Las redes sociales son parte de nuestras vidas, pero más allá del uso que les damos como fuente de información —de lo que está pasando, dónde y a quién—,¿qué ocurre con lo que nosotros publicamos? Conversamos con la psicóloga Fátima López Moreira sobre lo que vemos y percibimos.
Texto: Jazmín Gómez Fleitas
@jazgomezf
¿Somos más de lo que está colgado en las redes? ¿O todo lo que se ve ahí es lo que hay de la vida real de las personas? Una respuesta más acertada sería decir que eso que dejamos ver ahí, es sólo una parte de ella.
“Desde el momento en que se trata de una plataforma virtual, evidentemente, no estamos hablando de una autenticidad al 100%. Hay una mezcla de todo: de lo que quisiera ser la persona, algunas realidades, otras no. Nadie muestra cuestiones que son dolorosas y no se tiene por qué tampoco, porque pertenecen a la intimidad”, explica López Moreira.
Pero lo que resulta curioso de todo esto es como repercute en nuestras vidas. “Es importante reflexionar acerca de lo que se ve en la plataforma, esas cuestiones detrás de, y hacer de ella un uso sano, que no nos deshumanice ni desconecte. El problema no son los medios digitales, sino la manera en la que los usamos. Pienso que eso debe ser equilibrado, que existe una intimidad que no hay por qué mostrarla. Esto es superficial. Entender que esa no es la vida real. Lo real es lo que vivís ahora, con tus amigos, con tu familia día a día, con tu pareja. La vida real sucede en la vida, no en las redes sociales”, argumenta la profesional.
Lo que enfrentan los adolescentes
López Moreira relata que en países del primer mundo ya se reglamentó el trabajo de los influencers en las redes sociales. Deben especificar que sus posteos son pagados, como de repente se puede ver en perfiles de actrices, celebrities, etc. ¿Por qué?
“Porque hacen esa mezcla de fantasía con realidad, es decir, te venden un producto por el cual le están pagando para hablar, lo cual en realidad es publicidad, pero el influencer te hace creer que lo utiliza en su vida real, en el día a día. Es una información que entra velada al inconsciente. ¿Qué quiere decir velada? Una información que ingresa sin pedir permiso y la persona no distingue en realidad que es una publicidad. Cree que ese influencer en verdad tiene ese auto fantástico o esa casa increíble”, explica.
Ya lo decía el filósofo y estudioso de los medios, Marshall McLuhan, “somos lo que vemos”. “A mí me preocupa como profesional, como les veo en consultorio a los adolescentes cada vez con menos herramientas para tolerar la frustración, porque ven una vida que no es real. Y creen que todo se consigue así de fácil. Creo que hay que mediar, entre influencers, marcas y el público, porque está habiendo un daño. Los adolescentes no están sabiendo diferenciar eso y les genera mucha angustia, tristeza, piensan que su vida es triste”.
Además, la profesional destaca la necesidad de darles herramientas para que ellos transiten su vida lo mejor posible. “Hoy se registran tasas altas de angustia, de ansiedad, de depresión, ya en adolescentes, y esto es alarmante. La poca tolerancia a la frustración, porque no entienden que la vida se trata de ir caminando y consiguiendo de a poquito, objetivos paso a paso. Que el auto o la casa no llegan por magia. Ven en redes y creen que todo es así de fácil de conseguir, aparentemente. Cuando lo que hay que enseñar es que la vida es linda de vivir, aprendiendo en cada etapa. Quiero instar a los adultos de la casa, a los padres, tíos, primos mayores, que se sienten a hablar con ellos, porque de repente muchos padres me dicen ‘no quiero hablar porque yo no entiendo bien cómo funciona eso’, pero que eso no sea un impedimento para ir dialogando con ellos al respecto. Hay que intervenir. Hay que estar ahí para ellos”, aconseja.
La ansiedad en la vida adulta
Los adultos tampoco están exentos de luchar contra las percepciones de una vida perfecta. “Como me dicen mis pacientes `estoy tan preocupado/a porque les veo a todos tan felices en las redes sociales y yo no estoy así´. Y esa es la metáfora de todo lo que estamos hablando. Hay algo que nos pasa a todos y que no pasa en redes sociales. La realidad está pasando ahora en nuestras vidas. No tomemos a las redes como una realidad absoluta”, expone la profesional.
