POR ELVIO VENEGA, abogado y comunicador, @EvenegaLuis

En el 2016, el ex secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, presentó su libro “Orden Mundial”. Argumentaba que el caos, acompañado de la propagación de armas de destrucción masiva, la desintegración de los Estados, la devastación del medio ambiente, la persistencia de prácticas genocidas, la difusión de nuevas tecnologías que puedan llevar los conflictos más allá del control o la comprensión humana, y los nuevos métodos de acceso de información y comunicación, amenazarían la idea del conocido “orden mundial”.

Bill Gates, sin embargo, en el 2015 dejaba entrever que una catástrofe global sobrevendría por el lado de una pandemia, para la cual el mundo no estaba preparado. “Si algo ha de matar a más de 10 millones de personas, en las próximas décadas, probablemente será un virus muy infeccioso, más que una guerra (…)”, dijo en una conferencia brindada en TED1.

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Hay quienes piensan que la alteración del actual sistema mundial devendrá como consecuencia de enfrentamientos globales con sofisticadas armas. En cambio, el factor de dicha alteración se presentó a finales del 2019, de la mano de un virus altamente contagioso, aunque las señales de alerta sonaron mucho antes. Dos epidemias, con dos tipos de coronavirus similares, pero sin el nivel de transmisión y letalidad como el actual se habían instalado antes entre nosotros; el SARS-CoV en el 2003 y el MERS-CoV en el 2012. Años después, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 31 de diciembre del 2019, se registró la primera notificación en la localidad de Wuhan (República Popular de China), del brote de la enfermedad por coronavirus, ampliamente conocida hoy día como covid-19.

Los efectos de esta virulenta enfermedad ya están generando un gran impacto en el orden social y en los sistemas sanitarios. Los factores de riesgos y la necesidad de estrechos cuidados, se han traducido en aislamientos, cierre de fronteras y retaceo de las libertades públicas. A poco de iniciar el primer trimestre del 2020, varios gobiernos en el mundo, incluido el de Paraguay, aplicaron medidas de contención que, a la fecha, han provocado hastíos y cansancios. Las reiteradas cuarentenas motivaron ásperos debates sobre priorizar la salud o la economía.

La necesidad de respuestas globales puso a prueba el actual modelo de relaciones internacionales. Muchos Estados llevaron al límite principios y valores insoslayables de la diplomacia tradicional dando paso a relaciones más ríspidas en el afán de preservar a sus naciones. Las señales de cambios son más que evidentes. Quizás sea apresurado afirmar que ya estamos inmersos en un nuevo orden, pero no se puede ignorar que la llegada de la pandemia del covid-19, ha provocado la generación de estrategias de una nueva diplomacia, principalmente en aquellas naciones que ostentan mayor poder e infraestructuras para la producción de las vacunas.

¿Enfrentar el covid o imponer una nueva diplomacia mediante la influencia global?

Las vacunas contra el coronavirus se están convirtiendo en la nueva moneda de cambio en el mundo. Desde el inicio de la pandemia, la carrera por lograr preeminencia en el plano bilateral y multilateral comenzó por la obtención de las mascarillas (tapabocas), luego los test de detección del virus e inmediatamente los respiradores. Estas acciones permitieron a algunos países expandir sus posicionamientos de poder en América, Asia y África. Hoy el objetivo apunta a las codiciadas vacunas como vía de salvación, no solo de las personas sino también de las economías nacionales. A finales del año 2020, los decesos a causa del coronavirus se multiplicaban en varios países. En América Latina, los más afectados fueron Brasil, Ecuador, Perú, y en menor grado, otros países de la región. Las infecciones llegaron por oleadas. Precisamente, Paraguay está atravesando por una de ellas, y lo más urgente es contar cuanto antes con importantes dosis de vacunas.

