Parece una misión imposible reducir su vida a una película de dos horas, por lo cual lo más sensato es tomar una parte específica. Esta nueva producción cinematográfica examina los primeros días de su ascenso como Primer Ministro durante la Segunda Guerra Mundial y el desafío que lo hizo ganarse su lugar en la historia.
Por: Jazmín Gómez Fleitas
jazmin.gomez@gruponacion.com.py
Gentileza: Filmagic
Gary Oldman se mete en la piel del hombre de estado británico, célebre por sus discursos y reconocido como un gran líder en tiempos adversos. Es imposible no saber de este hombre que cambió el curso de la historia mundial o no haber visto un atisbo suyo en películas, incluso series, como en la actual The Crown, donde en un episodio de una hora se aborda una situación específica de su vida.

Las horas más oscuras tiene como director a Joe Wright (reconocido por Orgullo y Prejuicio, Atonement o Anna Karenina) y al guionista y productor Anthony McCarten (nominado al Óscar por el guión de La teoría del todo) para contextualizar la situación frente a la cual Churchill se encontraba.

La amenaza de invasión del Reino Unido por las fuerzas de Hitler se avecina. Un total de 300.000 soldados británicos son acorralados en Dunkirk y Churchill descubre que sus propios hombres complotan contra él y que el Rey Jorge VI (interpretado por Ben Mendelsohn) no cree que él pueda estar a la altura como Primer Ministro.

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Churchill tiene 65 años cuando es nombrado al cargo, el 10 de mayo de 1940. Y se ve confrontado con las opciones de: negociar un tratado de paz con la Alemania Nazi y salvar al pueblo británico de un costo terrible o luchar contra todas las probabilidades en su contra.

Con el apoyo de su esposa Clemmie (Kristin Scott Thomas) —con quien lleva entonces más de 31 años de matrimonio—, Churchill pondrá a prueba el poder de las palabras para mantenerse firme, luchar por los ideales de libertad e inspirar a su pueblo —mediante discursos que tendrán por propósito unir a la nación— mientras soporta su peor momento.

Escribir el guión
Al guionista Anthony McCarten le habían llamado mucho la atención los discursos que el mismo Churchill escribió. Su guión más reciente, La teoría del todo, ya exploraba el poder de las palabras de otro gran hombre como Stephen Hawkins, incluso mucho después de que él ya no pudiera hablar.

"Las palabras pueden cambiar el mundo, y de hecho, lo cambian. Esto es precisamente lo que sucedió a través de Winston Churchill en 1940. Él estaba bajo una gran presión política y personal, y a la vez fue estimulado a tales alturas en tan pocos días, una y otra vez. La pregunta que se hacía Inglaterra era si debía pelear sola —tal vez para la destrucción de las fuerzas armadas e incluso la nación—, o mantenerse a salvo —como creían el Vizconde Halifaz y el Primer Ministro saliente, Neville Chamberlain—", aclara McCarten.

Su investigación lo llevó a encontrar las minutas de las reuniones de Gabinete de Guerra de Churchill. "Estas revelaban un período de incertidumbre, algo que no tenemos en cuenta al considerar su sólido liderazgo. Winston sabía que había tomado decisiones equivocadas en el pasado, ciertamente durante la Primera Guerra Mundial con la Batalla de Gallipoli. Revelaba no solo a un líder en problemas, bajo ataque por todas partes e inseguro respecto de qué dirección tomar, pero también cuán peligrosamente estuvo un país de celebrar un acuerdo de "paz" con un enemigo que, sin control, hubiera reformulado el mundo para siempre".

Y así fue que McCarten consiguió tener 16 páginas escritas en 8 días, que se las enseñó a la productora Lisa Bruce, con quien había hecho su anterior película. Bruce consiguió que Working Title produciera la película y que atrajera, nada menos que al director Joe Wright: "Me sentí inmediatamente atrapado en lo que era un verdadero drama puro y adictivo. Siempre he considerado a la Segunda Guerra Mundial como el punto de apoyo de la palanca del siglo XX. Cambió todo. Si el público actual puede sentirse atraído por un ícono de aquella época como ser humano, entonces sus cualidades de liderazgo serán mucho más inspiradoras".

McCarten y Wright empezaron a desarrollar juntos una película que concibieron para el mundo, no sólo para un público británico. "Las horas más oscuras se trata, en gran medida acerca de la duda, de una crisis de confianza. Lo que resulta tan atractivo es que estás con una leyenda a medida que se eleva por encima de las dificultades que todos enfrentamos".

