La pandemia del coronavirus suspendió los ferries entre Hong Kong y Macao y ha hecho que los delfines rosados estén de vuelta en la zona, pero los científicos siguen preocupados por el riesgo de desaparición de esta especie emblemática.

Naomi Brennan registró inmediatamente su posición en el GPS cuando vio la cola rosada de un delfín emergiendo del agua. Ella, al igual que otros defensores del medioambiente, utilizan con frecuencia barcos para recopilar datos sobre el comportamiento de estos delfines en el delta del río de las Perlas.

“Hoy identificamos tres grupos de delfines, seis adultos y dos jóvenes, que buscaban alimento, se movían y socializaban”, explica. Esta noticia es positiva porque durante mucho tiempo ha sido complicado estudiarlos, ya que esta es una de las áreas más industrializadas del planeta. En los últimos 15 años, la población de estos delfines ha caído en un 70% y 80%.

La pandemia ayudó a que estos cetáceos se dejen ver de nuevo y hayan adoptado una calma sin precedentes a raíz de la suspensión del tráfico de transbordadores entre Hong Kong y Macao desde febrero.

Foto: May James/AFP.

“Estamos viendo grupos mucho más grandes, más comportamientos de apareamiento y socialización, inéditos desde hace casi cinco años”, señala Lindsay Porter, oceanógrafa de Hong Kong. Según su equipo, desde marzo el número de delfines blancos chinos, llamados “delfines rosados” en Hong Konk por su color, aumentó casi un tercio en estas aguas.

“Este lugar parece importante para su alimentación y su socialización, así que es genial que tengan este refugio”, indica Brennan, miembro del equipo.

El hábitat de estos cetáceos fue destruido con la construcción de gigantescas infraestructuras, como el aeropuerto de Hong Kong y el largo puente marítimo que la conecta con Macao y la ciudad de Zhuhai. Incluso, hay un tercer proyecto en marcha: la construcción de una tercera pista en el aeropuerto de Hong Kong.

La ausencia de transbordadores proporciona actualmente un respiro a esta especie, pero esto es sólo temporal. Estos barcos generan una contaminación acústica que afecta su comunicación y navegación. También representan una amenaza física para ellos, con riesgo de sufrir lesiones o la muerte.

Según la organización World Wide Fund for Nature (WWF), sólo quedan unos 2.000 delfines rosados en la desembocadura del río de las Perlas, el número mínimo para permitir la supervivencia de la especie. "Son parte del patrimonio cantonés, llevan aquí milenios y sería una tragedia mundial perder a esta criatura icónica del futuro de la región”.

Fuente: AFP.



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