La realidad en cambio es diferente en otras regiones. A inicios del 2021, Europa y Estados Unidos ya se habían asegurado millones de vacunas. Las dosis requeridas no han llegado hasta ahora de manera suficiente hacia Sudamérica, y en especial a Paraguay. Los esfuerzos diplomáticos fueron ingentes, pero las críticas, a nivel local, fueron tantas que opacaron algunos logros obtenidos. Ciertas naciones aprovecharon las circunstancias y debilidades diplomáticas y salieron a brindar ayuda. Por ejemplo, Estados Unidos cedió 2,7 millones de dosis a México. A la pregunta de “a cambio de qué”, el argumento de fondo es la construcción de una mejor relación entre los Estados, pero aseguran que el fin es otro; controlar la inmigración por pasos irregulares en la frontera de México con Guatemala.

La donación de vacunas no es exclusiva de Estados Unidos y de otras potencias mundiales. Hace poco, Chile cedió al Paraguay más de 20 mil dosis. También hizo lo propio con Ecuador. Más recientemente, la India donó a nuestro país cien mil dosis, destinadas al personal sanitario. Algunos analistas consideran que esta estrategia responde a la idea de tener una diplomacia activa y solidaria, para reforzar “amistades y simpatías”. Otros en cambio definen que es un abierto juego para consolidar influencias globales.

DIPLOMACIA DE LAS VACUNAS

China, Rusia e India impulsan su diplomacia sobre países en vías de desarrollo. Estados Unidos no queda atrás en la dura competencia con China y Rusia, y busca exponer su presencia en la región, mediante ayudas sanitarias contra la pandemia del covid-19. Así el panorama, el mundo ha configurado lo que ya se denomina “diplomacia de las vacunas”, donde las empresas de los países más desarrollados compiten por ganar mercados.

Pero, en qué consiste esta nueva diplomacia de las vacunas. Se podría definir como una competitiva carrera por una oferta cuya demanda es muy alta y el producto es limitado, en donde no basta con tener dinero para comprar las vacunas, sino que además de la “empatía política” y buenas relaciones, se debe contar con un consolidado y eficiente cuerpo diplomático, ágil y muy activo, para lograr ventajas entre un país y otro.

Frente a esta nueva forma de diplomacia, que algunos consideran una herramienta de inestabilidad y posicionamiento, se alzan también las voces que reclaman mayor equilibrio en la distribución de las vacunas. Hace unos días, más de mil científicos, expertos legales y de salud pública, junto a líderes comunitarios y mundiales alzaron su voz exigiendo la equidad de las vacunas para todo el mundo y no solamente para un puñado de países.

En este sentido, recientemente Paraguay, a través de sus representantes diplomáticos ante dos foros internacionales (uno en la reunión de alto nivel de la Asamblea General de la ONU y otro ante la Organización Mundial de Comercio, OMC) lamentó y reclamó por la inequidad extrema en el acceso a las vacunas, señalando que ello perjudica el combate global de la pandemia. Otro importante líder mundial que ha levantado su voz sobre la distribución de las vacunas es el papa Francisco, quien en una carta enviada en ocasión de las reuniones de primavera del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, pidió que en la vacunación “no prime la ley de mercado”.

CONCLUSIÓN

La experiencia del coronavirus está dejando secuelas y aprendizajes. Sin duda podemos pensar que con esta pandemia ya se ha inaugurado un “nuevo orden”, basado en estrategias que ostentan preeminencia y dominio en función al mayor desarrollo, poder e infraestructura de algunos países, principalmente para la producción de vacunas.

Quizás el actual y cambiante desarrollo de escenarios diplomáticos globales nos impida emitir por el momento afirmaciones conclusivas, pero no es menos cierto que ya subyacen visibles conflictos de poder hegemónico entre dos grandes potencias; China y Estados Unidos. Es de esperar que este nuevo orden, no altere el estilo de vida, la libertad y los valores democráticos, ni las instituciones del orden público internacional.

Finalmente, cabe preguntarse si este nuevo orden, con proyecciones en varias esferas de la sociedad como la educación, la economía, la política y las relaciones interpersonales generará, al igual que el organismo humano, un sistema inmune global de anticuerpos que permita volver a la “homeostasis”, al “orden previo”, a la “antigua normalidad”.

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