Churchill, de carne y hueso
Gary Oldman ya había rechazado anteriormente un papel sobre Winston Churchill debido al componente físico. "Siempre me había fascinado Churchill dado que él fue verdaderamente nuestro mayor hombre de Estado. Sin embargo, no era alguien al que estuviera buscando interpretar. Pero lo que me gustó del guión de Anthony fue que dramatiza algunas semanas cruciales, así que no hay un salto hacia adelante ni hacia atrás, no hay envejecimiento".

Y con ese punto a favor de la película, Oldman también admite que quería decir alguna vez los discursos de Churchill. "Quería decir esas palabras que él mismo escribió, ya que son algunos de las mejores en idioma inglés. Era notable porque él no era partidario de la prosa grandilocuente, ni sobrecargada con metáforas o imágenes. Podía usarlas cuando las necesitara. Pero entendía a las personas a las que les hablaba directamente y se aseguró de que lo que dijera fuera justo al corazón de la Nación".

Según Joe Wright concibió Las horas más oscuras, el equipo pudo describir el contexto de esos discursos excepcionales, así como las circunstancias que forjaron su escritura.
"Lo que no siempre recuerdan las personas es que Winston comenzó como periodista. Escribir era su primer gran talento, uno que le serviría muchísimo después". Y Anthony McCarten agrega: "Él era escritor antes que cualquier otra cosa, y sus palabras formaron un legado duradero".

El desafío de conversión de Oldman inició con la voz. "Todo comienza con la voz. Tuve que convencerme de que podía sonar como Churchill. Así que tomé uno de sus discursos y un grabador de teléfono y comencé a experimentar. Luego investigué el material escrito fuera del guión para conocer acerca del hombre que se enfrentó a un tirano. Quería llegar a lo psicológico y lo intelectual. Quería construirlo ladrillo por ladrillo", señala.

Pronto descubrió cómo hacer sonar su voz de la forma más parecida a la de Churchill, que tenía un ceceo, y una voz nasal, una especie de voz gangosa. Escogió cuáles de esos rasgos interpretar y le pasó sus primeras grabaciones al director para que las evaluara.

El arte de la prótesis y el maquillaje
La conversión total llegó con la participación de Kasujiro Tsuji en el diseño de la prótesis que usaría Oldman y lo convertiría en Churchill, así como también el maquillaje y el peinado. Tsuji que ya se había retirado de Hollywood —se dedicaba a la escultura de piezas hiperrealistas contemporáneas desde el 2012 —, sin embargo acudió al llamado.

El desafío estaba en que las proporciones y el tamaño de sus cabezas eran completamente distintas. "Gary tiene una cabeza de forma ovalada mientras que Churchill tenía un rostro redondo, más comprimido. Los ojos de Gary están cerca entre sí, mientras que los de Churchill son totalmente lo contrario. El trabajo requería creatividad para encontrar un híbrido", explica Tsuji.

Les llevó seis meses desarrollar el equilibrio justo: adaptar, esculpir, aplicar, ajustar, agregar y quitar. Tsuji también tomó moldes de Oldman, moldes vivos de cuerpo completo y moldes de cabeza, para las pruebas de maquillaje. Con fotografías y videos de la vida real de Churchill a mano, Tsuji esculpió los rasgos de Winston en arcilla, hizo un molde de la similitud, vació caucho de silicona en ese molde y lo aplicó en el rostro de Gary. También una peluca y postizos para lograr el peinado.

Tsuji también había construido para Oldman un traje corporal de espuma, que ayudaba no solo a lograr la forma del cuerpo sino también a la postura. Para el momento que comenzó la producción —en el otoño de 2016 —, la aplicación diaria completa era casi una ciencia exacta, que llevaba hasta tres horas y media, y contribuía a que los días de trabajo de Oldman se extendieran a 18-20 horas en total. "Yo llegaba al estudio a las 3 A.M. para la prótesis y el maquillaje", recuerda. "El vestuario llevaría otra media hora, hasta cuando llegaba el equipo a las 7".

¿Lo veremos totalmente transformado en Churchill el 15 de febrero? La película además está nominada a los premios de la Academia en las siguientes categorías: Mejor película, Mejor actor, Mejor fotografía, Mejor diseño de producción, Mejor vestuario y Mejor maquillaje.

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