La tecnología, cien­cia e innovación a futuro están trascen­diendo en todos los niveles de debate más que nunca por cómo principalmente afecta un letal virus a todo el mundo en la pandemia actual. Estos factores están demostrando hoy su importancia a nivel mundial con algunos países como Israel, que están vol­viendo a una “normalidad” tras más de un año de encierro gracias a las vacunas y medi­das sanitarias de contención del covid-19.

En nuestro país, la ciencia y la tecnología resultan materias más que pendientes, como muchas otras. A pesar de, por ejemplo, la propuesta del Fondo Ruso de Inversión de transferir tecnología para la producción de la vacuna Sput­nik V contra el coronavirus, nuestro sector científico no tiene la infraestructura nece­saria. Desde el sector de far­macéuticas lamentan incluso el nulo apoyo del Gobierno al respecto, a diferencia de paí­ses vecinos como la Argen­tina, que ya comenzó con la producción del biológico, o del Brasil, que está avanzando en la misma línea.

Sin embargo, existen insti­tuciones y personas que –a pesar de las adversidades– están realizando procesos de innovación, investigación y estudios para mejorar la cali­dad de vida de nuestra pobla­ción a través de la ciencia de la tecnología.

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Es así que La Nación mantuvo una entrevista mano a mano con el ingeniero Eduardo Felippo, presidente del Con­sejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), quien ofreció detalles de los esfuer­zos nacionales, como así tam­bién de sus logros, en tiempos en los que más que nunca se precisa del aporte de este sec­tor a nuestra cotidianeidad.

-Con esta pandemia, ¿está demostrado que la ciencia no puede postergarse más?

-Este es un claro ejemplo de que a la ciencia no le dieron la importancia que tenían que darle. Se vinieron infeccio­nes, pandemia y otros asuntos que pueden surgir, pero que impactaron más que nunca por una falta de visión de los gobiernos para impulsar la ciencia como corresponde. Se demostró que los avan­ces científicos pueden hacer frente más rápido a las cues­tiones biológicas.

Los países que lo lograron son aquellos que desarrollaron la ciencia con mucho dinero. Para eso, se tienen que dar los medios, como laboratorios, costear científicos, quienes pueden estar cinco años sin resultados, pero que tarde o temprano lo conseguirán. Así se desarrolla la ciencia, no hay otra manera.

Hace poco, los parlamen­tarios aquí en nuestro país sacaron dinero al Conacyt para compensar en la Uni­versidad Nacional de Asun­ción (UNA) el no pago de la matrícula. Está bien eso, pero no se puede estar pos­tergando la ciencia y la solu­ción a tiempo futuro. Y esa es la visión que todavía no se tiene en Paraguay, y en el Conacyt estamos haciendo todo lo posible para hacer entender para qué sirve la ciencia.

-¿Quedará instalada en la sociedad una mayor cons­ciencia de la importancia de la ciencia?

-Yo creo que sí. Desgracia­damente tuvo que ocurrir la pandemia para que la gente se dé cuenta. Por suerte, nosotros ya tuvimos reac­ciones. El Conacyt actuó rápidamente a mitad del año pasado. Hizo una serie de llamados de urgencia para poner a la gente a trabajar en medicamentos paliativos y protocolos para subsanar los impactos del covid-19.

Hemos contribuido para que se trabaje hacia el inte­rior del Ministerio de Salud el desarrollo del plasma como tratamiento paliativo de pacientes con el corona­virus. También hicimos un proyecto que desarrolló un líquido que permite que una tela se vuelva impermeable a fin de fabricar barbijos. Varias cosas hemos hecho y seguimos haciendo. Pero es fundamental que la gente entienda y sepa que la ciencia es una inversión.

-Nuestro país no está capa­citado hoy para producir vacuna, ¿qué se necesita en Paraguay para llegar al desarrollo científico?

-Lo que nosotros necesi­tamos son grandes labora­torios y enormes centros de investigación. Algunos de esos son del tamaño del Jardín Botánico, donde se eri­gen edificios y laboratorios de alta complejidad. Nosotros acá estamos lejos porque acá nunca se le dio la importancia. Esperemos que ahora se le dé más. En el Conacyt tenemos el programa Prociencia Fase 2, cuya ejecución está retrasada por burocracia. Encima hay presupuesto, pero no tenemos gestión.

-¿Cuál es el problema de Paraguay, además de la falta de importancia sobre la ciencia?

-Acá nuestro problema más grande es la falta de gestión y recursos. En el Conacyt actualmente canalizamos recursos de Itaipú, mediante el Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investi­gación (FEEI), pero esto solo da para 5 años, más o menos. Pero, ¿qué va a pasar el día de mañana cuando se renegocie el Tratado de Itaipú y noso­tros nos quedemos sin esos recursos? Esto, por ejemplo, es una materia pendiente a ser incluida en el debate.

-¿Cuántos proyectos captó el Conacyt en tiempos de pandemia?

-El año pasado tuvimos 1.200 proyectos, de los cuales real­mente fueron efectivos y se llevaron adelante 600. De todo eso, 300 son los que toda­vía están en ejecución. Son propuestas de todo tipo, sobre asuntos sociológicos, proble­mas agrícolas, ambientales, de medicina. Hay de todo.

-¿Cuántos investigadores hay en Paraguay y qué hace falta para crecer en ese sen­tido?

-En Conacyt no tenemos investigadores. Los que cola­boran con nosotros son inde­pendientes. A ellos los convo­camos a través de un sistema que está a cargo de 120 de nuestros trabajadores que controlan el desarrollo de las investigaciones.

Pero a nivel país no hay más de 2.500 investigadores, cerca de 1.000 activos. La falta de inversión en el rubro y de incentivo es uno de los moti­vos de la escasez de inves­tigadores. Lo que también queremos es incrementar la capacidad de ellos. Enviar­los al exterior a especiali­zarse, como así también traer investigadores de países como Argentina, Uruguay y Fran­cia. Debemos elevar el nivel de la ciencia y el desafío que tiene el Conacyt es muy grande.

-¿Hace cuánto está usted al servicio del Consejo?

-Yo me hice cargo del Cona­cyt en diciembre del 2019. Ya estoy un año y cuatro meses. A veces me canso de pelear con­tra lo imposible, pero luego me repongo y sigo adelante. El nombramiento de miem­bros del Consejo se realiza cada dos años.

No es que haya mucho que hacer, pero el presidente del Conacyt no tiene salario. Es un aporte de la sociedad civil a la ciencia. Antes fui seis años presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) y antes de eso seis años vice­presidente primero. También formé parte de la comisión directiva algunos años antes.

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