A los once el arte la eligió a ella y a los 24, ella eligió al cine. Estudió y vivió en Buenos Aires durante siete años, pero luego regresó al país. La productora de la película La redención junto a otros tres proyectos nacionales, nos cuenta de qué se trata apostar por un cine posible.

Entrevista: Jazmín Gómez Fleitas

Fotografía y edición digital: Manuel Meza

Producción: Juan Ángel Monzón

Estilismo: Matías Irala

En nuestro país el cine es un mercado incipiente que va creciendo poco a poco en la búsqueda y construcción de un cine nacional, con cada producción que se estrena. Y cada una que sale, con sus aciertos y errores, tuvo que haber pasado por un largo camino antes de hacerse realidad. La visión de Aline (33) sobre este desafío que deben afrontar los realizadores, es animarse a probar otras alternativas para bajar los costos y que, a su vez, ayuden a formar un público en el interior del país.

Su historia comienza en el interior, en la ciudad de Coronel Oviedo. A los once años tuvo su primer contacto directo de trabajo en el arte, y más por necesidad que por ganas, empezó a enseñar declamación artística. "Estudiaba en un colegio privado de Coronel Oviedo, pero como mis padres se separaron, surgió la necesidad de cambiar de colegio", cuenta. En esta institución se brindaban clases de declamación artística como un taller extracurricular, lo cual le significó su primera oportunidad laboral: "La docente era de la capital y llegó a un punto en donde ya no podía ir. Ahí fue cuando me pidieron que comience a trabajar con los niños de preescolar y jardín. La idea era que me becaran por mi trabajo, así no tendría que mudarme, y le metí de una".

A partir de ese momento, la docencia nunca más se apartó de su vida; pero a eso se sumaron otras cosas. Empezó a hacer radio a los 13 años, televisión en cable a los 15, y a los 18, prensa para empresas. Incursionó en el teatro, tanto como actriz como con una compañía que llevaba su nombre y la conformaban otros artistas conocidos en la ciudad, con la cual hicieron una gira por otras ciudades y localidades pequeñas. Fue completamente autosustentable y duró un año. También continuó dando talleres de declamación poética, oratoria y redacción.

Su trabajo siempre tuvo que ver con medios de comunicación, pero hasta ese momento nunca había trabajado detrás de cámaras. Y es así que llega a los 24 años dándose cuenta de que quería más: aprender más, hacer más; así que decide irse a Buenos Aires. En un principio, con el fin de seguir dirección teatral, pero en el camino se encontró con el cine, que la cautivó por completo.

"Nunca había ido al cine hasta que fui a la Argentina. En Oviedo no había salas cuando eso, ahora sí. Y en el interior tampoco surgía esa necesidad de viajar para irte al cine, como que no te nace eso de 'me voy a otra ciudad para irme al cine'. Eso es como raro de ver en el interior, en esa época más aún", explica sobre su relación con el séptimo arte.

Recién llegada a la capital argentina, tuvo que empezar de cero, prácticamente. No le servía toda la experiencia con la que contaba porque no la había conseguido allí sino en otro país. Se puso a trabajar como vendedora, lo cual le ayudó muchísimo para entender todo el movimiento económico. Estudió una tecnicatura en Producción y Dirección de TV por el Instituto de Formación Técnica Profesional y luego lo complementó con una Licenciatura en Comunicación Audiovisual por la Universidad de San Martín (UNSAM).

"Allá entré a la sala de cine y dije: 'Yo quiero vivir de hacer esto'", recuerda y a partir de entonces, hubo un clic en su vida, como ella misma lo expresa: "Quería hacer dirección; de hecho, hice dirección y producción. Siempre estuvo la necesidad de volver porque acá estaban las historias que quería contar. Las que me emocionan, me interpelan. Además, al ser un mercado que está creciendo, que está en un período incipiente de surgir a nivel latinoamericano, las ganas eran de estar acá". Se quedó un año y medio más al terminar la carrera para adquirir más experiencia, realizó documentales, actuó, y en marzo del año pasado volvió.

Un cine posible

A su retorno se encontró con el director Hérib Godoy, con quien ya había trabajado en Latas vacías (2014), en el área de producción desde Argentina, para esta vez involucrarse de lleno en su próxima película, titulada La redención.

El largometraje se centra en los excombatientes de la Guerra del Chaco, pero desde su lado más humano, de los lazos de camaradería que surgieron. De estar en una trinchera con cuatro o cinco personas a las que no conocían pero dependiendo unas de otras para sobrevivir. La trama se desarrolla en en 1991 con recuerdos de 1934. Su reparto incluye a Lali González (7 cajas), Juan Carlos Notari (actor de teatro popular), Ramón Del Río (Hamaca paraguaya) y Emilio Barreto (Guaraní).

