Las absurdas y disparatadas exposiciones que hiciera el ministro Arnaldo Giuzzio fueron refutadas con expresiones y hechos.
Mientras el ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, seguía con su “guerra convencional”, advirtiendo a través de un medio colega que “no toda la carta está aún en el asador”, el Ministerio de Hacienda ponía “toda la carne sobre la mesa” anunciando la colocación de bonos del Tesoro por 196.460 millones de guaraníes (aproximadamente 28 millones de dólares) a través de la Bolsa de Valores de Asunción (BVPASA).
Una operación corriente en los últimos años, pero esta con el contraste de que el encargado de la seguridad ciudadana había vociferado ante la Comisión Permanente del Congreso que “esta no es una Bolsa de Valores, sino una bolsa de delincuentes”. Estaba haciendo el papel de peón en el juego de las internas del Partido Colorado atacando directamente al principal adversario político que tiene el movimiento oficialista.
Acusó al líder de Honor Colorado de “bastardear todas las instituciones” y “utilizar (a su favor) el sistema financiero”. Sin embargo, unos días después, el gobierno –del que Giuzzio forma parte– comunicó lo que ya se explica al principio: la Bolsa de Valores, había sido, es lícitamente apta para colocar bonos oficiales. En todo caso, la otra bolsa, la de gatos, estaba en otro sitio.
“Los interesados en adquirir esos títulos del Estado pueden hacerlo a través de las casas de bolsa que operan en el mercado de valores”, explica el escrito difundido por el Ministerio de Hacienda.
La institución más violentamente agredida por Giuzzio es utilizada por el Gobierno para la colocación de sus bonos y cuya transacción se efectivizará el próximo martes 15 de febrero. Con justificada razón, analistas del área económica, políticos y economistas habían alertado sobre “el terrorismo financiero” en que había incurrido el ministro del Interior, poniendo en riesgo todo el sistema por su irresponsabilidad, mala fe y absoluto desconocimiento de cómo funciona. Ahora solo le quedan dos opciones: emular al perro de la Biblia o renunciar.
Siguiendo el hilo de esta telenovela de bajo presupuesto –pero de alto costo para el pueblo– y con pésimos actores, el vicepresidente de la República, usurpando funciones del Poder Ejecutivo, convoca a su despacho a las autoridades de la Secretaría Nacional Anticorrupción (Senac), de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero y Bienes (Seprelad), de la Comisión Nacional de Valores y del Banco Central del Paraguay (BCP).
Felizmente, declaró el diputado colorado Walter Harms, “el Directorio del Banco Central del Paraguay, presidido por una persona institucionalista, le hizo ‘pito catalán’ al llamado del vicepresidente Velázquez porque esa convocatoria es competencia única y exclusiva del Poder Ejecutivo, que está representado por el presidente de la República”.
La reunión desarrollada el lunes 7 de febrero en la sede de la Vicepresidencia de la República fue anodina, insípida e insulsa. Pero había que continuar con la comedia mediática. El blanco elegido fue la fiscala general del Estado por su presunta inacción para castigar “el lavado de dinero que proviene del contrabando”, según la subjetiva versión del vicepresidente Hugo Velázquez, casualmente candidato a la Primera Magistratura de la Nación. Y también, casualmente, sus bien posicionados adversarios son del movimiento Honor Colorado.
El primero en reaccionar a las absurdas y disparatadas exposiciones del ministro Giuzzio fue el presidente del Banco Nacional de Fomento, Manuel Ochipintti. Refutó con elegancia las acusaciones del ministro del Interior, explicando con precisión los procedimientos técnicos y legales, a más de un riguroso control, aplicados para garantizar el manejo trasparente del dinero, tanto a nivel internacional como local.
El mismo día en que Hacienda informó sobre la colocación de estos nuevos bonos, la Bolsa de Valores y Productos de Asunción SA dio a conocer un comunicado en el cual asegura que cuenta “con una estructura de control que está reglada por leyes nacionales y normas internacionales en lo que respecta a la prevención del lavado de dinero y financiamiento del terrorismo (Ley 1.015/97)”.
“Nuestros procesos y funcionamiento están adecuados a las recomendaciones emitidas por el organismo internacional Gafilat (Grupo de Acción Financiera Latinoamericana), que se dedica a la prevención y el combate del lavado de activos y el financiamiento del terrorismo. Nuestros estados contables son auditados por la empresa de renombre mundial Ernst & Young; formamos parte de la Federación Interamericana de Bolsas (FIAB) como miembro titular, siendo, además, miembro de la Asociación de Depositarias Centrales de Valores de América (ACSDA)”, continúa.
El extenso, pero esclarecedor comunicado convierte en cenizas las falacias del ministro Giuzzio. En lo único en que se acertó fue en su equivocación acerca del refrán por él citado: “Todas sus cartas fueron a parar al asador”. O, si lo prefieren, se fue al mazo con su propio “bluff”.
La reunión desarrollada el lunes 7 de febrero en la sede de la Vicepresidencia de la República fue anodina, insípida e insulsa. Pero había que continuar con la comedia mediática.
Estaba haciendo el papel de peón en el juego de las internas del Partido Colorado atacando directamente al principal adversario político que tiene el movimiento oficialista.
Refutó con elegancia las acusaciones del ministro del Interior, explicando con precisión los procedimientos técnicos y legales, a más de un riguroso control.