Joven historiadora e investigadora apasionada, cuenta con cinco libros publicados y una membresía en la Academia Paraguaya de la Historia. ¿Qué alimenta su amor por la profesión? Develar a las mujeres ocultas en sus páginas.

Entrevista: Jazmín Gómez Fleitas

Fotografía y edición digital: Javier Valdez

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Producción: Juan Ángel Monzón y Matías Irala

Es conocida la historia sobre Juana María de Lara, famosa por haber ayudado en la revolución, por haber propiciado el repiqueteo de las campanas de la Catedral la noche del 14 de mayo anunciando la marcha por la independencia o haber traído la corona de flores al cuartel, en señal de celebración por la independencia.

Lo que quizás muchos no conozcan son historias como la de Manuela Villalba, la primera mujer soldado, quien disfrazándose de hombre y desafiando las directrices de su madre, se enlistó para reencontrarse con su hermano y participó en la Guerra del Chaco. Su historia solamente se hizo conocida porque hubo una desbandada y, ella y su hermano, se quedaron deambulando por allí hasta que los encontró el Coronel Irrazábal. Como no contaban con documentos, los tomaron por desertores y fueron enviados a fusilar; fue allí que se enteraron que Manuel, era Manuela. El coronel les perdonó la vida a ambos y ella sirvió posteriormente en el Cuerpo de Sanidad.

O probablemente tampoco estén al tanto de que Facunda Speratti, de 19 años y esposa de Fulgencio Yegros, cuando este era Presidente de la Junta Superior Gubernativa, había escrito una carta. En ella se dirigía al tesorero de la Junta para que le descuente al salario de su marido, el donativo que ella quería hacer a la causa de la expulsión de los portugueses de Fuerte Borbón (hoy Fuerte Olimpo). El problema era que al ser mujer, no era bien visto que ella organice colectas ni que entregara donativos directos.

Ana explica: "Al comienzo de la carta, ella hablaba de valores tales como la libertad, la soberanía, ¡la patria! ¡Paraguay tenía un año de independencia! Y hacia el final hace su pedido. En ninguna parte de la carta ella especifica 'con el consentimiento de mi marido' pero sí menciona 'que se compromete a donar esa suma mensualmente porque ella misma no puede ponerse el uniforme e ir a defender a la patria'".

Y agrega. "Era raro que una mujer de su edad fuera tan instruida. Debido a unas cuestiones historiográficas, se potenció más la figura de Juana de Lara como una mujer abnegada que tocó la campana, y no la de esta joven que además, era instruida. Mientras Juana María de Lara no sabía escribir, por ejemplo".

Esas son las historias que entusiasman a Ana (39). Las que se encuentran escondidas en documentos olvidados, en recibos, facturas, en una noticia pequeña de viejos periódicos. Las que son acerca de ese lado de la historia que aún desconocemos: El de las mujeres que también desempeñaron un rol protagónico, pero de las cuales no sabemos.

Encontrar a las mujeres

Ana se hizo conocida por su libro Mujeres que hicieron historia, que cuenta la historia de aproximadamente 200 mujeres, y que salió como parte de una colección especial por el Bicentenario. Allí es que salen a luz tantas historias de mujeres desconocidas o que se conocía pero a medias. Pero, ¿cómo llegó a desentrañar las historias? Gracias a su primer libro, realizado con la motivación del Prof. Herib Caballero. Se trataba de la biografía de una de las mujeres más controversiales de nuestra historia: Elisa Lynch.

Al respecto, reflexiona:

"No puedo decir que hubo un momento puntual a raíz de algo personal o familiar que me haya motivado a recolectar las vivencias de las mujeres, pero sí que cuando estaba investigando para el libro de Lynch, empecé a leer sobre mujeres en la guerra. Para mí la historia no pasa por la polémica, tampoco por el entorno único del personaje. Analicé el contexto, me centré en entender la situación de la época. Y creo que el contexto es la clave".