López Moreira señala que la vida tiene sus altos y bajos, y que eso no se ve en las redes sociales. La visión es sólo parcial. Entonces muchas personas se hacen adictas a esa imagen que encuentran allí: “Esta es una problemática muy actual. El de estar adictos a lo que se ve en las redes sociales porque nuestra realidad no nos gusta. Sepan que hay un espacio terapéutico para esto. Que no hay que pasar solos por ello. De buscar caminos alternativos como para desarrollar fortalezas para enfrentarse a ese mundo y no sucumbir ante él”.
Y por último, señala una alternativa válida: “El equilibrio es la respuesta. Hay muchos espacios en redes sociales que son de crecimiento, que pueden ser perfiles personales o no, y les invito a que busquen esos espacios y que traten en lo posible de, no digo desconectarse, sino aprender a usar el tiempo en línea de la manera más productiva posible”.
La aceptación de lo valioso del ser es la que determina la apertura de la cosmovisión que yace en el interior y que está convocada a darse hacia todo lo que la rodea. Foto: Ilustrativa
La finitud aceptada y asumida alimenta constantemente el homenaje existencial. Entonces se rinde honores a cada segundo, es que desde la plena conciencia de estar vivo comienza a maravillarse el sistema perceptivo que le da importancia a lo que se está presenciando.
La pluralidad de fuentes sensoriales está preparada para disfrutar la impronta propuesta para esos segundos pasajeros que acontecen en el transcurso de la vida. En ese lapso, con cronómetro limitado terrenalmente, las posibilidades de homenajear el tiempo de vivir son infinitas, lo que habilita el panorama hacia las ceremonias que cada cual quiera realizar.
La aceptación de lo valioso del ser es la que determina la apertura de la cosmovisión que yace en el interior y que está convocada a darse hacia todo lo que la rodea. Es la fundadora de las razones que con el devenir del tiempo irán encausando los motivos que darán a luz las obras que deberán ser materializadas.
En cada ser vivo hay constantes manifestaciones que reflejan su vocación de vitorear la vida. Siempre existirá una causa que impulse su entusiasmo, más allá de los avatares y de las situaciones complejas que enseñan a recuperarse y levantarse.
Las flores abundan, están en todos los continentes, sus aromas son especiales, únicos, profundos, exquisitos; sus colores brillan y lucen su siembra alimentada, han crecido para ponerle un toque de hermosura a lo que está a su lado. Ellas homenajean a quienes las ven. Sí, quien se detiene a observar su natural pintura puede sentirse homenajeado.
Aunque se produce una devolución de consideración y se retroalimenta la estima sentida. Con sus particularidades ambos se están homenajeando. Es el instante donde se nutre la intensidad de los vínculos, es ese roce de esencias que se encuentran durante su estadía en este mundo.
Cuando hay homenajes, hay esfuerzos realizados. Se han inhalado sacrificios, han fluido emociones constructivas, se ha aprendido a valorar, se está dispuesto a escuchar y a realizar aquello que ayude a seguir avanzando, dado que el acto de convivir respetuosamente se constituye en un notable ejemplo de honrar a la sociedad.
En todos los momentos está latente la posibilidad de enaltecer el acontecimiento presente del vivir. Son las garras del afecto las que se afirman como un bebé al pecho de su madre. Es el ser humano la máxima expresión de superación, en sus fortalezas se cultivan sus sueños de laurear el acontecimiento de vivir.
“La boda del siglo”. El 29 de julio de 1981. Carlos, el príncipe de Gales y Diana Spencer, en el carruaje 1902 State Landau, recorren las calles de Londres. La fantasía de millones con “sus altezas reales” solo duró 5.509 días
Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
Ricardo Rivas
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Ricardo Rivas
Periodista
X: @RtrivasRivas
Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji) sorprendió a los exploradores occidentales y desde aquellos tiempos es polo de atracción hasta nuestros días
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
El príncipe Raj Raghuvanshi con la princesa Sonam Raghuvanshi. ¡Que vivan los novios!