Pero ese no es el único título que nombrará a Aline Moscato en los créditos. Ella también es productora de Yac'aa, de Ramiro Gómez; del documental Kuña, de Eva Karene Romero, directora paraguaya en Estados Unidos que recaudó los fondos en Kickstarter (una plataforma web), y de Mymba, de Néstor Amarilla. A la par, se encuentra desarrollando el guión de la que será su ópera prima: Un cuarto para soñar.

"Cuando llegué empecé a analizar y ver cómo se estaba trabajando acá porque es muy diferente de lo que se hace afuera", menciona y sigue explicando: "Por un lado, hay una cultura de público diferente. Acá la mayoría de las salas de cine están en Asunción, y algunas ciudades grandes como Ciudad del Este, Encarnación y otras más; pero no abarcan la mayoría de la población. Por el otro, situaciones económicas diferentes que nos tienen que hacer replantear los costos, para que se pueda seguir trabajando y constituirse una industria. Tenemos que probar hasta encontrar una manera para lograrlo porque no tenemos fondos constantes para cine. Todos dependemos del Fondec, El Cabildo o la Secretaría de Cultura. Y no todos los años tienen fondos disponibles. Además, las grandes empresas ven el cine como apoyo, no como inversión de marketing. Por eso, para mí es un compromiso personal que esto cueste menos".

Y es que el cine le apasiona y quiere poder vivir de ello: "Me inquieta el cine como un fenómeno que tiene muchas facetas. Debería ser una industria rentable, que le permita a todos los que trabajan en ella poder vivir de eso; pero a la vez, es una herramienta de transformación cultural. Y no hay que dejar de lado ninguna de esas dos áreas: ni la artística, ni la económica. Que uno pueda irse al cine, encontrarse, replantearse cosas, que salga distinto".

Por otra parte, tiene una visión muy clara sobre el valor del público: "El cine es el arte más popular del mundo. Si a alguien no le gusta tu película, definitivamente no vas a tener gente. No es como una exposición de cuadros, que podés pintar lo que quieras porque el público lo observa, lo analiza, lo disfruta. En el cine no. El público te exige primero, y vos tenés que tratar de darle al público lo que quiere, de la forma y con la mirada que vos querés. Entonces es un compromiso muy complejo", reflexiona.

¿Cómo llevar a cabo eso de un cine posible? Aline apunta a que no hay una forma establecida para realizar una película y que hay que animarse a experimentar. Y lo que hicieron en La redención, salió incluso mejor de lo que esperaban, así que cree que por ahí irán las demás películas que produzca. ¿La respuesta? Que el lugar que se use como escenario sea realmente partícipe del proceso.

La película se filmó en Coronel Oviedo; oportunidad que aprovecharon para armar el equipo de producción de campo con los propios lugareños. "Allá había mucha gente que quería participar y es una complicación llevar a todo el equipo de Asunción al interior, por una cuestión de costos y también porque nadie vive exclusivamente de cine como para dejar todo e irse. Tratamos de encontrar la manera de hacerlo, y fue más un experimento, pero salió genial. ¿Qué podemos hacer con lo que tenemos? Fui varias veces antes a Oviedo para hacer las capacitaciones de la producción y empezamos a armar jornadas. Tuvimos un asistente eléctrico de Oviedo, todo el equipo de producción de campo y arte, y la mayoría de los actores de la generación del 34". El resultado fue actores de trayectoria en la escena nacional, como Ramón Del Río, Emilio Barreto y Lali González, compartiendo con un reparto del interior que aportó a través de su "experiencia de vida", como destaca Aline.

"Así fue que confirmamos que hay varias formas de hacer cine" -sentencia la productora- "Si hay gente en el lugar que está interesada, que se involucre y sea parte. A nosotros nos sirvió esta forma y es por la que queremos apostar. Me pasaba cuando estábamos rodando en las provincias de Argentina, y me pasó de vuelta en Oviedo: Que la gente no tiene idea de cómo se hace una película pero que cuando tiene la posibilidad de participar, le cambia la visión. Como pasó con una de las chicas que trabajó con nosotros, que iba a seguir Administración agraria y ahora quiere hacer producción. O con una señora que trabajó cocinando y que nos pidió que le siguiéramos contando cómo iba avanzando la película y cuándo salía. Esas son las cosas que a mí me mueven, acercarles esa realidad y que vean que hay todo un mundo de posibilidades laborales ahí. Que esa misma gente que la pasó genial mientras rodabas, también vaya a ver la película mañana. De sentir que esto es una construcción colectiva, que implica un proceso de mucho antes, del durante, del después y a futuro. De construir público, construir una identidad, historias de calidad y las ganas de seguir yendo al cine para ver producciones nacionales, que es lo único que va a hacer que podamos seguir viviendo del cine", finaliza.

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