Texto: Matías Irala

En los tratados alquímicos, la imagen de una serpiente mordiéndose la cola en un aparente ademán de autofagia, era recurrente. Conocido como uróboros, este ser simboliza la persistencia de la unidad y la idea circular de la perfección.

Hacia finales de los 90 aparecería un curioso círculo en la escena musical de la mano de Billy Howerdel, que tenía ganas de montar una banda, para lo cual invitó al controvertido Maynard James Keenan, vocalista de la banda de metal progresivo Tool. De esta comunión de amigos, se desprende un material que abriría el legado de A Perfect Circle: un compendio de 12 canciones en plan alternativo, donde los arreglos progresivos dieron cátedra de un rock bastante misticista en sus líricas.

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Contrario a Tool, una banda que obliga al espectador a adentrarse a su universo, A Perfect Circle destaca por ser mucho más accesible. La frialdad de ciertas composiciones,llevan a recordar el costado intimista y melancólico de Pink Floyd, de aquel Division Bell del 94.

Mer der noms, es de esa extraña clase de discos que a medida que pasan los años revela más detalles. De ahí su naturaleza mística, al llevarnos a recorrer su círculo una y otra vez, prevaleciendo al tiempo y el espacio.

Canción necesaria: Orestes, por darnos cátedra de que historia, mitología clásica y rock and roll pueden ir de la mano, tranquilamente.

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