Nicadrón, en lo que sabe. Lanzó una bolaterapia casi tan grande como su mansión del barrio Herrera. Dijo que con las compras de 300 motos que hizo la EBY para el Grupo Lince logró un ahorro de US$ 600 mil.

Lo que no cuenta nomás el tendotakue es que las 300 motos adquiridas se dejaron de fabricar el año pasado; o sea, estaban de remate hasta agotar stock y, encima, nos enchufaron sin los 3 años de garantía, service y repuestos estipulados en el contrato anterior. ¡Así cualquiera!

Cuentan que detrás de este fatillo está un tal Lua, amigo del number one, quien aprovechó su cercanía al poder para engatusar al mariscal de la derrota, quien no dudó un segundo para otorgarle la compra por valor de US$ 2.400.000 y así aprovechar la ventajosa oferta de las moto$ en remate. ¡Mirá vos!

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Casi la totalidad de los gremios empresariales coincidie­ron en elevar su voz de reclamo a fin de que el Gobierno dé señales que apunten a reencauzar la economía. Según Beto, el presidente no es débil, sino manso nomás, y que se está tomando su tiempo para el famoso golpe de timón. Hasta comparó el carácter de Mario Abdo con el de Jesucristo. ¡Ñandejára!

Parece que con la reciente renuncia de un asesor económico se vendría también el tan esperado cambio en la presidencia de la petrolera estatal. Después del bochorno de doña Patricia con el avión de las FFAA y las modelos contratadas para el festejo por el Día del Niño, se complicó más aún su situación.

Algunas instituciones educativas siguen con la falta de docentes y otras a punto de derrumbarse, pero el ministro Petta está anunciando que en diciembre ya quiere repartir los kits escolares del próximo año como señal de eficiencia. Por lo visto, la presión de los proveedores para asegurar las compras es enorme. Si el ministro cree que con la entrega de lápices y cuadernos nomás la educación se convertirá en una causa nacional, vamos de mal en peor.

Kattya reconoció que la poca reacción ciudadana al reclamo de la firma del acta del 24 de mayo pasado fue porque los líderes que convocaron a las manifestaciones no gozan de la confianza de la gente. Y sí, con Efraudín, Patrón y Wagner nomás es difícil que exista motivación alguna, aunque la causa sea justa.

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