El grupo de jazz paraguayo nos cuenta acerca de sus inicios, las novedades de Ahoraite su segundo disco— y el desafío al cual el género se enfrenta cada vez que surge la pregunta: ¿Qué falta para hacer crecer la escena local?

Por: Micaela Cattáneo
Fotos: Gentileza (Negib Giha/Darío Ricardo)
Todavía recuerdan el primer concierto del grupo. De eso, hace como siete años. Un 27 de enero de 2011, el JuanDe (Centro Cultural de España) registraba la primera presentación del cuarteto compuesto por Víctor S. Morel (baterista), Miguel D. Antar (contrabajo), Giovanni Primerano (piano) y Bruno Muñoz (saxo), con un repertorio que recopilaba composiciones de autores nacionales; obras jazzísticas con las que, prácticamente, se habían criado.
Los cuatro se conocían “de antes”, de coincidir en proyectos que, aunque diferentes unos de otros, los juntaba de nuevo tras un sólo objetivo: tocar jazz. De hecho, Víctor y Miguel compartían ensayos y escenarios mucho antes de Joaju, cuando integraban el trío Moby Dick junto a José Villamayor. Sin embargo, estos proyectos los sumergía, únicamente, a un jazz estándar —temas del género que adquirieron cierta notoriedad y fueron reversionados incontables veces—, lo cual no les abría camino a un repertorio de creaciones propias.
La primera vez que surgió como tema la creación del grupo, Morel y Muñoz estaban conversando acerca de lo interesante que resultaría desarrollar una lista de temas con cierta identidad nacional, colectiva o personal. Aquella charla empujó la presentación en el JuanDe, aquel enero del 2011, y esta a su vez, la creación del primer disco del cuarteto: Jazz de acá.
El material –lanzado en julio de ese mismo año– recoge los sonidos del jazz moderno de época, proyectados por grandes compositores como Lobito Martínez, Carlos Schvartzman, Toti Morel, Gustavo Viera, Rolando Chaparro, entre otros. Con Jazz de acá, Joaju —que para entonces no llevaba esta denominación— proporcionó una sonoridad más actual a estas piezas, que nada más y nada menos, abrieron paso al género con sello nacional.
Posterior a eso, nombraron Joaju al cuarteto, dando a entender que la búsqueda del sonido propio también influía en la denominación del grupo. Y es que, difícilmente, en el jazz, se encuentren bandas con rótulos que no sean las individualidades del músico que encabeza y, luego, los términos que hacen referencia a quienes lo acompañan, como “and friends” o “jazz band”.
Desde un principio, el Cuarteto Joaju quería un concepto diferente, un proyecto que denote esa curiosidad e inquietud en la que, constantemente, se mueven los músicos del género. Jazz de acá sería sólo el compás inicial de esa larga composición que empezarían a construir en la escena, una que aún la siguen escribiendo, porque entienden que –en esto de la música– los retos nunca acaban.
Jazz para tocar
Los integrantes de
Joaju consideran que si a nivel local, el género se encuentra hoy en una mejor posición, es gracias a los espacios autogestionados por los músicos de la escena. Morel, Antar, Primerano y Muñoz concuerdan en que desarrollar un proyecto musical es una cuestión de tiempo y etapas, sobre todo por los pocos lugares que existen para difundir lo que hacen.

Cuando hablan de “autogestión”, se refieren a espacios como Drácena o Mburucujazz, de Sebas Ramírez y Bruno Muñoz, respectivamente; lugares fundados por los propios jazzistas para dar a conocer sus formas de tocar música. En esa lista también nombran a eventos como Jazz a la calle y a la gorra —de Gustavo Viera— y al Festival JazzDay Asunción —de Morel—, ideas que contribuyeron a la escena, o que lo siguen haciendo, como el caso del Festival del Día Internacional del Jazz, que va por su quinta edición.

En ese sentido, los Centros Culturales son una pieza importante para este rompecabezas. “Para nosotros, presentar ese repertorio en el JuanDe fue un gran puntapié, sobre todo para darle continuidad al grupo y al material discográfico”, comentan. Y agregan: “Quizás, la falta de espacios influyó en que los músicos de antes no insistan en el surgimiento de sus proyectos”.
Para este cuarteto, contar con lugares donde poder tocar, además de una vidriera, es un estímulo para seguir creando. Todos coinciden en que hace falta consolidar una industria que visualice el trabajo que realizan y, el que aspiran a realizar, también. “Por ejemplo, hace tiempo que nos planteamos la posibilidad de tocar temas de rock nacional, pero quedó ahí, como una idea, porque requiere de mucho tiempo y espacio”, explican.
Los sonidos del nuevo disco
Cuando analizan la dificultad de un proyecto discográfico, argumentan sus reflexiones en torno a sus experiencias como cuarteto. Desde el tercer año, posterior al lanzamiento de Jazz de acá, las ganas de elaborar un segundo material del grupo, aparecieron. Pero como no querían sumergirse a un mundo de “apuros y composiciones de una semana”, decidieron hacerlo de a poco, para encontrarse con cada canción, por el camino.
Ahoraite, su nuevo disco, explora sonidos nuevos y no sólo composiciones de músicos de jazz. En este material, Joaju viajará por composiciones folclóricas —como las de Agustín Barboza—, de música social urbana, de jazz nacional —como las de Carlos Centurión—, y por otras propias, creadas por Giovanni y Bruno. Además, no olvidarán el swing, un estilo que los apasiona.
A diferencia del primer material discográfico, Ahoraite se escuchará más acústico, valor al que llegaron –en parte– gracias a Dave Darlington, el ingeniero de sonido dos veces ganador de premios Grammy, por su trabajo en discos de Wayne Shorter y Eddie Palmieri. “Siempre buscamos que el que mezcle o masterice tenga el oído del estilo que estamos haciendo”, contestan al respecto.
A un año de haber grabado el nuevo material, esperan ansiosos su recepción. Ahoraite se lanzará este abril, a través de las plataformas digitales y, el 30 de mayo, en formato físico, con un concierto en el Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA). Víctor, Miguel, Giovanni y Bruno adelantan composiciones “lo más acústicas posible” para este disco, porque al fin y al cabo, es así como se escucharán en sus shows.

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