Neil Young está recuperando grabaciones suyas en el marco de su proyecto Archives, que pretende compartir todas las canciones no publicadas en su momento con el público. El siguiente lanzamiento, aunque aún sin fecha exacta de publicación, será el álbum Johnny’s Island, grabado en el estudio Commercial Recorders de Honolulu (Hawái) en 1982.
“Es un hermoso disco que llegará pronto”, anunció el músico en su página web, sobre el disco que incluirá canciones inéditas como Big Pearl, Island In The Sun - título que inicialmente iba a tener el material discográfico - y Love, además de otras que ya han sido publicadas en recopilaciones o presentadas en sus conciertos.
“Era una especie de disco tropical sobre navegación, civilizaciones antiguas, islas y agua”, comentó el artista canadiense. Johnny’s Island llegará a los fanáticos luego de la serie de materiales inéditos que el cantante publicó el pasado diciembre para ayudar a sobrellevar los confinamientos.
En los últimos meses, Young también ha aparecido en los titulares de las noticias debido a que se sumó al boom de la venta de catálogos a grandes compañías. En su caso, el fondo de inversiones Hipgnosis compró los derechos de sus obras por un valor de 150 millones de dólares.
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“Lo que tenemos para dar al universo es nuestra identidad”
La banda publicó hace unas semanas “Todo el mundo está kaliente”, una apuesta musical que se zambulle en su historia sonora, con una madurez reflexiva y desafiante.
- Por Jimmy Peralta
- Fotos Gentileza Kchiporros
Los Kchiporros, la banda más internacional de la escena local, presentó a finales de junio a “Todo el mundo está kaliente”, su último álbum de estudio, producido por Toy Selectah, compuesto de manera colaborativa con varios artistas locales y extranjeros. En 11 canciones la agrupación profundiza su apuesta, tanto en sonido como en letra y, buscando liberarse del prejuicio que podrían cargar sobre sus hombros, apuesta al baile y al mismo tiempo a la reflexión, una irreverencia en estos tiempos.
Roberto “Chirola” Ruiz Díaz habló con La Nación sobre el presente del proyecto, la inspiración temática y musical del disco, el momento de maduración del grupo, y cómo la profundidad y hacer bailar al público son misiones que buscan amalgamar en “Todo el mundo está kaliente”.
–¿Qué es lo nuevo en este disco y qué cosas de la identidad de la banda se reafirman en él?
–Para nosotros “Todo el mundo está kaliente” es un álbum superfresco, sin dejar de tener una mirada retrospectiva de toda nuestra carrera. Estamos cerca de cumplir 19 años de banda, camino a los 20, y lo que pasa es que todavía sentimos muchas ganas, mucha chispa, hay mucha creatividad. Teníamos ganas de hacer un disco potente, un disco que vuelva a bailar como varios de nuestros álbumes, pero revisando un poco todo lo que nos gustó de lo que hicimos, también revisar lo que ya no teníamos ganas de hacer esta vuelta. Siento que hubo un periodo largo donde hicimos mucho el trabajo de alguna manera de buscar validación, ya sea de nuestra carrera, de nuestros pares, de la industria. Y en este disco decidimos relajarnos mucho más y volver un poco a la esencia, digamos, a ese superpoder que significa hacer bailar a la gente. Obviamente, con una mirada mucho más madura y con una cancha y una cultura general mucho más amplia, adquirida en los últimos años.
El trabajo de búsqueda de canciones fue sumamente intenso. Los equipos de composición y de preproducción fueron importantes y todo liderado finalmente por la producción de Toy Selectah como productor general del álbum que fue como el curador final de todas estas ideas que necesitaban encontrar una especie de cohesión y encontrar sobre todo un concepto, una línea artística que creo que lo logramos mucho más allá de nuestras expectativas en este caso.
–¿Cómo se hace eso de apostar a la frescura y al mismo tiempo trabajar dentro del rigor profesional?