Para la historiadora, su trabajo se centra en dar voz a las mujeres. "En la historia siempre se rescatan figuras y acciones, y estas figuras siempre son masculinas. ¿Vos te imaginás dentro de la historia no estudiarle a la mujer? A mí me interesa saber qué más hicieron las mujeres, porque no es lo mismo decir 'la mujer paraguaya es la más gloriosa', que saber con nombre y apellido sus historias de vida".

Ella confiesa que algunas veces cree que hay una mujer a la que le tiene que encontrar mientras escarba en los archivos, que hay algo que le tiene que decir el pasado que pueda servir hoy a la construcción de una sociedad más igualitaria. "Si ahora es difícil y tenemos la misma formación académica de un hombre, ¿por qué sigue habiendo diferencias salariales? Quizás en el pasado esté la respuesta a eso. Los historiadores ven el pasado con los ojos del presente. Los problemas de hoy son los que a mí me hacen ir al pasado a buscar cosas que puedan servir hoy, y no al revés. Y arduamente reviso registros oficiales, documentos del archivo. Veo el nombre de una mujer y trato de reconstruir la sociedad de su época para tratar de encontrar esa pieza que falta".

Después de la guerra

Ana sobrevivió al cáncer de mama hace dos años y en su lucha contra la enfermedad, ella destaca que la historia la ayudó y que la acercó más a las mujeres de la guerra. Las batallas que libraba en el tratamiento las comparaba con estar en la guerra y hacía analogías constantemente; por ejemplo, cuando debía esperar los efectos colaterales de los medicamentos de la quimioterapia, lo asimilaba con prepararse para el asalto del enemigo. "Tanto que le criticaba al militarismo -menciona- y ahora puedo entender cómo se siente un veterano cuando vuelve de la guerra. Uno vuelve con montón de cicatrices. En ocasiones son visibles, como perder una pierna, pero nadie ve lo que un veterano sufre al recordar en sueños las batallas".

Esa etapa de su vida fue difícil. Se separó de sus dos hijos varones para que ellos no tuvieran que ver los efectos de la enfermedad en su cuerpo y además, casi le cuesta su pasión: Al regresar de San Pablo, donde había hecho su tratamiento, no quería seguir con su carrera en Historia. "Fue un año muy difícil. Yo pensaba que, como iba hacer un alto a todo y abocarme al tratamiento, tendría todo el tiempo para ponerme al día con películas, libros, investigaciones; sin embargo, no pude hacer nada de eso. Uno de los medicamentos me causó una incapacidad lectoescritora. No podía leer porque me daba dolor de cabeza, se me nublaba la vista, y no podía escribir porque me temblaban las manos. No solamente con bolígrafo, en el teclado. Era tremendamente frustrante", confiesa.

Esa dificultad le acarreó una frustración muy grande, pero el quiebre con la Historia le duró unos pocos meses. Las mujeres la trajeron de vuelta. Invitaciones para dar charlas, trabajar en la reedición de su libro Mujeres que hicieron historia que traerá más análisis, más historia y saldrá muy pronto. Además, de su "hijo post cáncer", en palabras de Ana. En el 2015, después de un congreso, fundó con unos colegas el Comité Paraguayo de Ciencia e Historia, y el año pasado, la admitieron como miembro de la prestigiosa Academia Paraguaya de Historia.

Las dos instituciones son completamente diferentes. Una tiene un peso tradicional muy fuerte y la otra, que nació de la idea de Ana junto con otros colegas, surge para tratar temas que no son usuales en Historia: los traumas de guerra, de dictadura, la historia de la sociedad en los últimos 30 años.

"Al comienzo, cuando me invitaban a las charlas y demás, decía que no podía, que no quería ir. Al principio dije que no, pero ahora digo que sí. Voy a salir a buscarle a esas mujeres. Cuando pienso en el futuro, no pienso en que la gente se va acordar físicamente de mí, lo que creo que va quedar es el trabajo escrito. Y voy a continuar porque ya van venir otros historiadores, otras historiadoras, a seguir construyendo sobre lo que hacemos", reflexiona y culmina: "Sinceramente, yo no pienso que los historiadores busquemos protagonismo. Nuestro trabajo es dar a conocer las historias de otras personas".

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