Organismos de control del Estado están manejados por cupos opositores que los han convertido en verdaderos sitios de espionaje contra adversarios y hasta para favorecer actividades delictivas. El caso de la ola de inseguridad en los tiempos del ex fiscal Arnaldo Giuzzio como ministro del Interior, mientras este se dedicaba a la caza de los enemigos políticos con informaciones sensibles filtradas desde unidades de inteligencia en plena etapa de investigación, es apenas una parte.
Precisamente, Giuzzio resultó ser un vinculado a sindicado capo narco de quien recibió favores y a quien quiso volver proveedor del Estado en el rubro de seguridad.
Instituciones sensibles a la seguridad, la inteligencia financiera, el contrabando, anticorrupción arrastran deplorables resultados, mientras sus respectivos titulares se enfocan en intereses políticos antes que los del Estado y en algunos casos, estas estructuras sirven de unidades de recolección de datos para frustrar procedimientos contra el crimen organizado.
Lo ocurrido en el proceso de investigación de inteligencia que derivó en A Ultranza Py, en el que instituciones de seguridad como la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y el Ministerio del Interior actuaron prácticamente de informantes de narcos buscados, según escuchas telefónicas, no solamente dejaron escapar a los jefes de estas organizaciones criminales, sino que convirtieron en presas de los delincuentes a los propios funcionarios que tenían la tarea de investigar.
La serie de filtraciones irresponsables desde la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad), manejada por Carlos Arregui proporcionando facturas concernientes a una investigación del Ministerio Público y cuyos contenidos se malinterpretaron, además de desinformar, corrompieron normas de seguridad financiera como de investigación penal que atentan contra los resultados del proceso.
De igual forma en la unidad interinstitucional anticontrabando, liderada por Emilio Fúster han operado tras procedimientos de apriete sistemáticos enfocados en el adversario del oficialismo. Mientras tanto, industriales y los actores económicos formales piden auxilio por la invasión de productos de contrabando en el mercado.
La Secretaría Anticorrupción a cargo del René Fernández es otro del grupo de ex fiscales que, en 4 largos años apenas pilló 18 indicios de hechos punibles, pero que ahora encontró en el avión venezolano una motivación de investigación. Mientras tanto, la corrupción carcome al Estado.