De las actrices más queridas del país, cumple diez años de trabajar en lo que ama. La vimos en películas, en el teatro y en la televisión. Con especializaciones en comedia musical y baile, su preparación es completa. ¿Qué se viene después?

Por: Jazmín Gómez Fleitas

Fotografía y edición digital: Natalia Planás

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Producción: Juan Ángel Monzón

Estilismo: Matías Irala

Andrea (28) terminó la carrera de actuación en el 2007, en la escuela de teatro de Margarita Irún. Hace diez años que empezó a vivir su sueño y no esconde la emoción. "¡Qué mucho pasó! Tuve trabajo actoral ininterrumpido: obras de teatro, ficciones de tevé, cortos, videoclips, obras de teatro, acá y en el extranjero. A final de año seguro voy a hacer una gran fiesta para disfrutar con mis amigos y queridos colegas, estos años de realización profesional", comenta con entusiasmo.

Y es que Andrea de chica siempre jugó "al escenario", actuando, bailando o cantando. Sus padres le inculcaron el valor por el arte, sobre todo con el ballet; pero fue a los doce años que entró a su primera clase de teatro en la escuela de Margarita Irún. A partir de allí, descubriría con el tiempo que su pasión estaba en dedicarse profesionalmente a la interpretación.

"Las películas siempre fueron parte importante de mi vida. Amo el cine, como entretenimiento, como aprendizaje y como disparador de la imaginación. Agradezco muchísimo que mis padres me hayan llevado al cine y al teatro desde siempre. Pero la puerta de mi amor por el teatro creo que siempre fue mi imaginación y la capacidad que tenía de sentirme en la historia y el personaje que creaba, el placer en distanciarme de mí misma para ser alguien más, así que creo que los juegos de niños tuvieron mucho que ver", comenta.

De su infancia nace su gusto por los musicales y las grandes producciones. Por eso fue un hito en su carrera el haber ganado una beca para la escuela de Julio Bocca en Buenos Aires en el 2011 y, a raíz de ello, mudarse al país vecino. Destaca que todo lo vivido en ese tiempo lo lleva a flor de piel en su día a día, como persona y artista. "Todo lo que experimenté me hizo una intérprete diferente. Y algo que puedo resaltar es la profesionalización del trabajo como actor: organización laboral, los papeles, los derechos, el trato y la dignificación de este trabajo. Ellos tienen muy claro eso, desde el teatro más under hasta la producción cinematográfica más grande".

La aventura de la actuación

Para Andrea interpretar a un personaje significa: "Conocer psicológicamente a esa persona, desde su historia, su entorno, su personalidad, te lleva a entender su accionar. Del porqué alguien podría convertirse en un loco de celos, en un estafador o hasta en un asesino, lo que fuere. Y ese entendimiento permite el mágico momento en que tenés puesta la ropa de otro, en un lugar ajeno, con las emociones de un pasado que no es tuyo, dentro de una situación que no te pertenece, dando paso a la vivencia de algo diferente y el momento en que te olvidás de tu propia presencia".

Entre el cine, el teatro y la televisión, no tiene un favorito. Los tres cuentan con magia propia y Andrea disfruta de las diferencias en cada uno de ellos. Detalla que requieren preparaciones y herramientas diferentes, que en el teatro se ensaya dos meses en promedio, en el cine se realizan varios ensayos técnicos; mientras, en la tele se hacen dos pasadas antes de grabar una escena.

"En teatro creás un trabajo perfecto de voz, corporalidad y sentimiento día a día en los ensayos hasta llegar a una cúspide buscada por el director, que luego se repite en las funciones pero con una energía de estar vivo, de pasar en el momento. En el cine uno tiene que convivir con otro protagonista que no son los actores, es la cámara, que tiene sus propias limitaciones y a la vez, es todo lo contrario. La cámara puede ver un trabajo minúsculo del actor que el espectador no podría captar en un escenario. Y lo mágico de hacer ficción televisiva para mí está en que uno vive muchas situaciones de vida con un mismo personaje, no una sola repetida, como en el cine o en el teatro. En la tele vivimos con un personaje como vivimos con nosotros mismos; entonces, a medida que pasan los capítulos, se viven con una naturalidad que ya no es forzada sino propia", ríe y subraya: "Podría hablar horas de esto".

Una rutina que no para

Este año también estrenó programa de radio. No es su primera participación en este medio pero sí la primera que acompaña desde su mismo inicio. Y debido a eso, sus días empiezan bien temprano. Se levanta a las 5:30 y corre a la señal dual de Hei Radio y TV para que la preparen y así arranque con Un día de locos junto a Marcelo Burgos a las 6:30.

"La verdad es que estoy aprendiendo muchísimo de esta nueva experiencia, de Marcelo y los demás compañeros con mas años en la radio. Un dia de locos es un programa muy divertido que está encontrando una renovada identidad y nuevo público. Tengo la grandísima dicha de trabajar siempre de lo que me gusta y crecer en eso. La verdad que con respecto a la voz, el teatro es mucho más jugado. La voz escénica no tiene un micrófono, tiene que sonar hasta la última butaca de un gran teatro sin ayuda, pero sí hay que cuidar otras cosas. Yo tengo la voz muy potente, especial para el teatro, pero en la radio tengo que cuidar este aspecto. Ademas hay que cuidar la dicción en una manera de hablar espontánea y coloquial desde mí misma, lo que no es igual a lo que vengo trabajando tantos años".

Desayuna entre los bloques de la radio y, al terminar, es su oportunidad para ir al gimnasio o hacer ejercicios. Trata de almorzar en su casa para mantener cierto orden en su alimentación, aunque a veces se le complica. Dependiendo de la agenda, la tarde o la noche le dedica a los ensayos. Ahora mismo está con La salita roja, una adaptación de la comedia argentina del mismo nombre que estrena en julio bajo la dirección de Jorge Baez.

Luego, asiste a la Universidad Católica de Asunción donde cursa Periodismo. Está en su último año y, en realidad empezó en el 2007, pero lo pausó varias veces debido a motivos laborales con un paréntesis de cuatro años cuando se mudó a Buenos Aires. "Me encanta la radio, los medios en general y siempre soñé con desempeñarme en periodismo de espectáculos, es por eso que estudio la carrera hace varios años".

Su día a día siempre es distinto ya que está entre entrevistas, sesiones de fotos para marcas o eventos. Los fines de semana pueden incluir ensayos antes del estreno y, luego, las funciones. También trata de bajar más el ritmo para priorizar su tiempo. "Hoy soy selectiva en esta parte, porque después de andar tantos años a las corridas, me di cuenta que si no descanso y paso un tiempo con mis seres queridos, realmente no rindo como debería ni disfruto de mi trabajo como me gustaría". Recientemente tuvo faringoamigdalitis aguda, se quedó sin voz y no le quedó otra opción que postergar todo y recuperarse completamente. Justo a tiempo para concedernos esta entrevista.

La salita roja

Estrena el 7 de julio en Arlequín Teatro. Se trata de una reunión de padres de un jardín en el que cada uno es diferente y se ve obligado a socializar con otros, dando lugar a situaciones disparatadas. Andrea explica: "Verla en el escenario es divertido, me toca ser la mamá new age, como la de mente más abierta, pero también con una postura que me hace chocar con los otros padres. Espero que la disfruten". Comparte reparto con: Hernán Melgarejo, Natalia Cálcena, Joaquín Díaz Sacco, Antonella Zaldívar y Diana Frutos.

Dejanos tu comentario