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
Luis Bello, titular de la Junta Municipal de Asunción, resaltó que el éxito del IV Encuentro Regional del Foro de Madrid es una muestra del gran interés de la gente en los valores fundamentales. Foto: Archivo
Foro de Madrid: masiva concurrencia demuestra el interés en defensa de vida, familia y los valores
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El presidente de la Junta Municipal de Asunción, Luis Bello, destacó el gran éxito del Foro de Madrid, que reunió a más de 2.000 asistentes, al punto que la capacidad del teatro del Banco Central del Paraguay fue superada. Sostuvo que con este evento se ha demostrado el interés ciudadano en la defensa de la familia, la vida, y que cree en los valores soberanos y republicanos.
En una charla con La Nación/Nación Media, resaltó las ponencias del presidente de la República, Santiago Peña; del titular del partido VOX de España, Santiago Abascal; así como las del titular de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre, que han marcado la ruta sobre la cual se debe transitar durante estos dos días que se desarrollará el Foro de Madrid en Asunción, en su cuarto encuentro regional.
“Nos han marcado de manera clara sobre cuál es la ruta que debemos seguir, así como la visión que debemos desarrollar desde Paraguay para que contribuya como bastión de principios a nivel mundial”, acotó.
Resaltó que el evento se desarrollará durante dos días, y se espera que, para el cierre del evento, se pueda lograr coincidir en algunos aspectos puntuales que marquen la declaración del Foro de Madrid en Asunción,que finalmente será la postura del bloque.
Al respecto, el concejal Bello indicó que espera que esa declaración refleje a la sociedad paraguaya, que es mayoritariamente de derecha, que profesa una fe religiosa, ya que cree en Dios, además de creer en los valores de la familia, la vida, la libertad, la soberanía, la democracia que construye y constituye la nación paraguaya.
“Siempre es bueno mantener vigente la llama de la esencia de un pueblo, que está arraigado en el tejido social del paraguayo, que cree en cada uno de los principios que he mencionado. Además, cree que deben mantenerse vigente de generación en generación”, concluyó.
Mitic: cuenta de Peña en X fue hackeada para un intento de fraude
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El ministro de Tecnologías de la Información y Comunicación (Mitic), Gustavo Villate, informó este martes que se encuentran trabajando para determinar el origen del ciberataque que sufrió la cuenta oficial del presidente de la República, Santiago Peña, en la plataforma social X.
“Es difícil de identificar el origen, no fue un ataque sencillo, realmente se utilizaron técnicas relativamente avanzadas para poder realizar esta infiltración, pero tenemos indicios desde dónde se hicieron”, comentó Villate en una conferencia de prensa en Mburuvicha Róga, acompañado por el director general de Ciberseguridad de la cartera estatal, Pedro Martínez.
“Este tipo de ataques tiene diferentes intenciones, pero los indicios hacen indicar que esto fue un intento de fraude para recaudar fondos por el propio anuncio”, puntualizó.
Agregó que el Gobierno se encuentra trabajando con organismos internacionales para realizar la trazabilidad del ataque. Señaló que el caso también ya fue comunicado al Ministerio Público a la espera de que se realice la apertura de una investigación de oficio.
Detalló que la filtración se dio mediante una cuenta del equipo de comunicación del Poder Ejecutivo que administraba el perfil del mandatario. “Estaba relacionado a una cuenta de email que era utilizada por unos de los miembros del equipo de comunicación, la cual ya fue identificada y subsanada por completo”, comentó Villate.
Como medidas de seguridad se tomó la decisión de reducir la cantidad de funcionarios encargados de gestionar las redes sociales de Peña. Además, como medidas preventivas se concretaron revisiones y auditorías de las cuentas que tienen administración de los perfiles de entes del Estado y el monitoreo de las sesiones abiertas.
“Si solo decimos que el control es una cuestión de inversión en recursos estamos fracasando. En la mayoría de los escenarios, el 90 % de los accesos o vulneraciones se dan por debilidad en el uso humano de las herramientas y no por la infraestructura que se tiene. Entonces, esto es una cuestión de capacitación", puntualizó Villate.
Por otra parte, el funcionario de Estadoafirmó que existe un trabajo coordinado con el Ministerio de Defensa Nacional en materia de ciberseguridad y ciberdefensa. “En la Estrategia Nacional de Ciberseguridad se contempla esta fuerza conjunta entre Mitic y el Comando de Ejército y las Fuerzas Armadas para poder realizando fortalecimientos”, refirió el secretario de Estado.