POR JOSÍAS ENCISO ROMERO

El problema con los empíricos es la arrogante ignorancia de los que creen saber. Así, machete en mano, arremeten contra los códigos de las ciencias. Una de las más menospreciadas es la comunicación. Nunca la asumieron como una fuerza social, sino como una herramienta de manipulación para incidir sobre los demás, obviando que los discursos construidos de manera sesgada y unilateral nunca provocan el tan deseado “feedback” o retroalimentación que permita comprobar la efectividad del mensaje. En el multiverso de las autopistas intangibles descarrilan, como conductores con volante cuadrado, en las sinuosas curvas de una realidad que no logran comprender. Es por ello que el “Contexto” tiene relevancia. Porque, primero, la información cruda apuesta a convertirse en comunicación y, segundo, para que la “inteligencia organizada” sea de acceso público.

Un espécimen siempre predispuesto para el análisis laboratorial es el director de Yacyretá, Nicanor Duarte Frutos. Decenas de voluntarios nos acercan diariamente muestras para su estudio, en forma de audios o videos, del “mariscal de la derrota”. Aunque, últimamente, tratando de rebatirnos, anda repitiendo entre su “anillo político” de la entidad binacional que está orgulloso de ser “mariscal de la derrota y no sargento”. Parece que todavía no entendió que en estos casos las graduaciones se conceden de acuerdo con la magnitud del desastre. Haber propiciado la caída de su partido del poder –el Colorado– por su soberbia y lenguaje agresivo merecía un rango superior que, infelizmente, el Ejército no contempla.

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En uno de sus últimos discursos dijo, por ejemplo: “La infamia y la manipulación, que es el único instrumento con el que hoy pretenden (ahí eleva su voz en tono grave) debilitar la imagen y las acciones de este gobierno nuestros adversarios”. En realidad, para que el lector comprenda cabalmente de qué se trata, “la infamia y la manipulación” son los medios monopolizados por este régimen de mediocres y corruptos para intentar vanamente hacer descabalgar a los candidatos y precandidatos del movimiento Honor Colorado, en la carrera por los cargos de la Junta de Gobierno del Partido Colorado y la presidencia y vicepresidencia de la República. Y sin más pruebas que sus propios deseos, añade: “Pero van a perder grande, muy grande van a perder (vuelve a gritar, ya fuera de foco, buscando, sin éxito, la reacción del público). Dos veces mbarakaja nopo’êi tatápe”.

Quiere decir que la primera vez, cuando Horacio Cartes devolvió a la Asociación Nacional Republicana al poder, del que había sido desalojado por los errores, la negligencia y la falta de liderazgo de Duarte Frutos, el pueblo colorado cometió un error. De esa manera, hasta hoy seguiría en la llanura, alivianando la responsabilidad del “mariscal pastelito”.

Lo que citaremos a continuación es la muestra más patética de que, realmente, Duarte Frutos cree que el pueblo es incapaz de pensar, razonar y discernir. Trataré de ser lo más explícito posible: el “mariscal” fue el más fervoroso proponente de que el “meduloso y fulminante” informe de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad) sea filtrado a los medios de los clanes Zuccolillo y Vierci. Documento que, finalmente, resultó un adefesio sin sustento ni credibilidad, que no tenía más propósito que contaminar las internas del Partido Colorado. Pero atiendan el intento de reflexión de Duarte Frutos. Es delirante. “Vienen en picada –refiriéndose a los miembros de Honor Colorado–, con todo lo que está pasando en el país, que no es un invento de Marito ni del Gobierno, sino toda esa información internacional y nacional que hoy le tiene como centro al líder del movimiento (…); como mínimo le complica, como mínimo le pone de cómplice del crimen organizado”. ¿Está claro, verdad? El Gobierno filtra esa sarta de disparates a los medios y, luego, los desesperados dirigentes de Fuerza Republicana, como Duarte Frutos, toman como referencia lo publicado en esos medios para darle crédito de veracidad. Repasemos lentamente: el Gobierno filtra mentiras a los medios, los medios publican estas patrañas y el Gobierno utiliza como argumento lo que estos medios publican.

Pero donde la cordura se declaró en asueto es en la parte donde afirma que “el cartismo tuvo algún prestigio en el 2013, (pero) hoy viven (sic) sus horas más oscuras de desprestigio”. Y, ya visiblemente alterado, proclama: “Sus peores horas de desprestigio y desesperación vive el cartismo, y lo digo con mucha sinceridad y ustedes pueden verificar eso. No es un invento del Gobierno –es justamente lo que es ese mamotreto de la Seprelad–, todas las informaciones nacionales e internacionales –insiste–, lamentablemente, coloca al Paraguay como centro del lavado de dinero en América Latina. ¿Y cuál es nuestro futuro si no erradicamos eso?”. Y como no hubo aplausos que le dieran cuerda, se despidió con un tímido “viva el Partido Colorado”. E hizo mutis por el fondo a la derecha.

Veamos, brevemente (otra vez le dedicaremos más espacios): Eso de “algún prestigio” solo puede verificarse por la vía de la comparación. Honor Colorado es el único movimiento que mantiene su vigencia fuera del poder. El progresismo colorado de Duarte Frutos fue desaparecido de la faz de la tierra hace años. Duró lo que duran las prebendas y el clientelismo. Honor Colorado tiene gobernadores, intendentes, miembros de juntas departamentales y municipales, y bancadas de senadores y diputados. Ganó dos veces la presidencia de la Junta de Gobierno. Va por la tercera. El progresismo del “mariscal”, que certifica su decadencia, ni siquiera cuenta con un miembro de comisión vecinal. El mamotreto de Seprelad, es bueno repetir, es un invento de este gobierno. Y si Paraguay es “el centro del lavado de dinero en América Latina”, es por inutilidad de los órganos de control de esta administración. El “mariscal” cada día se parece más a Juan Gabriel. “Se le olvidó otra vez” que Marito es el presidente.

Pero donde la cordura se declaró en asueto es en la parte donde afirma que “el cartismo tuvo algún prestigio en el 2013, (pero) hoy viven (sic) sus horas más oscuras de desprestigio”.

Lo que citaremos a continuación es la muestra más patética de que, realmente, Duarte Frutos cree que el pueblo es incapaz de pensar, razonar y discernir.


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