El arma que nunca fue peritada, pero que había sido disparada aquella madrugada del 1 de abril del 2017 y que podría ser el que mató al joven dirigente azul, fue vilmente manipulada, ya que el responsable, el suboficial Arnaldo Báez, dio de manera voluntaria a un guardia del diputado Eusebio Alvarenga.

En su primera decla­ración ante la fiscala de aquel entonces Raquel Fernández, el subo­ficial Arnaldo Andrés Báez, quien ingresó en el local del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) aquella madrugada del 1 de abril del 2017, dijo que luego de ingre­sar al recinto quedó solo y fue rodeado y tomado por los adherentes en la entrada del estacionamiento y que en ese momento decidió entregar su escopeta al ofi­cial Juan Garcete, custodio del diputado Eusebio Alva­renga, quien vestía un saco azul y a quien se le observa además pisar el casquillo que había caído precisa­mente del arma del men­cionado suboficial.

En varias imágenes se le observa a Báez, primero cuando con la culata de su escopeta rompe los vidrios de la puerta del local del PLRA, hasta que ingresaron al mismo tiempo con Gus­tavo Florentín. Báez redujo a varias personas y les ordenó cuerpo a tierra, posterior­mente fue hasta el estacio­namiento, donde se encontró con los hombres de Robos y Hurtos de Investigación de Delitos a cargo del comisa­rio Tomás Paredes Palma.

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Arnaldo Báez.

Posteriormente, se le observa haberse quedado solo y eso fue aprovechado por los adherentes del PLRA para rodearlo, por lo que Báez decidió salir del lugar; sin embargo, fue “apretado” en la entrada, donde le des­pojaron de su casco, supues­tamente también de su pis­tola 9 mm y de su radio. Acá menciona el mismo Báez que entregó su escopeta al oficial Juan Garcete, a quien se le observa que lo pone al fondo de su saco, empuñando el arma, quedando de manera vertical y va hacía la otra vereda y se dirige hacia la calle Teniente Fariña, para luego desaparecer de escena.

Juan Garcete es también protagonista cuando en las imágenes del circuito cerrado de la cámara 1 del interior de la sede del PLRA pisa el cartucho despedido de la escopeta de Báez, segundos después de caer Quintana. Extrañamente nunca fue investigado por dichas actuaciones.

Luego de salir a luz las nue­vas imágenes que por años no fueron compartidas a los medios, y que ahora la fiscala Esmilda Álvarez tiene a su cargo investigar, se puede dilucidar muchas otras cosas que rodean al crimen del joven dirigente liberal de Paraguarí.

El escrito fiscal de ese momento indica que Báez fue llevado en carácter de aprehendido por los agentes de Investigación de Delitos, a cargo del comisario gene­ral Abel Cañete.

Ante esta situación, se tiene que la escopeta que fue utilizada por el subofi­cial Arnaldo Báez deambuló primeramente por el oficial Juan Garcete y se desconoce por quiénes otras personas que estuvieron en el lugar. Esta escopeta, Maverich, nunca fue peritada por los investigadores y solo por la simple declaración de este policía le acusaron a Floren­tín, ya que había declarado que este fue quien disparó y mató a Rodrigo Quintana, violando códigos policiales de lealtad al camarada y a la institución.

DECLARACIÓN. Arnaldo Báez admitió ante la Fiscalía que entregó su escopeta al custodio del diputado Eusebio Alvarenga.

La discusión de Báez con los adherentes fue alrede­dor de las 00:35, momento en que entregó su arma; sin embargo, a las 00:44 apa­reció en la guardia de la Comandancia de la Policía Nacional, donde quedó por un minuto, que le dio tiempo de saludar a sus camaradas y tomar un sorbo de tereré y nuevamente regresar hasta la sede del PLRA, donde quedó “detenido” en la ofi­cina de Efraín Alegre.

Todo este movimiento extraño que tuvo el men­cionado policía nunca fue investigado por el Ministe­rio Público, mucho menos la alteración de la escena del cri­men, en la que muchas otras personas están involucradas.

En el mismo informe fis­cal en que fue escrito que Báez entregó su arma al oficial Juan Garcete, tam­bién se describe la presen­cia del personal de Crimi­nalística y de Acústica para llevar el disco duro del cir­cuito cerrado, que también fue alterado en su momento como el levantamiento de las evidencias, que ya ante­riormente fueron plantadas por los liberales.

Extrañamente, en el escrito del levantamiento del cir­cuito cerrado se pone de manifiesto que las cáma­ras 1 y 2 estaban inactivas.

Bajó una cajita blanca en oficina de Alegre

La sospechosa actitud del suboficial Arnaldo Andrés Báez desde el momento en que supuestamente fue retenido por los liberales no condice con sus actos posteriores, ya que primeramente entregó su escopeta de uso oficial a un custodio y posteriormente se lo vio con un arma, en la guardia de la Comandancia de la Policía Nacional, donde quedó un minuto.

Minutos después de estar en la Comandancia, Báez aparece nuevamente hasta el estacio­namiento del local partidario, donde pasa un tiempo consi­derable hasta dirigirse al pri­mer piso y quedarse en la ofi­cina “oval” de Efraín Alegre.

En este lugar el suboficial se despojó de su cinta reflectiva, de su chaleco antibala, hasta de su camisa, para quedarse cómodamente en remeras. Uno de los adherentes del par­tido le llevó agua.

Al desprenderse de su uni­forme, Báez sacó de su bolsillo una caja de color blanco, lo que sería cartucho de escopeta. Lo puso en uno de los escritorios y se observa que le entregó un objeto a otro adherente, que luego inmediatamente salió del lugar. El “demorado” poli­cía tuvo inclusive permiso para ir al baño dos veces.

Recién cuando llegó la fiscala interviniente, Raquel Fer­nández, el suboficial fue “libe­rado” por el comisario Sergio Insfrán.

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