Juan Carlos dos Santos
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Suenan las sirenas de alerta en Israel, señal inequívoca de que una nueva andanada de cohetes ha sido lanzada desde algún punto de la Franja de Gaza y es dirigida hacia poblados civiles de algún lugar del país. Dependiendo de la zona que podría verse afectada, la gente tiene entre 15 y 45 segundos para llegar a un refugio antibombas o encontrar un lugar seguro hasta que el peligro desaparezca.
Es así que los israelíes celebran un aniversario más de la Declaración de Independencia, pero un acuerdo de alto el fuego le pone al menos un poco de calma a una situación que amenazaba con intensificarse.
DOS FECHAS, UNA MISMA CELEBRACIÓN
El 25 de abril pasado, el Estado de Israel celebró el 75.° aniversario de la Declaración de Independencia, sin embargo, este 14 de mayo nuevamente se recuerda el mismo evento. La explicación es simple, es un mismo evento en dos calendarios diferentes, el hebreo (solilunar) y el gregoriano (solar).
La Declaración de Independencia del Estado de Israel tuvo lugar el quinto día del mes de Iyar del año 5708, según el calendario hebreo; el 14 de mayo de 1948 según el calendario gregoriano.
Esta declaración realizada en el Museo de Arte de la ciudad de Tel Aviv coincidió con la retirada de las fuerzas del Imperio Británico del Mandato de Palestina, de acuerdo al plan de partición establecido casi seis meses antes (29 de noviembre de 1947) en una votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde por amplia mayoría se decidió crear conjuntamente al Estado de Israel y al Estado de Palestina.
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LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Y EL “DESASTRE”
La historia nos recuerda que los países árabes no aceptaron aquella decisión mayoritaria en el organismo mundial, que tuvo incluso la aceptación de las dos potencias dominantes de ese entonces, los Estados Unidos y la Unión Soviética. Es por eso que ni bien declarada la independecia por los líderes políticos judíos, con David Ben Gurión a la cabeza, los países vecinos árabes lanzaron una ofensiva militar simultánea tratando de impedir aquella decisión.
La ciudad de Jerusalén, que guarda lugares sagrados para las tres religiones monoteístas más importantes del mundo (Judaísmo, Cristianismo e Islam), fue tomada por el ejército de Jordania, al que se le unieron Líbano, Siria, Egipto e Irak, iniciando la llamada Guerra de Independencia para los judíos, la nakba (desastre) para los vecinos árabes.
El conflicto con Egipto culminó el 24 de febrero de 1949, con el Líbano el 23 de marzo y con Jordania el 3 de abril del mismo año. El acuerdo con Siria recién llegó el 20 de julio de 1949 mientras que con Irak no hubo acuerdo pues el ejército de ese país estaba bajo el mando jordano.
Como resultado de este enfrentamiento bélico, un victorioso Israel amplió los territorios que le fueron asignados por la ONU en 1947 y obtuvo el control de una parte de la ciudad de Jerusalén, cuyo estatus de zona internacional controlada por las Naciones Unidas, fue roto por los jordanos al invadir y poner bajo su control a la ciudad, apenas horas después de declarada la independencia de Israel.
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CELEBRACIÓN Y DE NUEVO EL CONFLICTO
Al cumplirse 75 años de un evento que removió los cimientos del Medio Oriente, el Estado de Israel nuevamente se encuentra siendo atacado, aunque no de la misma manera que en 1948, pues esta vez es el terrorismo islámico patrocinado por Irán y ya no el nacionalismo árabe.
Tal como sucedió en mayo de 2021 y en varios otros momentos, grupos terroristas que controlan desde el 2005 la Franja de Gaza, una pequeña porción de tierra habitada exclusivamente por árabes palestinos, entre el mar Mediterráneo, Egipto y el sur de Israel, realizan indiscriminados lanzamientos de morteros, cohetes y misiles hacia poblaciones civiles israelíes.
En esta ocasión es el grupo terrorista Yihad Islámica Palestina (YIP), financiado por Irán y apoyado militarmente por las Fuerza Quds de ese país, quienes han realizado más de 1.000 lanzamientos de cohetes, la mayor parte de ellos interceptados por el sistema de defensa Cúpula de Hierro.
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DISPAROS FALLIDOS
Cerca del 25 % de esos lanzamientos ha fallado y cayó dentro de Gaza, provocando la muerte de gazatíes inocentes, quienes sobreviven en un pequeño territorio controlado de facto por el grupo terrorista Hamás, quienes se llevan la gran vida, producto de la ayuda financiera recibida de varios países de la región y de organismos internacionales y que nunca es trasladada a la población sino que es utilizada para la fabricación de estos cohetes, túneles de ataque y compras de armamento.
Varios de esos cohetes lanzados han caído en zonas despobladas y algunos han sorteado las defensas e impactado en zonas residenciales, donde hasta el momento se reportan dos personas fallecidas y decenas heridas, además de los daños materiales en el lado israelí.
La respuesta de las Fuerzas de Defensa de Israel suele ser inmediata y contundente, y en esta ocasión no ha sido diferente, aunque los militares israelíes también han apostado por la precisión de sus respuestas y han eliminado a varios líderes terroristas de la organización en ataques selectivos, buscando minimizar el daño colateral a una ya sufrida población en Gaza.
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UN FUTURO EN PAZ Y CON DESARROLLO
La vida en Israel, a pesar de estos conflictos casi constantes, transcurre con una mirada enfocada al futuro y con un presente de gran desarrollo. Varias naciones árabes, sobre todo los reinos del Golfo Pérsico, han desistido de una lucha estéril con los israelíes y se han puesto a generar de manera conjunta, proyectos de cooperación en todas las áreas posibles.
Es así que surge el Acuerdo Abraham, que ha sumado a Israel, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos en una cooperación financiera y tecnológica, un intercambio comercial, financiero y cultural, además de normalizar las relaciones diplomáticas entre ellos, provocando un cambio muy importante en el Medio Oriente.
Este acuerdo que sigue vigente y con la esperanza de sumar a otros países es producto de enfrentar mutuamente a un enemigo en común: la amenaza que representa para la región el gobierno teocrático de la Revolución Islámica de Irán.
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UN CAMBIO PARA BIEN
El Acuerdo Abraham, firmado en el 2020 en Washington, apunta a crear de nuevo otro tipo de cambio en la región, esta vez no de enfrentamientos sino de desarrollo mutuo. Por los recursos naturales, financieros y la alta capacidad de los recursos humanos que aportan estos países, el Oriente Medio está llamado a ser el próximo centro de desarrollo mundial, tanto económico como tecnológico.
Una sucesión de hechos que están en proceso de concretarse (uno de ellos, la posible adhesión de Arabia Saudita) generaría un efecto “dominó” en otros países y reinos, que no podrán evitar sumarse a estos cambios positivos, pues ya no habría mucho espacio para conflictos en una región del mundo que está hallando, a pesar de las dificultades, el camino al desarrollo y la prosperidad... aunque bastante largo y sinuoso.