–Sin duda alguna, algo que es clave para la construcción de un proyecto es seguir jugando, jugando a la música, seguir haciendo divertido, no recurrir a fórmulas o, por ejemplo, a ejercicios que ya funcionaron en el pasado, sino volver a sentir curiosidad, volver a experimentar y tener miedo al riesgo y, de todas maneras, ir para adelante, animarse a cambiar, a volver a buscar lo que sea que hace que dé ganas todavía justamente. Yo creo que esta banda es una banda sobre todo viajera y experimental. Estos viajes por Paraguay y por Latinoamérica nos ayudaron a abrir la cabeza, a descubrir y a redescubrirnos como artistas, como seres humanos, como paraguayos.
Sabíamos que queríamos tener un álbum con muchísima identidad local, pero que hable ya en “latinoamericano” en ese sentido, con nuestra idiosincrasia, pero con la lengua que une al resto de las culturas, y mostrando de esa manera a Paraguay de una manera tan particular, que no significa salir a decir que está todo bien, sino conectar con el lado del latino que es común, donde es bello, donde es cálido, pero al mismo tiempo también hay cuestiones de las que hablar. También hay corrupción, también hay contrabando, también está roto. Y, de alguna manera eso, meter en la conversación y proyectar un Paraguay casi mágico, en ese sentido.
–Además de lo mágico, hablaste de una realidad a la que no quieren escapar.
–No queremos pintar un escenario donde todo está bien y es el mejor país del mundo, porque sabemos que estamos en el epicentro de uno de los países más calientes del mundo, y no lo digo solamente de lo climático, sino también de lo geográfico. Entonces, el nombre del disco empieza a agarrar otro valor y otro alcance. Decir todo el mundo está caliente puede tener varias lecturas a pesar de las noticias o de las sensaciones que tenemos en el ambiente sobre el clima, sobre la polarización. Yo creo que este álbum se refiere a otro tipo de calor. Creo que Paraguay integra ya una conversación mundial donde, si sentimos que todo el mundo está caliente, también es, al ser parte del mundo, parte del problema y parte de la solución. Si hay un problema climático y si el mundo nos necesita, ya nos sentimos parte de la conversación, de la radicalización de la idea, de la ansiedad que puede generar el miedo a la guerra.
Entonces, a nosotros lo que nos queda es, como decimos, resistir con identidad, con arte, con canciones, sublimar eso con baile, y nos damos cuenta de que, al ser ya un proyecto internacional, realmente podemos mostrar a nuestra cultura desde el lugar que podemos también porque si bien no somos folclóricos, que es de alguna manera lo que más exportó musicalmente el Paraguay, creo que mostramos otra versatilidad, otra cara y abrimos también lugar.
PROCESO DE BÚSQUEDA
–¿Qué ideas o qué búsquedas individuales o colectivas se procesan durante la producción de este disco?
–Mira, lo que tenemos para dar al universo es nuestra identidad, lo que descubrimos que nos hace especiales. Es ir para adentro, ir profundo y encontrar las similitudes y las diferencias, celebrarlas y abrazarlas. Creo que este es un proceso de búsqueda que ya viene de muchísimos años atrás. Si miramos en retrospectiva, te das cuenta de que, sin querer, esos primeros álbumes que eran de la etapa más fiestera de la banda, de alguna manera ya estaban flirteando con una mezcla de lenguaje y de idiosincrasia autóctona, desde el primer álbum que se llamó “Guaraní Cool”, ahí, sin tanta conciencia. Pero ya empezó a agarrar un poco más de carácter, creo yo, a partir del álbum “Señor Pombero”. Es la primera mirada nuestra de viajar y volver, y decir: bueno quizá no tenemos mares, quizá no tenemos montañas, quizá no tenemos nieve, pero tenemos cerros, tenemos arroyos, tenemos cascadas, tenemos esta tierra colorada, tierra roja. Tenemos esta mitología guaraní que nos inunda, esta síncopa de nuestro lenguaje, esta forma particular de acentuar las palabras que tiene que ver con el mestizaje, esas cosas que hoy en día parecen más obvias, en aquel momento y con la juventud todavía se empezaron a construir.
