En esta serie de fantasía histórica hay un personaje que destaca por sobre el resto: los imponentes paisajes de las Tierras Altas. La historia que inicia con una enfermera de combate que regresa de la Segunda Guerra Mundial y viaja a la Escocia del siglo XVIII, es una aventura de proporciones épicas que no querrán perderse.

Por: Jazmín Gómez Fleitas

jazmin.gomez@lanacion.com.py

Aventura, fantasía, acción, romance y ficción histórica, una fusión que resulta muy, muy interesante. La historia es la adaptación audiovisual de la saga que la escritora Diana Gabaldon inició en 1991 y que fue engrosándose a lo largo de los años, hasta llegar a ocho libros en 2014, y a ser traducida a 34 idiomas.
La propuesta inicia así, con Claire Randall (Caitriona Balfe) quien se reencuentra con su esposo Frank Randall (Tobias Menzies), luego de que ambos hayan servido en la Segunda Guerra Mundial. Ella, al frente como enfermera, y él, como parte de la inteligencia. Deciden tener una segunda luna de miel en Escocia para retomar la relación justo donde la habían dejado antes de verse arrastrados por la guerra. Además, Frank aprovecha la estadía para investigar acerca de sus antepasados, ya que es historiador.
Aquí es donde inicia todo porque entre genealogías encontradas y recorridos por los castillos, Claire desaparece de 1945 para reaparecer en 1743, en un bosque y amenazada por un desconocido que resulta ser el antepasado de su esposo, el Capitán de las Tropas Inglesas ‘Black’ Jack Randall (interpretado también por Tobias Menzies). Aunque Claire es salvada por un grupo de escoceses que la toman bajo su cuidado, por su condición de mujer sola e inglesa en una época en la que los enfrentamientos entre escoceses e ingleses iban en aumento, es considerada una espía.

En medio de los esfuerzos de escape por parte de Claire y sus demostraciones de lealtad para desmentir lo de ser espía, la trama se vuelve más compleja. Los primeros capítulos son tan sólo una exhaustiva descripción que pone al espectador en contexto: las costumbres de los clanes de las Tierras Altas, sus creencias, organización política y las amenazas a las que se enfrentan.

Sin embargo, Claire tampoco pasa desapercibida para las casacas rojas (los soldados ingleses) y la sombra de Black Jack se cierne cada vez más amplia sobre ella, tanto que sus amigos escoceses se arriesgan a proveerle una protección más efectiva para la época: casarse con uno de ellos para ser parte del clan. El elegido, el más joven e ingenuo, pero no por eso menos valiente, y mucho más apuesto que todos los demás: el guerrero Jamie Fraser (Sam Heughan, actor de nacionalidad escocesa), hará que sus planes de escape se vuelvan un tanto difusos.

De aquí en adelante, todo lo mejor y emocionante. Y no sólo por el romance de proporciones épicas del cual serán testigos, también por todo lo que lo envuelve, el contexto histórico que es el real hilo conductor en la narración: escoceses patriotas, levantamientos jacobitas para devolver a la Casa de Estuardo el trono de Inglaterra, los enfrentamientos, la guerra, la aventura, el heroísmo de Jamie Fraser y, por supuesto, la valentía y labia de Claire, que no condicen con la época.
La fusión de historia y ciencia ficción
La escritora es fan confesa de la serie británica Doctor Who y toma la idea de aventurarse a escribir una primera novela de allí mismo. Gabaldon está graduada en Zoología y ejercía como profesora. Empezó a escribir antes de que Internet se expandiera y lo hizo a la vieja escuela: leyendo muchos libros. La inspiración le llega tras volver a ver el episodio Juegos de Guerra de Doctor Who, en donde uno de los acompañantes del Doctor en 1745, es un escocés. De ahí toma el período histórico y esboza al personaje masculino.
Por otra parte, Claire hace que el peso de la narración recaiga en la protagonista femenina, al ir contándolo todo en primera persona y con comentarios mordaces y hasta adelantados a su tiempo -no importa en cual esté, spoiler alert-. Las dos primeras temporadas se encuentran disponibles en Netflix y el creador de la serie, Ronald D. Moore, ya tiene confirmada hasta la cuarta temporada que se emitirá en 2018, y no descarta que haya una quinta.
El actor que encarna a Jamie, Sam Heughan, es además un fanático de Volver al Futuro -según las entrevistas, no para de hablar de eso durante los rodajes-, así que demás está decir que le encanta la temática de los viajes en el tiempo. Además, quería estar en la serie porque Ronald D. Moore trabajó en Star Trek y en Battlestar Galactica.
Ahora mismo está emitiéndose la tercera temporada en Estados Unidos; esperamos que no tarde mucho en estar disponible en la plataforma de streaming. Según la cadena de televisión E!, la serie está en la lista de las diez más vistas actualmente, estuvo presente en la Comic Con y la revista EW le cedió la portada a los protagonistas antes del estreno. Todo esto debido a la cantidad de fans que fue cosechando, quienes acuñaron el término droughtlander (drought por sequía) debido a la espera de un año entre la segunda (finalizó en julio de 2016) y tercera temporada (estrenó el primer episodio el pasado 10 de setiembre).
Enamorarse de Escocia
La serie es una de las mejores logradas y no sólo porque fue grabada en Escocia, también por el trabajo sumamente detallista de los departamentos de vestuario y arte, específicamente a lo que a medicina de la época se refiere.
En promedio, se dedican 144 horas de grabación a cada episodio (12 a 13 jornadas de 12 horas cada una). La serie se graba en lugares reales o en sets que reproducen los lugares interiores -ya lo verán en la segunda temporada, así no les damos spoilers-. Los castillos y las montañas no son CGI (imágenes creadas por computadora), lo que obliga a los actores e integrantes del rodaje a aguantar los cambios climáticos, sobre todo, las bajas temperaturas al aire libre.
Se requiere de un aproximado de 1.500 trajes por temporada, y en general hay más de 25.000 artículos para la serie. El equipo de prótesis y maquillaje es de los primeros en arrancar la jornada de rodajes. Todo el vestuario va a cargo de Terry Dresbach y Sam utiliza una prótesis en la espalda que toma más de dos horas y media en colocársela -seguro querrán saber porqué una prótesis, ¿no?-.
Los trajes son reales y no está permitido que lleven cierres ni velcros, mientras que las polleras escocesas se usan igual a la tradición, sin nada debajo. Además se deja que cada actor se las coloque como prefiera, para que cada personaje tenga una personalidad propia.
La serie tuvo un impacto tan profundo, que si uno ingresa a www.visitscotland.com podrá ver una pestaña para recorrer los lugares de rodaje, pero aun más, para resaltar las partes de la serie que hablan de la historia escocesa como: los levantamientos jacobitas, los castillos, los menhires (monumentos de piedras de más de 10.000 años de los cuales su significado aun sigue siendo un misterio) y más, todo lo cual está inmerso en Outlander.

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