Después del éxito de La La Land, los musicales han estado en boca de todos. Desde antes del clásico Singing in the rain, el género ha gozado de buena fama en el cine y en las tablas. A continuación un recorrido por los títulos cinematográficos que inspiraron la creación de la primera escuela de comedia musical en el país.

Por: Micaela Cattáneo

El otro día leía en palabras de Monique Caulfield, la productora responsable de Basmati Blues -el primer musical vendido en Berlín-, la esencia que define a esta rama del arte: "Vivimos una época estresante en el mundo, que los musicales nos transportan como ningún otro género".

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Recordé lo que dijo cuando salí de una función de La Bella y la Bestia, el domingo pasado. La reacción del público luego del The End confirmaba cuán mágica es la música en las historias que conjugan fantasía con un mensaje real. Aunque el auditorio conocía con anticipación la trama y lo emocionante de la versión animada de 1991, el objetivo de esta nueva puesta cinematográfica de Disney era bastante claro: invitarnos a soñar.

Pero en 1952, Gene Kelly nos ilustraba en la pantalla grande qué tan inspiradores pueden llegar a ser los musicales. Cantando bajo la lluvia demostró cómo las escenas de baile perduran en el tiempo; en la memoria cultural del espectador. Un hombre enamorado danzando tap en el Hollywood de los años 40, no es cosa fácil de olvidar (aún medio siglo después).

Sobre canto, baile y actuación, Julie Andrews podría hablarnos horas y horas. La actriz que interpretó a Mary Poppins en 1964 y a La novicia rebelde en 1965 inundó de colores al género, que de a poco iba ganando terreno en el séptimo arte. La canción Do-re-mi conquistó el oído musical de quienes, en cualquier rincón del mundo, no se animaban a decir que sí al arte como estilo de vida.

El amor, como tema universal, protagonizó las carteleras de cine de los 70; títulos como Grease, Cabaret, Jesucristo Superstar y Fiebre de sábado por la noche legaron coreografías de mucha creatividad y brillo, algo a lo que los fanáticos del género venían acostumbrándose desde el montaje de West Side Story (1961).

Una década después, lo cadencioso de este arte integral llegaría de la mano de Footloose (1984). Un guión con fuerza, debido a que los autores se basaron en algunos hechos reales ocurridos en una comunidad de Oklahoma; además, de una banda sonora que sigue sorprendiendo en fiestas de graduación. (Más aún después de la adaptación del 2011).

El "as bajo la manga" del cine musical se destapó a partir del 2000. El nuevo milenio trajo consigo producciones que deslumbraron por su fotografía, vestuario y facetas de actores consagrados que nunca antes habíamos visto. Un ejemplo claro: Nicole Kidman en Moulin Rouge (2001) y Catherine Zeta-Jones en Chicago (2002). Una nueva era en los musicales estaba empezando.

No cabe duda, el futuro de los musicales es el resultado de un pasado y presente fértil. Se construyen conforme a la época, pero no dejan de lado su origen; sus raíces. Esa chispa de ilusión, esperanza y felicidad que contagian al público los vuelve interesantes desde cualquier punto de vista.

Mamma Mía (2008), Los Miscerables (2012) y el más reciente, La La Land (2016) demostraron que la convocatoria de seguidores con diferentes opiniones sobre el género, crece; que el interés por descubrir esta nueva forma de hace arte, no se pierde con los años y que, definitivamente, ha vuelto para quedarse.

El sueño en Paraguay

Bettina Taborda. Foto: Óscar Rivet

Hace un año atrás, entre búsquedas de Google y etiquetas de Facebook, encontré que desde hace siete años, la comedia musical en nuestro país dejó de ser sólo un deseo entre voces. Desde el 2010, la escuela de Bettina Taborda es la primera en formar a niños, jóvenes y adultos en el canto, el baile y la actuación.

"El artista cuanto más versátil es transmite mayor intensidad", explica Taborda, quien desde los dos años está conectada al arte. "En mi casa la música siempre estuvo presente, escuchaba folklore, rock y clásico. Nunca quise ser improvisada: a los 18 años terminé mis estudios de danza y tomé cursos de teatro y canto en Paraguay y Argentina. Mi intención desde un principio fue formar artistas", agregó.

El elenco de la escuela ha tomado fragmentos de Chicago, el Rey León, La Novicia Rebelde, Hairspray, Tarzán, El Fantasma de la Ópera, entre otros, para acercarlos al público paraguayo desde las tablas; todas con canciones en vivo. "El verdadero actor de comedia musical tiene la técnica para cantar en escena, por eso hacer playback en el escenario es matar la esencia", destaca.

Este año proyectan homenajes a grandes leyendas del rock y del mundo infantil; además de los clásicos recitales de Navidad. "Como artista me nutro cuando veo a mis alumnos crecer. Animarse a crear y creer en los sueños es lo que nos mantiene vivos en esta profesión", finalizó.

Etiquetas: #Comedia#Musical

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