La escandalosa fuga o liberación de los 76 reclusos de la cárcel de Pedro Juan Caballero, además del bochorno a nivel internacional, pone al descubierto una serie de falencias en nuestro sistema penitenciario.

Si bien la ministra de Justicia alertó de que había un plan de fuga, se reforzó la seguridad del penal con la presencia de policías y militares, pero lo que no se tuvo en el presupuesto es que desde estas mismas fuerzas pudieron darse casos de efectivos sometidos a la corrupción.

El último cateo se había realizado el 30 de diciembre pasado; sin embargo, la realización de dicho control se filtró, según confirmó la propia ministra, y prácticamente no hallaron gran cosa en el procedimiento.

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Asumir que el sistema penitenciario no funciona o está corrompido tampoco solucionará nada, a no ser que se tomen medidas drásticas como desmantelar la dirección de Institutos Penales y la estructura de guardiacárceles que en su mayoría, dicho por Euclides, proviene de la marginalidad e ingresan al sistema sin ninguna formación.

A esto se suma el gran déficit en materia de infraestructura. Afortunadamente, se retomó el proyecto que se inició en el gobierno anterior con la construcción de manera urgente de nuevas cárceles de máxima seguridad, pero que de manera mezquina e inoportuna se había dejado de lado. Si bien se retomó el proyecto, retrasó todo el proceso.

Un ex comisario, quien fue obligado a dejar un alto cargo por las declaraciones del expulsado criminal brasileño Marcelo “Piloto”, dijo temer por su vida y la de su familia. Muchos de los fugados fueron capturados en procedimientos realizados por este ex comisario.

A propósito del escape de los 76 reclusos, delirante fueron las declaraciones del imputado ex intendente de Asunción, quien dijo que a raíz de la fuga en Pedro Juan Caballero pedirá reforzar su seguridad ¿De qué estás hablando Willis?

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