–Entonces, ¿en aquel disco encontrás el antecedente de esta búsqueda?
–“Señor Pombero” está plagado de esos paisajes y esos mensajes y es un proyecto en construcción. De ahí va a los “Ojos rojos” que habla de Asunción, del sauce, del centro, y va evolucionando hacia una especie de búsqueda de poética personal y de identidad. Creo que es algo que no acaba nunca, porque la revisión es histórica. De hecho, cuando llega este álbum, ya empieza a usar otras frases, como por ejemplo “revisión histórica”. La revisión histórica es mucho más profunda que solamente revisar los últimos discos. Es una revisión histórica de nuestra herencia, de nuestra historia, que puede ir desde lo cultural hasta lo político, depende de la amplitud que uno le dé. La razón por la cual “La hora paraguaya” llega un poco más tarde, pero llega con esta potencia. Ahora, no se puede desconocer los factores culturales y hasta políticos que hacen que en nuestra escena haya tardado en manifestarse un poco más que el resto.
Cada país tiene un timing cultural y creo que las circunstancias de Paraguay hacen que esta construcción haya tardado un poco más, y que realmente somos parte de una escena que espera su hora hace mucho tiempo. Esa canción nos parece que es para revisar, es un guiño irónico, le da la vuelta a esa frase despectiva de decir “¿a qué hora llegamos?, ¿la hora europea o la hora paraguaya?”. Entonces, ahí hay algo también, ahí es donde nos ponemos un poco más observadores de la circunstancia del porqué.
LÍNEA GRÁFICA
–¿Qué aporta el audiovisual a esta búsqueda?
–Con la ayuda de los audiovisuales creo que el disco agarra otro carácter, porque siento que es mucho más que una suma de canciones y melodías. Hay poesía, hay un fuerte grado emotivo, y también es una obra colaborativa, ya porque tiene visuales, tiene línea gráfica. Creo que pudimos reunir a lo mejor de lo mejor que tenemos en la escena para que todo el mundo se sienta parte de un álbum que ya empieza a sentirse como una obra colectiva, donde yo simplemente soy una parte, una parte importante, pero siempre parte de un colectivo. Cuando se logra eso, creo que tiene mucho más impacto, mucha más fuerza. Realmente estamos mostrando lo que está pasando acá en Paraguay y, específicamente, también en Asunción, porque también hay una representación del lugar geográfico de donde nacimos, que me parece que le hace mucho más potente al álbum, al mensaje y al concepto.
–¿Este disco también marca como un nuevo momento del grupo?
–Yo quería que este álbum sea impactante y que realmente remueva un poco el avispero de la escena local y que también nos proyecte mucho más allá. Recordá que también es el primer álbum que sacamos con PopArt, que es un sello discográfico que, aparte de que tiene años también en la escena latinoamericana, finalmente es un equipazo, es una oportunidad de llegar mucho más lejos. Entonces, yo sentía que contábamos con una oportunidad, una plataforma muy grande que no queríamos desaprovechar. Creo que toda esa mezcla de incertidumbre, de ideas, de colaboraciones, de procesos, construyó este álbum. No es un álbum que tuvo una línea homogénea de construcción, sino que fueron varios capítulos y un montón de canciones para llegar hasta once. Energéticamente, superdemandante; creativamente muy rico, y siento que es como una obra, de alguna manera, que cierra un hito nuevo, cierra una etapa y abre otra, porque es la revisión total de los últimos casi 20 años.
COLABORACIONES
–¿Cómo vivís la dinámica colaborativa en lo creativo? ¿Qué es lo apasionante y qué temores te despierta?
