El mandato de Mario Abdo Benítez se encuentra a pasos de ingresar a su recta final, con una gestión muy debilitada y acorralada por casos de corrupción y crisis en diversos ámbitos, siendo la peor la económica. Su falta de liderazgo, reconocido por expertos, políticos y ciudadanía en general, tendrá sus consecuencias y el futuro gobierno deberá enfrentarlas para salir a flote.

El 15 de agosto de 2018, el ex senador colorado llegaba a la Presiden­cia de la República y se prevé que en agosto del 2023 entre­gue la banda presidencial a su sucesor. A poco de ingresar al último año de mandato, la actual administración estatal se ve salpicada por escánda­los y debilitada por la falta de liderazgo y gestión.

El próximo gobierno que asuma las riendas del país encontrará varias falencias y problemas que deberá admi­nistrar a como dé lugar para poder sacar a flote a la Repú­blica, la cual afronta en la actualidad diversas dificul­tades que las citamos a con­tinuación:

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Alto nivel de endeudamiento, inflación sobre las nubes, des­empleo, mayor pobreza, insti­tucionalización de la corrup­ción (el famoso “caiga quien caiga” no se cumplió), meras promesas en mejora educa­tiva y de conectividad, etc.

ALTO NIVEL DE ENDEUDAMIENTO

Es sabido que el gobierno de Abdo defiende y resalta en cada ocasión las obras viales. Pero lo que deja de lado es el altísimo endeudamiento que somete al país para la cons­trucción de rutas (dejando de lado otros temas también urgentes).

Al cierre de mayo, la deuda pública alcanza US$ 14.373 millones de dólares, frente a los US$ 7.700 con los que ini­ció la actual administración. El pasivo creció más del 80% solamente en el gobierno de Abdo.

Así también vale recordar que bajo el rótulo de la pandemia, Marito contrajo una deuda de casi US$ 3.000 millones, incluyendo los famosos US$ 1.600 millones autorizados de una sola vez por el Congreso.

“Nos endeudamos dema­siado y se priorizaron obras, no gente, esto puede bajar nuestra calificación interna­cional y no estamos muy lejos de la posibilidad de pedir un acuerdo con el FMI”, advirtió el economista Pablo Herken.

“Este gobierno aumentó la deuda en más de 6.000 millo­nes de dólares, pero el pro­ducto interno bruto (PIB) está en cero, no creció. ¿Dónde cuernos se aplicó esa plata? Si nos endeudamos para reac­tivar la economía, entonces quiere decir que malgastamos todo el dinero”, se preguntó el economista José Luis Rodrí­guez Tornaco.

ECONOMÍA, EN PICADA

La desastrosa gestión econó­mica de la actual administra­ción del Estado es palpable y se resiente en los bolsillos. Con la suba generalizada de los precios de la canasta básica familiar y del com­bustible, se vio el poco inte­rés del Gobierno de aplicar medidas que permitan dis­minuir el impacto de la crisis económica.

Y como si la situación ya no fuera del todo mala, Marito prevé otro regalo para los automovilistas: el aumento del precio de los peajes, a ser aplicado desde mediados de agosto próximo.

A esto se suma el altísimo des­empleo y nivel de pobreza. Mario Abdo condenó al ham­bre y miseria al pueblo para­guayo. El más reciente Informe Trimestral de Empleo publi­cado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) revela una reducción de la actividad eco­nómica con una disminución de 27.000 personas en la tasa de ocupados.

LA BOLATERAPIA DEL “CAIGA QUIEN CAIGA”

Durante la gestión de Abdo Benítez se dio la institucio­nalización de la corrupción. Si bien prometió aplicar “el caiga quien caiga”, finalmente muchos escandalosos casos quedaron en el “oparei”. Su gran error fue haber prome­tido algo que sabía que no iba a poder cumplir.

Los casos más sonados de este gobierno fueron el acta entre­guista de Itaipú, el acuerdo secreto entre Petropar y Texos Oil de Argentina, las compras fallidas en pandemia (Salud Pública, Petropar, IPS, entre otras instituciones).

Pese a las denuncias, Marito Abdo sigue manteniendo en su gabinete a muchos inde­seables, tales como Denis Lichi (Petropar), Vicente Bataglia (IPS) y Emilio Fús­ter (Anticontrabando), etc.

INSEGURIDAD GALOPANTE

Pese a las mejoras en segu­ridad que se dieron en el gobierno anterior, hay que recordar que la actual admi­nistración vino a poner palos a la rueda y destruir todo lo que se hizo bien anterior­mente. Ese es el caso del Grupo Lince.

En vez de potenciar la segu­ridad en la República, la ola de criminalidad fue ganando las calles y hoy la ciudada­nía padece de la falta de una mano firme y dura contra la problemática que se va acre­centando.

PRECARIO SISTEMA SANITARIO

Finalmente, la pandemia ter­minó desnudando la preca­riedad del sistema sanitario. Faltaban camas, vacunas y medicamentos. Hasta ahora la ciudadanía reclama la pro­visión de fármacos en los hos­pitales, mientras las autori­dades optan por desoír los pedidos y dedicarse de lleno a sus campañas políticas.

Si bien el Parlamento destinó US$ 1.600 millones al Poder Ejecutivo para robustecer el sistema de salud y así hacer frente a la pandemia, hoy la gran pregunta es qué se hizo de ese dinero, a dónde realmente fue a parar toda la plata.

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