un 97%. Foto: Archivo
La vacuna más efectiva, la Pfizer, fue elaborada en base al sistema ARN mensajero, un proceso experimental que se usó por primera vez en esta pandemia y que se aplicó en personas sanas. Al contrario, los biológicos chinos emplean un sistema tradicional, que implica recurrir a un virus “muerto” para desencadenar una reacción inmunitaria en una persona.
Atendiendo a ello, Gao señaló que podrían cambiar su estrategia científica y apostar al ARN mensajero; de hecho, China ya tiene vacunas desarrolladas en base a ese sistema. Si bien las mismas se encuentran en la fase de ensayos clínicos, no se precisó ningún plazo de distribución.
El país asiático distribuyó sus vacunas de manera gratuita a 53 países y exportó ciento de millones de las mismas a 20 naciones a nivel mundial, entre ellas Argentina, Bolivia, Brasil, Perú, México, Turquía, Indonesia, Hungría, Turquía. A nivel local, China no utiliza vacunas de origen extranjero, solo las producidas en su territorio, donde, al 2 de abril, ya había inmunizado a 34 millones de personas con las dos dosis de sus biológicos contra el COVID; mientras que otras 65 millones ya recibieron una dosis.
Personal de blanco de todo el país fue inmunizado con vacunas chinas. Foto: Archivo
El viernes 12 de marzo arribaron a Paraguay 3 mil dosis de la vacuna china Sinopharm, obtenidas en donación mediante una cooperación con los Emiratos Árabes Unidos. Se trata de la primera vacuna china contra el COVID-19 aprobada oficialmente por la Administración Nacional de Productos Médicos de China, en diciembre pasado.
Las mismas se distribuyeron en cuatro regiones sanitarias: Asunción, Central, Itapúa y Alto Paraná, para inmunizar a personal de blanco. Algunos solo recibieron la primera dosis y están a la espera de la segunda.
La Sinopharm es la tercera vacuna contra el COVID-19 que llegó al país, luego de las 4 mil dosis de la vacuna rusa Sputnik V (compradas por el Gobierno) que arribaron el 18 de febrero; y las 20 mil dosis de la vacuna china CoronaVac, donadas por el gobierno chileno, que llegaron el 6 de marzo.
China: ofrecen huevos y boletos para incentivar la vacunación
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Para acelerar la campaña de vacunación contra el COVID-19, las autoridades chinas combinan la recompensa con la presión, ofreciendo huevos frescos a cambio de una vacuna o condenando al oprobio a los recalcitrantes. China, primer país afectado por el coronavirus, pero también el primero en salir de la pandemia, está luchando por convencer a su población de que se vacune cuanto antes.
El país más poblado del mundo ha administrado hasta ahora 140 millones de dosis (la mayoría de las vacunas disponibles requieren dos dosis), lo que equivale al 10% de su población. El gobierno se fijó el objetivo de llegar a fines de junio con el 40% de los chinos vacunados.
En la medida en que la vida ha vuelto a la normalidad en China, donde cada día se anuncia apenas un puñado de contagios adicionales, muchos chinos no consideran urgente vacunarse. Ante esa apatía, las autoridades regionales y locales desbordan de imaginación para arrimar a los chinos a la jeringa.
Primero la zanahoria
Daxing, un suburbio de Pekín, ofrece bonos de compra a las personas cuando se aplican la segunda dosis. En otro suburbio, las autoridades prometen canasta de huevos a los mayores de 60 años que presentan el certificado de vacunación.
Otros obtienen entradas gratuitas para visitar el Tempo de los Lamas, un célebre sitio budista de la capital, que normalmente cuestan tres euros, unos 2,80 dólares. Las únicas vacunas disponibles en China son de fabricación local, con porcentajes de eficacia que van de 50% a 80%.
Los chinos tienen cierta desconfianza debido a que en años pasados hubo varios escándalos de vacunas adulteradas. Sin embargo, poco a poco, la campaña de vacunación gana impulso y comienzan a verse largas filas de espera frente a los centros médicos como en el distrito de Chaoyang de Pekín.
“Dudaba en hacerlo porque era algo nuevo, pero ahora cada vez hay más personas vacunadas”, dice resignado el joven Zhang, poco antes de recibir la inyección.
Luego el palo
En el distrito de Xicheng, en el centro de Pekín, las entradas de los edificios exhiben un panel de color que especifica el porcentaje de residentes o empleados vacunados. El panel de color verde significa que 80% de los residentes fueron vacunados, el amarillo señala que el índice de vacunación se sitúa entre 40% y 80% y el rojo que es inferior a 40%.
“Me parece un poco raro”, dice Wang Ying, cuyo café tiene un cartel rojo. “Creía que la vacunación era facultativa, pero ahora pareciera que todo el mundo debe vacunarse”, comenta. La camarera del café reconoce que duda sobre la seguridad de las vacunas disponibles, pero que al igual que sus colegas terminarán vacunándose.
“En los bares y restaurantes esto tranquilizará a los clientes”, comenta. El gobierno afirma que la vacunación es voluntaria, pero en algunos casos la posibilidad de negarse al parecer no existe.
En la frontera con Birmania, la pequeña aldea de Ruili (sureste) decidió vacunar a la totalidad de la población en un plazo de cinco días, tras el descubrimiento de un caso de COVID-19 la semana pasada. Las autoridades no aclararon si es posible negarse.
Perros-robot, el último grito tecnológico en China
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Veloz y obediente, ni ladra ni muerde, y en especial, nunca deja sorpresas desagradables en el suelo.
El perro-robot AlphaDog es la respuesta a dos de las grandes pasiones de los chinos: las mascotas y la tecnología. Equipado con detectores, funciona gracias a la inteligencia artificial, lo que le permite “oír” y “ver” su entorno. Aunque no tiene cabeza ni cola, “es como un perro de verdad”, resume Ma Jie, responsable de tecnología de la empresa Weilan, que ideó el prototipo.
Con una velocidad máxima de 15 kilómetros por hora, AlphaDog reivindica ser el más veloz del mercado y sus cuatro patas metálicas le otorgan una mayor estabilidad que a un perro, explican sus diseñadores quienes –como demostración– le propinan un puntapie al robot.
El robot evoluciona libremente en su entorno utilizando internet móvil 5G, con un tiempo de respuesta ultrarápido. “Detecta la fricción y el nivel de inclinación del suelo para ajustar su altura y la velocidad”, comenta Ma Jie.
Más de 1.800 AlphaDogs fueron vendidos en su primer mes de comercialización, por la suma de 16.000 yuanes (cerca de 2.400 dólares).
“Los encargos vienen principalmente de desarrolladores de computadoras, amantes de la tecnología, pero también de niños que realmente parecen adoralos”, precisa Ma Jie. Mientras que Pekín invierte masivamente en nuevas tecnologías, especialmente en inteligencia artificial, los robots ya están presentes en la vida cotidiana de los chinos como repartidores de paquetes, servidores en los restaurantes o incluso encargados de pruebas de detección del covid-19.