JOSÍAS ENCISO ROMERO.

Un genuflexo Mario Abdo Benítez (que no dejó de serlo ni aun como presidente de la República), servil a los intereses de sus aliados mediáticos, en este caso particular de Natalia Zuccolillo, de la cadena Abc, una vez más demostró sus hilachas de abyecta pusilanimidad y vituperable hipocresía. El viernes 18, mientras practicaba proselitismo durante un acto de gobierno (nada extraño, he’i olimpista), lo primero que hizo fue tratar de desmarcarse del ministro de la Corte Suprema de Justicia, Antonio Fretes.

“Es más cercano al cartismo que al oficialismo”, subrayó. No se trata de admitir o negar proximidades con quien hoy se encuentra envuelto en una situación crítica a raíz de la actuación de uno de sus hijos, pero el mandatario prefirió ignorar que a su lado estaba el patrón (suena casi igual) de Yacyretá, Nicanor Duarte Frutos, quien mantiene una estrecha relación con el presidente de la máxima instancia judicial, desde la época en que uno era viceministro de Culto, y el otro, director de Asesoría Jurídica, en tiempos en que el ministro de Educación era Horacio Galeano Perrone. Pasó por alto las expresiones de su aliado y titular de la Cámara de Senadores, Óscar “Cachito” Salomón, de que “todos tenemos hijos” y, además, que al firmar la extradición de Hijazi, Fretes fue preopinante. Por lo tanto, se “desbarata la denuncia” en contra de quien hoy está en el ojo del huracán mediático y político.

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Aquí de lo que se trata es de la verdad fundada en certezas y no en devaneos sicodélicos de quienes, a los apurones y con desesperación, tratan de violentar procedimientos y plazos legales para seleccionar una terna “confiable” para fiscal general del Estado y ahora hipotéticamente para un nuevo integrante de la CSJ, cuyos mandatos fenecen recién en marzo del año próximo. Todo para garantizar en el futuro próximo la impunidad de los fraudes perpetrados en el presente contra los bienes públicos. Todo para lograr que prescriban los casos pendientes que involucran a ciertas figuras de la oposición. O que sean absueltas por la vía de una justicia amiga y blanda hecha a la medida. A toda máquina, antes de las elecciones internas simultáneas del próximo 18 de diciembre del 2022. Porque ellos siempre juzgan como piensan. Y como actúan. Consideran que la catastrófica derrota electoral que se avecina para el proyecto marioabdista va a modificar el tablero anímico de quienes tendrán que seleccionar a los sucesores, tanto de Sandra Quiñónez como de Antonio Fretes. De ahí el deseo frenético y delirante de liquidar ambos expedientes cuanto antes.

Un exaltado y fuera de sí Pedro Santa Cruz, senador por el Partido Democrático Progresista (PDP), propiedad privada de su colega Desirée Masi, obnubilado por su fanatismo negro y cerril que le impide, aunque sea, vislumbrar un poco de la luz de la racionalidad y del discernimiento, aseguró que “Antonio Fretes no puede seguir ni un minuto más” en el cargo. Debe renunciar, añadió totalmente ofuscado, o sus “propios colegas deberían tomar la iniciativa y quitarle de la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia”. A él no le importó que el aludido magistrado haya votado y fundamentado su voto para la extradición a los Estados Unidos de Kassem Mohamad Hijazi. Lo único que le interesa es que uno de los hijos de Fretes (Amílcar), y también abogado, haya firmado un documento de “prestación de servicios” con uno de los familiares del extraditado para buscar una salida jurídica “para la situación del mismo” (Hijazi), lo que en términos sencillos puede interpretarse que quería ser juzgado en el país y no en los Estados Unidos. El voto del presidente de la Corte para que las probables pretensiones de su hijo no prosperaran carece de cualquier “trascendencia” para Santa Cruz.

La que profanó, una vez más, la memoria del asesinado fiscal Marcelo Pecci fue la senadora Desirée Masi, justamente quien, en reiteradas oportunidades, se había mofado de sus funciones y hasta burlado de sus actuaciones. Con un cinismo que raya el divorcio de la realidad (pero nunca de Mario Abdo), vociferó para que “se deje de utilizar la figura” del agente fiscal asesinado. Solo nos resta decir: “¡Mira, quien habla!”. La alusión a quien fuera víctima del crimen organizado durante su luna de miel en una playa de Cartagena, Colombia, viene al caso porque después de ese trágico suceso la celda de Kassem Mohamad Hijazi fue allanada y requisado su celular de donde extrajeron los datos relacionados al acuerdo firmado entre uno de sus parientes y el hijo del presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Pero sigamos con la entrevista de Abc Color al presidente de la República, que el diario tituló “Mario Abdo asegura que Fretes ‘debe pensar’ en renunciar o será enjuiciado”. Lo que, en realidad, dijo el jefe de Estado: “Evidentemente, lo que hizo el hijo está influenciado con una acción directa que tiene su padre”, para luego, fiel a su estilo, añadir que si con el tiempo se demuestra que hay un “nexo directo y tráfico de influencias de manera directa”, que “ahí sí mi posición va a ser categórica como siempre fue. Tenemos que ir viendo si se generó un tráfico de influencias directa y, en este caso, categóricamente el ministro Fretes debe renunciar o ser enjuiciado políticamente”. Sus afirmaciones “categóricas” están condicionadas por hipótesis de demostración jurídica fáctica. Así es como quieren construir los relatos para instalar propagandas que beneficien al Gobierno y a sus aliados mediáticos. ¿Asumimos la defensa de presidente de la Corte Suprema de Justicia? De ninguna manera. Parafraseando a Aristóteles, “no somos amigos de Antonio Fretes, somos amigos de la verdad”. O la veracidad, que nace de la realidad, si lo prefieren.

A los apurones y con desesperación tratan de violentar procedimientos y plazos legales para seleccionar una terna “confiable” para fiscal general del Estado y ahora hipotéticamente para un nuevo integrante de la CSJ.

Todo para garantizar en el futuro próximo la impunidad de los fraudes perpetrados en el presente contra los bienes públicos.


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