El ex fiscal general del Estado fue uno de los testigos que presentó la defensa del Estado paraguayo en la demanda interpuesta por Juan Francisco Arrom y Anuncio Martí ante la Corte IDH por supuesta privación de libertad y torturas. En caso de ser desfavorable el fallo, el Paraguay se expone a una millonaria demanda que, por lo bajo, sería de 50 millones de dólares; otros sostienen, desde la Procuraduría y el Ministerio Público, que ese monto incluso podría duplicarse.
Sin embargo, ante el panorama bastante pesimista que sobrevolaba la sala de audiencias antes de la sesión de la Corte Interamericana, ubicada en el acomodado barrio Los Yoses, de la capital de Costa Rica, la comparecencia de Óscar Germán Latorre trajo cierta tranquilidad y esperanza a la defensa a raíz del testimonio sereno, preciso y en detalles que ofreció a los jueces de la Corte.
Desde San José, Latorre accedió a una entrevista para La Nación, luego de la audiencia, en la que explicó algunos aspectos que atestiguó en la sesión del jueves pasado y que tiene referencia con Arrom, Martí, la industria del secuestro y las chances del Paraguay en esta demanda.
–Luego de la presentación de los testigos por parte del Estado paraguayo, ¿cuál es su expectativa respecto al caso?
–Creo que los testimonios ofrecidos por el Estado son bien contundentes. Lamentablemente parece que se perdió de vista lo que era principal. Se habló mucho de las coartadas, de los tres imputados (Casal, Gamarra, Schembori), pero no se puso énfasis en unos aspectos que son incuestionables. La primera es que Juan Arrom hizo la denuncia alegando que el 19 de enero del 2002 había extraviado su cédula.
Supuestamente, el 19 de enero ya estaba desaparecido y bajo tortura. De la misma manera, la señora María Edith Bordón de Debernardi dijo que ella vio a Martí ese 19 de enero, lo cual si estuviese privado de libertad sería imposible. Otro detalle en que no se puso énfasis, pero supongo que lo harán en los alegatos por escrito, es que desde el celular de Juan Arrom se hicieron cuatro llamadas al profesor Luis Alfonso Resck, durante el tiempo que duró el cautiverio, el supuesto cautiverio.
En tercer lugar, pusieron énfasis en tratar de justificar esa desaparición forzosa a partir de cuestiones políticas, que honestamente hablando son muy difíciles de concebir. Antes del caso Debernardi, personalmente no sabía que existía un movimiento Patria Libre. La verdad era difícil también creer, aun cuando comenzaron a surgir esos datos, que un movimiento esté involucrado en secuestro. Pero el tiempo nos confirmó que el comité político de Patria Libre sí estaba planificando otros secuestros, fue así como secuestraron a Debernardi, así planificaron el secuestro de Cecilia Cubas, que tenía que haberse realizado inmediatamente después del de María Edith.
–Esta falta de énfasis, ¿a qué o a quién se puede atribuir?
–Creo que la discusión que planteó la Corte Interamericana no permitió poner énfasis en esos temas, pero estoy muy confiado en que la sentencia que se pueda llegar a dictar, aun cuando pudiese ser condenatoria, no va ser por tortura, sino por cuestiones relativas a la legislación penal y tal vez por el tema de la violación del principio de presunción de inocencia, que alegan a partir de unos panfletos y carteles que aparecieron allá por el 2009 y 2010, cuando yo no cumplía funciones en la Fiscalía General. No sé de dónde surgió. Obviamente, si eso provino del Estado, es un error. Pero resulta que el Ministerio del Interior lo niega, el Ministerio Público lo niega, la Policía lo niega, entonces queda ahí en un compás de espera. Yo podría pensar que fue el Ing. Antonio Debernardi el que sacó el aviso, pero no tengo pruebas tampoco.
–Cuando compareció, en su relato Ud. logró hábilmente introducir el secuestro de María Edith como un hecho asociado a Arrom y Martí. ¿Cree que esta vinculación pueda ser favorable para las chances del Estado paraguayo?
–Creo que la Corte actuó lógicamente porque era imposible hacer estimaciones con relación a la denuncia de Arrom y Martí sin referirse al caso de María Edith. ¿Y lo digo por qué? Porque nosotros sabíamos que Arrom fue el que depositó el mensaje que se abandonó en la casa de su madre. Tenemos funcionarios que estaban haciendo la vigilancia y que lo vieron, entró, salió y el mensaje llegó. En segundo lugar, teníamos el dinero que entregaron a Marcos Álvarez, que creemos fue un exceso de confianza, una confianza que podría decirse defraudada. La verdad es que ese dinero fue parte del dinero que pagó Debernardi por el rescate de su esposa. Para ese entonces ya teníamos plena seguridad, muy fundada sospecha, de que Juan Arrom, Martí y Víctor Colmán ya estaban involucrados. El resto de los que fueron imputados y que luego fueron condenados aparecieron después de la liberación de María Edith, quien comenzó paulatinamente a identificar a las personas. Así, identificó a Martí, a Carmen Villalba a Oviedo Brítez y otros.