–Temores: cero. Al contrario, vamos comprendiendo de que realmente lo que se necesita, ya sea en la industria local o en la escena local, es colaboración. Ese dicho que dice que entre muchos llegamos más lento, pero llegamos más lejos. En ese sentido, pudimos cultivar un montón de artistas, amigos y amigas del continente y otros lugares que la verdad que nos influencian y nos inspiran un montón. En mi caso, un buen número de cantautores, compositores con los que me es un placer juntarme a componer canciones y cambiar ideas. Si bien todavía me gusta en lo personal agarrar la guitarrita y componer con un cuaderno así solo, que puede ser intenso también y hasta psicológico, colaborar, me parece que es una manera realmente de ampliar el alcance de una canción. Este álbum está lleno de eso. Cuando empezamos a buscar canciones, que fue una búsqueda de casi 2 años, se armaron tipo islas o campamentos de composición en diferentes grupos que me tocó curar, donde en algunos casos yo viajaba a Ciudad de México a componer con un chileno, con un sinaloense, con un chilango de Ciudad de México, con un costarricense, en Monterrey en el estudio, luego acá en Paraguay con El Chávez, con Mauri, en diferentes equipos. Realmente tratamos de abrir el espectro lo máximo posible para encontrar cuál era el manojo de canciones que realmente representen a este álbum, yo estoy seguro que también, además de ganas de jugar, no hay que descartar la ambición, que esto ya es una cruzada, es una misión casi.
–¿Puedes nombrar las tres a cuatro decisiones más difíciles a la hora de armar el disco?
–Aunque no parezca, el último que salió y lo más difícil fue encontrarle el nombre al álbum. Fue lo último y la cumbre. La pregunta era cómo nombramos, contamos un álbum con algo que tenga esta picardía, que tenga este picante, que tenga este calor, que tenga todo esto en una sola frase. Queríamos que sea una frase memorable, que sea una frase, no solamente tipo una palabra. Le estuvimos dando mucha vuelta. Siento que en el inconsciente colectivo general también había una revisión de lo que era Paraguay y otros proyectos globales que de alguna manera también se empezaron a acercar mucho más a su identidad, nos dieron confianza. Cuando salió “Todo el mundo está kaliente”, como que fue el hilo conductor de cómo armar justamente la tracklist y el color de las visuales también. Otra decisión muy complicada era haber sido cómo llegar a estas once canciones porque hay un montón de canciones que fueron afuera que tenían que ver incluso con el álbum, pero queríamos resumir de una manera de sentir que no tenía rellenos. Incluso hay una canción acabada que ya quedó para una segunda etapa, una colaboración con Tierra Adentro, un supertema que quedó afuera para una segunda edición, o para un single posterior, ya que no queríamos que justamente pase desapercibida, entonces fueron decisiones, así como estéticas también. Y luego creo que fue muy fluido. Tenemos la suerte de tener un equipazo con la dirección de arte de Lucas We, que en realidad facilitó muchísimo la confianza en que la mirada audiovisual iba a ser precisa. Creo que algo se va construyendo también. Ocupar los roles de cada uno y confiar sobre todo en que cada uno debe su óptica y su arte va a dar lo mejor.
Y la última decisión difícil habrá sido seguramente decir que está terminado, porque, qué sé yo, es un proceso que podríamos seguir. Me quedo con la frase tipo bueno es mejor que perfecto, prefiero que sea que se sienta bien que se escuche que la gente le llega, a decir tipo no hay ninguna coma o detalles de imperfección que quedaron. Siento que tiene también eso, un poco de salvaje y de artesanal en su construcción.
DESDE AFUERA
–¿Cómo transformó la mirada de ustedes sobre lo que somos nosotros como país, como mercado, como cultura, el hecho de salir afuera y mirarlo desde allá y ver qué posibilidades hay de fascinar al mundo con algo de nuestra identidad que no la terminamos de conocer a veces?
–Por un lado está esta visión de que Paraguay es esta isla rodeada de tierra, tan, también, históricamente influenciada y a veces aplastada por nuestros vecinos, todo eso, toda esa sensación, esa herencia es algo que con lo que crecimos, y por otro lado, salir y mirar a Paraguay desde lejos y mirarnos desde lejos y también escuchar lo que se dice de nosotros, lo que se piensa de nosotros, es algo que construye y empuja también a romper con esos paradigmas, con esas muletillas que se tienen también de Paraguay.
