Con un fuerte despliegue de seguridad, buscando mantener la distancia entre los fieles de la Virgen de los Milagros de Caacupé, ante el temor de los cuestionamientos y escraches ciudadanos, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, realizó ayer jueves una pausa en su intensa campaña proselitista y en sus escasas actividades ejecutivas para asistir a la mayor festividad religiosa del Paraguay.
Acompañado de pocos integrantes de su gabinete, como su principal consejero y ministro del Interior, Federico González; el ministro de Relaciones Exteriores, Julio Arriola, y el ministro de Defensa Nacional, Bernardino Soto Estigarribia, quien aún continúa atornillado a su cargo en busca de una banca en la Cámara Alta por el sector oficialista, el jefe de Estado percibió en el desarrollo de la homilía fuertes reclamos de la Iglesia católica tras realizarse una evaluación de la situación nacional.
No es la primera vez que Abdo Benítez, como estrategia para evitar los reclamos contra su gobierno, toma la decisión de sumar a los policías y militares a su dispositivo de seguridad para contar con la facilidad de huir ante las presiones ciudadanas, teniendo en cuenta los diversos antecedentes en que fue increpado durante sus jornadas de gobierno, ocasiones en que incluso terminó metiendo la pata por su arrogancia.
En la misa encabezada por el cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo de la Santísima Asunción y titular de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), se lamentó el avance de la corrupción e impunidad en el país.