Ligado a Santiago Peña como asesor externo de gestión y comunicación, Augusto dos Santos cuestiona “por estúpido e ignorante” el debate sobre las divergencias entre lo político y técnico, al tiempo en que aclara que no ejerce una tarea operativa: “La comunicación del Gobierno está a cargo de Mitic”, comenta en una entrevista con Nación Media.

NM–¿Qué opina sobre el debate sobre lo técnico y lo político que surge tras el logro del acuerdo por la tarifa de la energía de Itaipú?

–”Creer que un Gobierno puede funcionar sin política no es solo estúpido, sino es ignorante”, arranca diciendo Dos Santos, añadiendo que la política es el piloto, los téc­nicos son los ingenieros de vuelo, los que deben generar condiciones para el éxito de las políticas públicas, ahonda, indicando que “siempre que aparecen estas discusiones huelen a instalaciones para generar quiebres en el cor­pus del Gobierno y ese quie­bre sería aún más estúpido”.

El asesor político y comuni­cacional indica que, “el lide­razgo de Peña es la más clara demostración de cómo fun­ciona integradamente la polí­tica y lo técnico; son dos alas del mismo avión. El mismo presidente se hizo político para llegar al más alto lugar de la república, eso ya debe­ría ser explicación suficiente”, agrega.

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–¿Tendrá algo que ver el desprestigio de la política?

–”No hay dudas, pero en este caso creo que la intención es más bien producir una grieta, pero eso no ocurrirá. Es cierto, la política y los políticos están desprestigiados. Pero el ver­sus en tal caso es entre bue­nos y malos políticos. Ese es el desafío más grande que tie­nen los partidos, el separar la paja del trigo y de esa tarea no se salva ningún partido, ni el oficialismo ni la oposición”.

–¿La victoria de los antisis­tema es una muestra?

–”Ahí está. Hay ciertos popu­lismos antisistémicos que se plantean una gobernanza sin política y hablan de ello en su discurso, pero finalmente el único escenario que tienen para debatir y ganar o perder es la política. Es como que te diga, vamos a pasear en bici­cleta, pero sin bicicleta. Es un disparate. No existe democra­cia sin política. Basta mirar a las democracias más sanas y a los gobiernos más prósperos para ver que lo que funciona es la buena política y los par­tidos políticos fortalecidos. Peña fue valiente para enfren­tar las tensiones de las refor­mas, no se puede ser timorato y estadista al mismo tiempo”.

–¿Cómo evalúa los nueve meses de gestión del presi­dente Peña?

–Desde varias perspectivas, todas favorables. En materia de diálogo social de su gestión, pese a los microclimas hosti­les, hay un buen nivel de inser­ción. Los ciudadanos, más allá del canibalismo existente, están al tanto de sus políti­cas públicas y eso es positivo. Obviamente hay cosas que corregir.

En materia de gestión, Peña fue muy valiente y eficiente, eligió el camino más difícil, desembarcar de inmediato con proyectos que cualquier gobierno lo iría dosificando en años. Naturalmente eso generó tensión, pero es muy importante que un líder esté dispuesto a enfrentar las ten­siones, más aún cuando se plantean cambios estructura­les. No se puede ser timorato y estadista al mismo tiempo.

Las reformas instituciona­les, el abordaje de las pensio­nes, el proyecto Hambre Cero, la política de viviendas, los logros en Itaipú, más, políti­camente, esta nueva relación directa entre el presidente y los gobernadores e inten­dentes es de un valor incon­mensurable. Y es apenas el comienzo de un trabajo inte­grado. La cuestión de segu­ridad deja clarísimo que el Gobierno decidió terminar con una etapa de complici­dad con el crimen en las cár­celes y comenzar con la ocu­pación del territorio que antes era cancha libre del narco en diversas regiones. Los resulta­dos se verán paulatinamente.

Los anuncios hechos al res­pecto de la inversión en salud, transporte, obras públicas, viviendas son sumamente auspiciosos.

–¿Cuáles son las cualidades de Peña como líder desde su punto de vista?

–Primero su alta comunicabi­lidad, esa es una cuestión vital para los liderazgos de hoy. En segundo lugar, su conoci­miento de la materia econó­mica, ello le abre las puertas para resolver con mayor preci­sión diversos asuntos, en ter­cer lugar su firmeza a la hora de tomar decisiones, hecho que refuerza mucho su lide­razgo y en cuarto lugar su don de gente. Su trato personal, casi inusual en personas en tal escala jerárquica también aporta franqueza al proceso.

–Pero también recibe crí­ticas, algunas de ellas cen­tradas en su comunicación

–La comunicación muchas veces es un pararrayos de los recovecos de la gestión. En la burocracia paraguaya se sigue pensando en la comu­nicación como una herra­mienta y no como una polí­tica pública, y esa es la raíz de todos los males. La comuni­cación no es un maquillaje, es parte misma de la gestión, la integra, debe formar parte de su proceso no ser sola­mente auxiliar de él. Esta consideración no cambiará hasta que se coloque a la comunicación como política pública y parte del proceso de los planes de Gobierno. La comunicación, así como está diseñada en el Estado paraguayo, la coloca como un cuerpo de bomberos volun­tarios que debe hacer heroi­cos esfuerzos para cumplir el mejor rol posible. Yo valoro mucho el esfuerzo de los compañeros en este orden.

Siempre habrá cuestiona­miento a la comunicación hasta que se la consagre como política pública. Es una deuda histórica.

–También se critica al pre­sidente por sus viajes al exterior

–Tengo muchas ganas de cri­ticar esa crítica, pero mejor me abstengo y explico. El presidente es la palabra de un país, es el único repre­sentante del Poder Ejecu­tivo, electo por voto popular, con un sustituto eventual, el vicepresidente. Su repre­sentatividad es altísima. Si enviamos a un viceministro a conversar con una empresa multinacional sobre la estu­penda idea de su radicación en nuestro país, nunca podrá sustituir la fuerza represen­tativa del presidente de la República.

Todos los países a los que el presidente acudió hasta hoy son estados con los que tene­mos una relación comercial próspera o creciente, y de eso se trata, de seguir mejo­rando esos vínculos con un gesto insustituible: la visita del propio presidente. A veces me da cierta vergüenza expli­car lo obvio.

–¿Cuáles creen que son los principales desafíos de Peña en el camino que tiene por delante?

–Puedo citar más acciones, pero prefiero mencionar un paradigma: este gobierno, claramente, prefiere sembrar para el futuro, no le importa no cosechar su siembra hoy mismo, aunque también lo hace, ejemplo Itaipú, vivien­das y otros planes

Pero fundamentalmente el Gobierno sabe que la política pública más coherente es aquella que se construye res­petando los ciclos y más que nada haciéndola con calidad. De qué sirve inaugurar mil kilómetros de ruta si se des­cascaran al día siguiente de la inauguración.

“El presidente es la palabra de un país, es el único representante del Poder Ejecutivo, electo por voto popular, con un sustituto eventual, el vicepresidente. Su representatividad es altísima”.


En la burocracia paraguaya se sigue pensando en la comunicación como una herramienta y no como una política pública, y esa es la raíz de todos los males.

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