–En esto de la identidad y el arte, hay algo en este proceso que parece más colectivo, esto de hablar en paraguayo en el arte, en la música, en el cine, como en “7 Cajas”, por ejemplo, que despertó también algo en la gente.
–Fundamental, un momento histórico que lo cambió todo, “7 Cajas”, que es del año 2013. Si pensás, también es de la época de “Señor Pombero” y de la época de… podría poner “Hemisferios” y otros álbumes más de la escena, que realmente empezaron a hacer esa mirada un poco más particular del orgullo de lo nuestro, no solamente ese orgullo, el orgullo de ser paraguayo, sino revisar un poco más. Eso me parece que ofrecen todos esos proyectos y nos traen hasta acá simplemente tratando de seguir construyendo escena. No sé, si “7 Cajas” fuera un hecho aislado o “Señor Pombero” no hubiese tenido otra ola, me parece que se queda chico. Lo que está bueno es de lo que viene pasando y construyéndose es que eso abre en otros proyectos, y anima a las nuevas generaciones a seguir indagando un poco por ahí. Los “Kchis” ya es un proyecto que, si bien está cada vez más grande, también tiene ya esa misión. Nosotros nos sentimos parte de una cruzada, y la cruzada es allanar el camino para las nuevas generaciones. Y eso es muy real y muy consciente dentro de nuestro crecimiento. Sabemos que, mientras más crecemos más gente viene detrás.
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¿Cómo suena “Tropicoqueta”? Karol G repasa sus influencias
- Bogotá, Colombia. AFP.
Con géneros como la bachata y la música que evoca las telenovelas de los años 90, la estrella del reguetón colombiana Karol G rinde tributo a los ritmos latinos populares con el estreno de su nuevo disco, “Tropicoqueta”. El álbum, de 20 canciones, incluye sonidos latinoamericanos que van desde el merengue hasta el vallenato. También tiene música romántica y de despecho, típicas de los dramas televisivos que marcaron la infancia de la generación de la artista de 34 años.
Es un disco para "volver a la raíz, a las canciones con las que crecí escuchando, a los sonidos que me hicieron enamorarme de la música“, escribió en Instagram la “Bichota”, cuyo nombre real es Carolina Giraldo. En los videos que acompañan a las canciones aparece bronceada, con su cabello de color caramelo y vestida de tonos rojizos. Sus sonidos transportan de vuelta a los años 90 con letras que hablan del “amor de otros tiempos” y la “salsita lenta”, dice. Algunas son colaboraciones con artistas como el mexicano Marco Antonio Solís y el francoespañol Manu Chao.
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Karol G se consolidó el año pasado como una artista que trasciende la música latina, al llenar estadios en España y Estados Unidos. Uno de ellos fue el Santiago Bernabéu de Madrid, con capacidad para más de 78.000 personas. El recinto se llenó en los cuatro conciertos que la colombiana presentó allí.
Cinco veces ganadora de los premios Grammy Latinos, “La Bichota” es considerada la mayor voz femenina del reguetón en la actualidad y una referente del feminismo. Sin embargo, el año pasado fue blanco de críticas por una canción que realizó junto a otros cantantes colombianos como J Balvin llamada +57, tacha de sexualizar a menores de edad.
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“Ndaipóri Frontera”, lo nuevo de Néstor Ló y Los Caminantes
Néstor Ló y Los Caminantes desafía las fronteras geográficas con “Ndaipóri Frontera”, su tercer álbum de estudio, fusionando raíz y contemporaneidad, folklore y libertad creativa. Lanzado oficialmente el 29 de mayo, el disco de 11 canciones cuenta con la colaboración de destacados artistas invitados de Argentina, Colombia, Venezuela, Uruguay y Perú, bajo la producción del argentino Popi Spatocco, exdirector musical de Mercedes Sosa.