–Pero, entonces, hay cierta esperanza...
–Noto, digamos, algo de esperanza, de expectativa positiva, cuando los jueces permitieron que yo desarrollara también el tema Debernardi porque eso era fundamental, que pudiesen comprender ellos que lo que se estaba debatiendo era simplemente la versión mentirosa de dos personas que secuestraron a la concuñada de uno de ellos.
–Tanto en Paraguay y, sobre todo, ante la Corte, habló acerca de una “industria del secuestro”. Cree que la instalación de esta industria comenzó con Arrom y Martí.
–Definitivamente que sí. Invito a indagar en los archivos de la Fiscalía porque allí consta cuándo comenzó y cómo comenzó esto. Fue en 1999 cuando Arrom contacta con Ricardo Granda, que está refugiado en Venezuela, en Caracas específicamente, y allí le propone iniciar “la empresa” como le llaman ellos. A partir de ahí, los intercambios y evaluaciones entre Granda y Raúl Reyes, deciden comprometerse en “la empresa” y comienzan a financiar a Arrom y a su grupo, permitiéndole dinero para financiar el operativo, que tardó meses en ser ejecutado, pero lo ejecutaron. Tenemos también evidencias de que las FARC recibieron de Patria Libre unos 300 mil dólares, por el asesoramiento. Eso está documentado por la Fiscalía. Ahora hay una nueva línea de investigación que tiende a determinar adónde fue a parar el resto de la plata (250 mil o 280 mil dólares). Me reservo el dato, eso tendrán que investigar los fiscales, ya no me corresponde a mí. Es un dato confiable y dependerá de la mayor o menor diligencia para encontrar la punta del ovillo.
–Tras los testimonios y los alegatos presentados en San José, ¿cree que el Estado tiene chances de no recibir condena?
–Desde mi punto de vista como abogado, desde el punto de vista jurídico, creo que el Estado paraguayo tiene que salir airoso. Sencillamente porque las evidencias que existen nos conducen a sostener que sí. Lo puedo decir yo que soy abogado y que no represento al Estado, para mí la aparición del 30 de enero (día de la supuesta liberación de Arrom y Martí) fue una farsa montada.
Puedo revelar algo que me parece elocuente. Ya varios meses después de que aparecieran ellos, uno de los fiscales va a mi despacho y me cuenta que estuvo ese día en Marquetalia, y que habló con el “comandante Chocolate”, que era un dirigente social del lugar. Este le dice que tengan cuidado porque esto de las torturas y demás responde a un protocolo que tienen para casos de crisis y amenazas, de órdenes de detención e inmediatamente se hace una denuncia contra la Policía u otros estamentos del Estado.
“Chocolate” le propone a este fiscal, lo que terminó convenciendo al mismo, que con una cuchara se golpease suavemente 100 veces en el brazo, y que va a comprobar que lo que decía era verdad. Este fiscal hizo la prueba durante una transmisión de fútbol, se golpeó suavemente y al terminar el juego tenía el brazo rojo, aunque no le dolía nada. Pero al día siguiente, cuando fue a mi despacho, ese brazo de la muñeca hasta el hombro, estaba totalmente negro. Yo le dije que estaba loco, pero cualquier duda que pudo haber tenido se disipó.
–¿Qué otras cuestiones le hacen sospechar que fue un montaje?
–Las circunstancias en que aparecieron Arrom y Martí, previa convocatoria de la prensa, pareciera que fue todo armado para permitir la reaparición triunfal de ellos, con todos los cargos que tenían encima, no se les dio tratamiento debido, que se violaron sus derechos, estamos hablando de secuestro, de un crimen y la Corte ordenó la libertad ambulatoria, que luego les permitió huir a ellos cuando la Fiscalía presentó acusación, y la misma fue admitida por un juez penal de Garantías y se llevó a juicio oral.
–¿Esta industria del secuestro fue reducida a partir de las actuaciones realizadas desde la Fiscalía aquel 2002?
–No. Conseguimos 13 condenados en el caso Debernardi, gente importante dentro de la estructura de Patria Libre, que cambió la Secretaría General, pasó a manos de Omar Martínez, volvieron a practicar el secuestro, en este caso de Cecilia Cubas. La mayoría de los responsables del primer estamento del comité político de Patria Libre fue condenada. En total suman más de 30 condenados y a partir de ahí Patria Libre comienza a desaparecer. A nivel político pasan a ser el P-MAS y la parte operativa se denomina EPP. El Estado no reaccionó; por lo menos, no nos tomaron en serio cuando anunciamos lo que iba a ocurrir y ocurrió.
–El secuestro como elemento político de financiamiento, para sus objetivos, ¿se desmanteló?
–No, no se desmanteló. Y la prueba es que estamos perdiendo la guerra. No es una guerra fácil, la infiltración existe en todas partes, incluyendo en esta misma defensa (del Estado paraguayo) hay infiltración. Vamos a ver lo que ocurre.