Con el arresto domicilia­rio que el juez interino Mirko Valinotti favoreció al empresario Justo Ferreira y a su hija Patricia Ferreira el pasado 27 de noviembre, se concretó el primer objetivo trazado por su defensa, con la complacencia del Minis­terio Público y del juzgado consistente en evitar la pri­sión preventiva.

El primer paso de este plan fue ejecutado por el propio agente fiscal a cargo de la investigación, Osmar Legal, quien sugestivamente, y en contra de las prácticas usua­les, requirió prisión pre­ventiva pero no ordenó la detención preventiva de los imputados, lo que dio vía libre a las chicanas (incidente de nulidad de la imputación, reposición y apelación en subsidio contra la admisión de la imputación y fijación de la audiencia de medias, recu­rriendo en todos los casos hasta la CSJ), e impidió dura­mente todo este tiempo que se trate el requerimiento de prisión preventiva.

Luego de pasado varios meses, la semana pasada los mismos imputados que todo el tiempo evadieron la audien­cia de imposición de medidas, solicitaron voluntariamente al juzgado de garantías que se fije la audiencia que tanto tiempo impidieron sea rea­lizada.

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Llamativamente, el hecho ocurrió cuando el juez ori­ginal de la causa, Humberto Otazú, había salido de per­miso, y le interinaba Valino­tti. Puede verse que esto no fue casualidad, puesto que dicho magistrado fijó inme­diatamente la audiencia de imposición de medidas y concedió a los imputados el arresto domiciliario, en con­tra del requerimiento fiscal, que había solicitado la prisión preventiva.

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