“La participación de Popi Spatocco, así como de la gran cantidad y diversidad de artistas latinoamericanos, aporta al álbum una sensibilidad única y una dimensión continental”, expresó Néstor Ló. “El resultado es una experiencia musical diversa y sofisticada, con arreglos de alta calidad y letras que emocionan y provocan. Cada track es una invitación a escuchar la profundidad de nuestra cultura, no desde la nostalgia, sino desde la potencia de lo vivo”, finalizó el cantante.
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Ndaipóri Frontera presenta 11 canciones inéditas compuestas por Néstor Ló y Edu Martínez “Kambuchi”, las cuales cuentan con la participación especial de músicos del continente, como los paraguayos Berta Rojas, Los Ojeda, Dani Meza, Las Paraguayas, Tekovete; los argentinos Soledad, La Delio Valdez, Nahuel Pennisi, Ricardo Mollo y Lito Vitale; la argentina uruguaya Julieta Rada y los uruguayos Rubén Rada y Daniel Maza y la peruana Eva Ayllón. “Invitamos a artistas que admiramos, de distintos rincones, y les pedimos una cosa: que traigan su verdad. Así se fue armando este mapa de voces, ritmos y lenguas”, dijo Néstor.
El material reúne ritmos autóctonos, polca paraguaya, chamamé, guarania, candombe, folk latinoamericano, blues, cumbia, bolero, funk y hasta pinceladas de hip hop. La identidad visual del álbum fue concebida como una obra artesanal, con xilograbados tallados en madera e impresos manualmente por artistas grabadores paraguayos. Los colores, inspirados en los cultivos de América Latina como el pimentón, la yerba mate, el cacao o la remolacha, refuerzan la intención sensorial de la obra.
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Josías Montanía estrenó su primer álbum
El bajista de jazz y sesionista Josías Montanía publicó su primer disco, que lleva su nombre, en que expone su faceta de compositor con ocho temas de su autoría en el cual se puede apreciar una variedad de estilos musicales que van desde las influencias folklóricas, pasando por el funk, blues y fusión, siempre con la impronta de la improvisación.
“Este álbum para mi representa un viaje sonoro diverso y ecléctico, pero siempre cohesionado bajo un mismo enfoque artístico, sin duda el proceso de grabación de este disco fue un sueño hecho realidad. Creo que todo artista anhela plasmar su arte de manera tangible, y en mi caso, esta oportunidad surgió gracias a conversaciones con colegas cercanos”, expresó el músico.
El material discográfico cuenta con la participación de destacados músicos de la escena nacional como los pianistas Magno Molinas y Giovanni Primerano, los bateristas Sebastián Ramírez y Víctor Morel, el guitarrista Alejandro Cabrera y el saxofonista Bruno Muñoz. Su publicación es posible gracias a la colaboración del sello de jazz nacional Polka Blue, y el apoyo financiero del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec).
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Cabe resaltar que algunas de las composiciones de Josías Montanía, fueron incluidas anteriormente en el libro del saxofonista, compositor y docente Bruno Muñoz, titulado “Música popular instrumental y jazz del Paraguay” (2024), y así mismo una de sus composiciones como “Viaje paralelo” fue grabado por Majuja trío.
Josías Montanía es egresado como profesor de teoría y práctica de la música y de bajo eléctrico del Conservatorio Nacional de Música en 2003. Desde 2008, es integrante de la Jazz Band de la Policía Nacional. También ha formado parte del ensamble de jazz del Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA), participando en festivales organizados por dicha institución.
Ha sido parte de numerosas ediciones del Festival Internacional de Jazz de Asunción. Además, ha colaborado en diversas producciones musicales con destacados artistas nacionales como Pedro Martínez, Gustavo Viera Grupo, Magno Molinas, Alejandro Cabrera y Daniel Ayala, entre otros. Como docente, actualmente tiene la cátedra de bajo eléctrico en la licenciatura en música en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción (Fada-UNA).
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