• Por Aníbal Saucedo Rodas

Los intérpretes del viento -entre ellos, muchos colegas de la comunicación- no solo informaron sobre el encuentro entre el pre­sidente de la República, Mario Abdo Benítez, y el encargado interino de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos en nuestro país, Joseph “Joe” Salazar, sino que recrea­ron la agenda privada y el tono de las conversaciones como si estuvieran trans­mitiendo un partido de fút­bol, en vivo y en directo. “Le llevó -al jefe de Estado- su respaldo en la lucha contra el contrabando y el lavado de dinero y pidió que se ace­lere el proceso de destitu­ción de la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez”, celebraron algunos perio­distas militantes. El diario del alfabeto y sus satélites, con una espina atravesada permanentemente en la garganta -vaya uno a saber por qué- vomitaron hasta lo que no comieron: “La reu­nión coincide justamente cuando se investiga al ex presidente Horacio Car­tes (…) tras una denuncia del ministro del Interior (Arnaldo Giuzzio)”.

Un antiguo funcionario de la Cancillería, hoy en el servicio exterior, comentó, sonriendo, en un grupo de amigos: “El único objetivo de la visita de Salazar al pre­sidente Abdo Benítez fue para comunicarle sobre la próxima llegada a Asun­ción del nuevo embajador (de los EEUU), Marc Ost­field. Y nada más”. Al salir del Palacio de Gobierno, durante la conferencia de prensa, Salazar siguió el hilo de la política exterior norteamericana: El forta­lecimiento de las institucio­nes democráticas y asegurar justicia para el pueblo. Ese fue el mismo discurso de la señora Victoria Nuland, subsecretaria de Estado de los Estados Unidos, cuando visitó nuestro país en junio del año pasado. En síntesis, nada nuevo.

Dos de los medios impre­sos acordaron publicar casi el mismo título en tapa: “EEUU apoya lucha contra la corrupción e impunidad”, decía uno; “EEUU da apoyo a Abdo en lucha contra corrupción e impunidad”, apuntaba el otro. Obvia­mente, para que trascen­diera los límites de una noti­cia normal -es decir, para que el hombre mordiera el perro-, la visita debía ser “sugestiva”, sobre todo, ante “el eventual juicio polí­tico a Sandra Quiñónez”. Si cayéramos en el juego de las especulaciones, algu­nos medios podrían haber insinuado otras hipótesis: “No es conveniente que se le quite a la fiscala general en estos momentos”, “la señora Sandra Quiñónez está haciendo un buen tra­bajo” o “el pedido de juicio político está contaminado por intereses partidarios”.

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Días atrás, en un programa de radio, el político y escri­tor Carlos Mateo Balmelli cuestionaba que su partido, el Radical Auténtico, se haya acostumbrado a divi­dirse a causa de las inter­minables disputas inter­nas del Partido Colorado. Se refería específicamente al frustrado juicio polí­tico a Arnaldo Giuzzio y al intento de destituir a la fis­cala general Sandra Quiñó­nez. El mensaje llegó dentro de la principal organización opositora de nuestro país. Algunos parlamentarios del PLRA, entre ellos el sena­dor Blas Llano, para quien “la oposición -a la que con­sideró un ‘sandwich’- no debería meterse en este pase de facturas entre colo­rados”. Su colega Fernando Silva Facetti afirma que “los números no cierran”.

El partido aliado de este gobierno, el Democrático Progresista, a través de su vocera (y una de sus propie­tarias), la senadora Desirée Masi, argumentó que en la Cámara de Diputados se está construyendo una mayoría para iniciar el jui­cio político a la fiscala gene­ral. Según ella, la presión ciudadana será fundamen­tal. Esta legisladora es bien conocida por sus posicio­nes fundadas en el odio y el resentimiento y no, precisa­mente, en la razón reflexiva. Y, también, se destaca por sus oscuros anteojos ante los hechos de corrupción ges­tados y ejecutados en esta administración. El estra­falario diputado por Capi­tal, Hugo Ramírez, está con­vencido de que las bancadas de Colorado Añetete, tanto en diputados como en sena­dores, definirán una posi­ción a favor del juicio polí­tico. Mientras, la diputada Kattya González, del Par­tido Encuentro Nacional, se ofreció para redactar el libelo acusatorio (hasta ahora manejado con exclusi­vidad por la senadora Masi) y le pidió a Mario Abdo Bení­tez “cerrar la jugada y tomar una posición coherente con la denuncia realizada por el ministro Giuzzio”.

¿Y qué dice el jefe de Estado? No quiere que el proceso (del juicio político) se contamine con la política. “Cuánto más contaminemos este proceso (más) se va a deslegitimar. Acá vamos a ver seguramente los hechos y los hechos van a hablar por sí solos”. Y para no perder su esencia, remató: “Los hechos son los hechos”.

Por de pronto, el ministro Arnaldo Giuzzio anda des­aparecido. “Joe” Salazar lee sin asombrarse de lo que se publica sobre su visita al Palacio de López. Especial­mente de lo que dijo, sin que lo haya dicho. Por si acaso, ya le escribió al señor Marc Ostfield de lo que aquí le espera.

“El único objetivo de la visita de Salazar al presidente Abdo Benítez fue para comunicarle sobre la próxima llegada a Asunción del nuevo embajador (de los EEUU), Marc Ostfield. Y nada más”.

Si cayéramos en el juego de las especulaciones, algunos medios podrían haber insinuado otras hipótesis: “la señora Sandra Quiñónez está haciendo un buen trabajo”.

Esta legisladora (Desirée Masi) es bien conocida por sus posiciones fundadas en el odio y el resentimiento y no, precisamente, en la razón reflexiva.

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