Lucas We! es un ilustrador y diseñador gráfico argentino residente en Paraguay desde hace ocho años. Recientemente, inauguró Espacio Bruto, un lugar que propone ver al arte desde otro punto de vista.

Por: Micaela Cattáneo

Fotos: Aníbal Gauto

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Lucas We! es color en un mural, arte en la tapa de un disco, diseño en el producto de una marca, ilustración en un papel en blanco, dibujo libre en la espalda de una chaqueta, animación en un videoclip musical y todo lo que te puedas imaginar. Pero principalmente, es, todo lo que él se pueda imaginar.
Espacio Bruto es el resultado de lo que alguna vez pensó y soñó. Este rincón del barrio Recoleta, que expone obras de varios artistas nacionales, es la síntesis de su proceso creativo; el punto de partida de un arte que no juzga errores, abraza la diversidad de estilos y propone un encuentro alternativo.
Pero, ¿cómo llega a este proyecto? Él, responde: “Gracias a Juanita, mi hija”. Nació hace un mes, faltando pocos días para la inauguración de Espacio Bruto. “Ella me inspiró a crear todo esto”, dice Lucas, quien —en realidad— se apellida Mendoza. Sin embargo, su historia con el arte reúne más de los motivos que, hoy, también, lo hacen padre de este centro cultural en crecimiento.
Nació en Buenos Aires, Argentina. A los cinco años, debido a la separación de sus padres, dejó la capital, con su mamá, para ir a vivir a Formosa. Ella, de profesión modista, es quien surge en la charla cuando intenta explicar dónde empieza su pasión por los dibujos y las formas, los colores y los personajes ficticios de sus ilustraciones.
La inspiración en sí, de todo esto, es mi madre. Desde el ¡vamos! fue una mujer independiente. Dibujó moldes toda su vida, hasta ahora. Recuerdo que ella compraba revistas y modificaba a su estilo las prendas. Cuando tenía clientes, trataba de darles su impronta al diseño. Y es eso lo que yo hago con mi arte”, comenta We!
De niño, coloreó y dio forma a todo lo que su mente creaba. Pero de adolescente, ese pequeño mundo de lápices y hojas en blanco, desapareció. Aunque no por mucho tiempo. “En la secundaria estudié economía. Fueron casi seis años sin dibujar. Hasta que lo retomé una vez que ingresé a la facultad”, relata.
En el 2004, empezó la carrera de Diseño Gráfico en la UNNE, de Resistencia, Chaco argentino. En los cinco años de estudio, descubrió las principales herramientas de la materia. Y las puso en práctica, a la par que formaba su primer colectivo de artistas: el Grupo We! “Salíamos a pintar a la calle, de noche. Era como un juego, donde usábamos lo aprendido en la facu. La denominación We! la establecimos porque era una jerga muy popular en la región. De ahí que uso la firma”, explica el artista.
Al año de haber culminado sus estudios, abrió —junto a colegas del grupo— el estudio Bla bla, con el que buscarían hacer rentables sus trabajos. Pero las cosas no salieron como esperaban. “Fue un fracaso total”, recuerda Lucas. Y agrega: “En el año y medio que estuvimos, habremos hecho dos laburos. Fue imposible. Veía que las personas necesitaban lo que yo sabía hacer, pero no entendía cómo llegar a ellas”.
Hacia nuevos horizontes
A Paraguay llegó en el 2010, después de un llamado de la agencia de publicidad Oniria. La empresa le había propuesto formar parte del equipo de arte. Y aceptó. Desde entonces, vive y trabaja en Asunción, su lugar en el mundo. “En la agencia aprendí a tener una estructura de trabajo. No se trataba sólo de tener una idea y graficarla, sino también de cómo presentarla. Es decir, había que crear y vender”, asegura.
Al año y medio, se volvió freelance. “Los tiempos y los ritmos de la agencia no iban con mi estilo creativo. Desde que trabajo de forma independiente, desarrollo mis ideas en casa. Puedo estar horas sentado, creando. No soy del tipo de persona que puede cortar su trabajo, de la nada, a las seis de la tarde”, destaca.
