La forma del agua (The Shape of Water) obtuvo el Óscar a Mejor Película y le dio a su director —el mexicano Guillermo del Toro— el preciado galardón de Mejor Director. Aquí te dejamos una reseña de la historia que obtuvo además las estatuillas a Mejor Banda Sonora y Mejor Diseño de Producción.

Por: Marlene Sautu
marlenesautu@gmail.com

Estamos a principios de los 60, en Baltimore (Estados Unidos) y seguimos la vida de Elisa Espósito (Sally Hawkins), quien trabaja como limpiadora nocturna en un laboratorio del gobierno, tiene unas cicatrices muy raras en cuello, es amante del cine y de la música, es muda, vive sola en un antiguo edificio que está situado al lado de un cine y tiene un vecino, un hombre mayor, que es su único y su más mejor amigo, y además es gay.

Un buen día, Elisa y su compañera de trabajo Zelda (Octavia Spencer) son convocadas para ir a limpiar a un sector específico del laboratorio, en donde Elisa se percata del ingreso de una suerte de cápsula acuática con una extraña criatura adentro. Inmediatamente se establece una mágica conexión entre ambos.

La forma del agua hace la colosal tarea de trabajar y unir tantos géneros en una sola obra.

En La forma del agua se aplica la fórmula clásica de un cuento de hadas, con una heroína —que en este caso es una Princesa sin voz, así como se la presenta al inicio—, un narrador —que es el vecino—, una aliada de la Princesa —su amiga y compañera de trabajo—, un villano monstruoso y acosador que es el Jefe del laboratorio—, un hado padrino —un científico y espía ruso que le ayuda— y un príncipe azul —que en este caso es una hermosa criatura, anfibia y humanoide, venida del mundo marino, con aquel corpore, aquella fuerza, aquella inteligencia y aquellos poderes curativos. No habla, al igual que la Princesa sin voz, pero emite como sonido característico, una especie de ronroneo acuático.

La forma del agua hace la colosal tarea de trabajar y unir tantos géneros en una sola obra. La fantasía, el suspenso, el romance, el terror, lo erótico y hasta una pizca de comedia. Es por eso que el laburazo a cargo de nuestro adorado Guillermo Del Toro es toda una lección maestra de dirección cinematografica y, encima, con el agregado de la cinefilia. Porque detrás de cada escena, detrás de cada personaje y detrás de cada detalle, subyace un precioso homenaje al cine dentro del cine, proveniente de un autor como Del Toro, que se nota, es un eterno enamorado del séptimo arte.

La forma del agua encabezaba la lista de nominaciones para el Óscar, con 13 candidaturas —de las cuales obtuvo 4, entre ellas Mejor Película y Mejor Director para Guillermo del Toro

Todo funciona a la perfección en La forma del agua. Pero eso sí: funciona únicamente en un plano naíf y sólo si hay predisposición para verla con ojos bien inocentes y llenos de polvo de estrellas y mucha fantasía. Porque si empezamos a recurrir a la lógica, vamos a encontrar que, por ejemplo, hay ciertas preguntas que no tienen respuestas, ya que la historia es bella y mágica pero carece de cierta profundidad. Por otro lado, ni se les ocurra compararla con El laberinto del fauno porque ahí la decepción puede llegar a ser fatal.

Si bien La forma del agua encabezaba la lista de nominaciones para el Óscar, con 13 candidaturas —de las cuales obtuvo 4, entre ellas Mejor Película y Mejor Director para Guillermo del Toro— aún le falta para estar a la altura de El laberinto del fauno (2006), que, personalmente para mí, sigue siendo su mejor película, hasta la fecha.

En cuanto a las actuaciones, todo parece seguir una línea un tanto amplificada, muy propio de las fábulas y del cine fantástico. Cabe resaltar que Sally Hawkins —nominada a Mejor Actriz— está sublime; así como también siempre es un mega hallo verle a Michael Shannon y más acá porque es el villano. Octavia Spencer —nominada a Mejor Actriz de Reparto— está genial y escuchar los plagueos de su personaje es lo más divertido de este mundo.

Doug Jones —el mismo actor que hizo del Fauno en El laberinto del faunovuelve a brillar y esta vez interpretando a la particular criatura marina. Richard Jenkins —nominado al Óscar a Mejor Actor De Reparto— está adorable e imponente en el papel del dibujante y cinéfilo vecino gay; y también se luce Michael Stuhlbarg, en el papel del científico ruso, aunque no de manera tan magistral como en Call me by your name.

La forma del agua es una película valiente, que se atreve a soñar y a defender la libertad del amor en épocas de crisis y extremo realismo. Recordamos que sigue en cartelera y que se trata de una peli, que, sin duda, es para verla en el cine y disfrutar de todo ese poderío visual y hechizante. Más aún cuando la historia es una excusa para soñar y olvidarnos de la cruda realidad, aunque sea un ratito.

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