Te guste o no, tu futuro siempre es planificado. La diferencia está en que podés dejar esta planificación al destino, a otras personas, o a vos misma. Si elegiste lo último, seguí leyendo. En esta edición te traigo unos consejos para planificar tu día a día y mejorar tu productividad.
Por: Aura Zelada
1. Tener una sola agenda para todo
En un cuaderno, una agenda o una app, debés anotar diariamente todo aquello que tenés que hacer para cumplir con tus metas de vida. Es importante que todo esté en un único lugar, ya que las tareas del trabajo, tus actividades personales, los eventos familiares y los compromisos académicos forman parte de tu vida, que es una sola. Y al igual que el resto de las personas, contás con sólo 24 horas para llevar todas estas actividades a cabo.
Así que eso de tener una agenda para el trabajo, otra para la casa sólo te puede ocasionar confusiones, como confirmar una reunión laboral en el horario en que tenés cita para el médico o es el festival de tu hijo en el cole.
2. Marcar las actividades principales del día
Para eso, cada día debés marcar cuál o cuáles son las tareas más importantes a terminar ese día. Es importante que en esto seas realista y marques objetivos que podés cumplir, para evitar frustraciones y avanzar. Para eso debés conocer tus tiempos y aprender a desglosar las tareas.
3. Conocer tus tiempos reales
Por ejemplo: ¿Cuántos minutos tardás entre decir “Ok, ya me voy” y realmente estar en el auto saliendo? Todas sabemos que entre pronunciar esas palabras y efectivamente salir de la casa hay una serie de actividades como buscar la cartera y el celular, ir a hacer pis; y ya que estás en el baño te podés retocar el maquillaje, peinar un poco, lavarte los dientes, etc.
4. Dividir tareas grandes en varias pequeñas
Siempre es mejor tener varias tareas pequeñas en lugar de una sola muy grande. Además de ser importante para llegar a tus metas de una manera más organizada, es mucho más placentero ir marcando cada día con un check, a medida que vas realizándolas.
Cuando estés atascada y no sepas por dónde empezar, podés hacerte la siguiente pregunta: ¿Es importante o urgente?
Cuando la tarea es importante y además urgente, hay que actuar. Sin embargo, cuando es importante pero no urgente, la respuesta es planificar. Cuando la tarea no es importante, ni tampoco urgente, se debe delegar. Y sólo cuando la tarea no es realmente importante ni urgente, la podés posponer.