Como fallido se define cuando algo no da el resultado esperado. Sigmund Freud definía al acto fallido como errores en el comportamiento y en la cognición, incluyendo la memoria o el lenguaje hablado y escrito, que según los planteamientos clásicos del psicoanálisis proporcionan información sobre los procesos inconscientes de la persona que los comete. Estos son algunos de los fallidos, pero vayamos al que interesa.

Es el caso de Thomas Hobbes, probablemente uno de los más grandes filósofos de la política. A su principal obra, titulada Leviatán, se la considera además una de las de mayor influencia entre todas las de su género. Y es mayor el asombro hacia este filósofo y su obra, cuando sus hipótesis son confirmadas en las investigaciones científicas contemporáneas. Leviatán se publicaba en 1651 y sigue tan vigente, en ella, Hobbes plantea la preocupación por cómo se construye el orden social y a la par, cómo se destruye, el título hace referencia al monstruo bíblico Leviatán, de poder descomunal. El Gobierno es una figura terrorífica pero necesaria que, para Hobbes, sirve para hacer que predomine una cierta paz, necesaria para que la civilización progrese y los individuos no amenacen ni sufran amenazas o ataques por parte de otros individuos. Max Weber define al Estado como la organización que cuenta con el monopolio de la violencia legítima. Y como Estado fallido a aquel que pierde el control físico sobre su territorio o el monopolio legítimo del uso de la fuerza. Este es el caso que nos incumbe. Definitivamente.

De todos los servicios públicos que hacen al contrato que firmamos con el Estado, y con los gobiernos cada 5 años, la seguridad es el único que es indelegable. Guste o no, no pasa lo mismo con Salud y Educación, donde sí pueden encontrarse modelos alternativos. La Fundación Fund for Peace, elabora una medición de fragilidad de naciones, mide el riesgo y vulnerabilidad en 179 países del mundo. Se lo conoce como el Índice de Estados Fallidos. En su última versión del año pasado, Paraguay ocupa el lugar 105, al mismo nivel de Guyana y Surinam. Y atención a este detalle; si se mira más al norte, México está en rangos muy similares al nuestro en la misma categoría de Alerta, una antes que la de Peligro, donde podemos encontrar a países como Venezuela o Somalia. A pesar de que ya se han generado ciertas críticas a este ranking, es permanente fuente de consulta de inversores internacionales.

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Se pretende aportar algo más que solo mencionar o describir el atentado que sufrió el intendente de Pedro Juan Caballero frente a la municipalidad, la cual, a la vez está en frente al Palacio de Justicia del Departamento de Amambay en pleno centro de la ciudad, no en un perdido o inaccesible camino vecinal. Una ciudad y un departamento en los cuales el Gobierno ha perdido el control sobre su territorio y el monopolio del uso de la fuerza que le asigna nuestra Constitución.

Habrá que ver en qué posición termina nuestro país luego de cinco años de administración de Mario Abdo Benítez y Hugo Velázquez en el ranking de estados fallidos, años donde si se tuviese que definir a este gobierno en una sola palabra la misma sería sin duda alguna: inseguridad. La cuestión se agravará en este año en particular ya que será uno que dure 16 meses y no 12, cuando en abril haya elecciones y con todo el Gobierno dando la espalda a las responsabilidades más básicas que tienen con los paraguayos y completamente dedicado al proselitismo, son casi nulas las expectativas de que la cosa mejore. Con todo este Contexto se puede afirmar sin una sola gota de exageración que estamos ante un Estado fallido. Doloroso. Como dolorosos son los balazos a los que estamos expuestos e indefensos. En Paraguay andamos a los tiros y evidentemente al Gobierno poco le importa.

De todos los servicios públicos que hacen al contrato que firmamos con el Estado, y con los gobiernos cada 5 años, la seguridad es el único que es indelegable.

Una ciudad y un departamento en los cuales el Gobierno ha perdido el control sobre su territorio y el monopolio del uso de la fuerza que le asigna nuestra Constitución.

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