Para Lucas, el proceso creativo del artista abarca dos etapas: el desarrollo del concepto propio y de la metodología del trabajo. “En la primera, trabajás para vos mismo, y luego, lo sacás. Es un poco la autopromoción, el relato de lo que hacés. Finalmente, ocurre la transición hacia lo laboral, donde establecés un método de trabajo”.
Se considera un artista versátil, porque puede adaptar su obra a cualquier fondo: sea un mural, una botella de cerveza o la tapa de un disco. “Son años de trabajar conmigo mismo, de buscarme constantemente”, justifica. Prefiere no definir su estilo, aunque sabe cuál es el mensaje que quiere transmitir.
Me gusta lo imperfecto, lo que se ve real. Mi filosofía es hacer las cosas de la manera que puedas, y en el momento que creas. Aunque sea bruto o tenga errores. Por eso el nombre del espacio que abrí. Yo creo en los errores, en lo emocional e instantáneo. De lo contrario, me compraría una impresora y lo haría perfecto”, reflexiona.
Arte democrático
Estoy en ese proceso de ser ilustrador o ‘artista en su casa’ a gestor de un espacio que propone democracia cultural”, responde sobre la apertura de Espacio Bruto. “Para mí es gigante. Al menos, en mi cabeza, lo vivo como un Lollapalooza”, ríe. Aunque la galería de arte sea un hecho, asegura que es un proyecto en crecimiento. Por lo tanto, debe llegar a todas las personas.
Con Espacio Bruto quiero mutar, es decir, transformar la manera en que trabajo con el arte. Quiero empezar a generar proyectos y gestionar equipos de trabajo. Primero, por una cuestión de madurez y, segundo, para compartir más tiempo con mi esposa (Maika Rasmussen) y mi hija. Porque me hacen bien”, expresa.
Este año, “es el del testeo, del prototipo”, dice, sobre el lanzamiento del espacio. La primera muestra tuvo como tema principal el San Juan Ára, donde la curaduría estuvo a cargo de Caro Urresti. Pero confirma que habrán dos o tres más, en lo que queda del 2018. “A los artistas que seleccioné para la exposición colectiva les propuse hacer un San Juan no tradicional; una reinterpretación joven, diferente y alternativa de la fiesta. La idea era no exigir mucho y dejar que su cabeza los lleve a donde sea”, señala.
De hecho, les decía a cada uno: “Nadie te va a enseñar lo a que vos te gusta. Tenés que observar naturalmente las herramientas que te dan y ver como adaptarlas a tu estilo”. Para Fuego, San Juan Brutal —nombre de la exposición que dio apertura a Espacio Bruto— seleccionó a un grupo de artistas con poca visibilización.
Yo pertenezco a Pandilla Guaraní, donde son todos muy talentosos. Pero en esta oportunidad, el desafío fue no cerrarme y abrir espacios para nuevos artistas. Hay muchos talentos huérfanos por ahí y yo quería que Bruto abrace a toda esa gente. Se trata de charlar y compartir experiencias, porque si estamos juntos, seguro, pasarán mejores cosas”, analiza.
Con Espacio Bruto, Lucas buscaba su comunidad de gente errante, artistas sin miedo a equivocarse. “Si hablamos de fútbol, somos como las inferiores de un club. En este momento, no nos interesa jugar de primera, sino que queremos jugar nomás. Todo el día. Porque hacemos lo que queremos y eso nos llena”, menciona.
¿Su aporte? “Crear el nuevo arte popular contemporáneo”, contesta, confiado en que ese camino, de a poco, se está construyendo. “Paraguay necesita renovar un poco. Me parece que la chipa, el tereré y el ñandutí son elementos que nos identifican y están súper bien. Pero eso quedó en ‘lo tradicional’. Necesitamos imágenes actuales que hablen de nosotros. Y eso se alcanza con una comunidad activa de gente joven y adulta en constante diálogo”, concluye.

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