Un contundente tri­bunal de la Corte Interamericana de Derechos Humanos puso en apuros a Juan Arrom durante su comparecencia debido al bombardeo de preguntas con las que quedaron inevitable­mente al descubierto las con­tradicciones de la versión de la demanda. Por el contra­rio, la defensa paraguaya quedó sobrepasada debido a la tibieza de sus cuestiona­mientos en el momento que tuvo para indagar al deman­dante.

Arrom, quien participó vía teleconferencia desde la ciu­dad brasileña de Curitiba, donde se acoge al carác­ter de refugiado, expuso su relato de lo acontecido entre el 17 y el 30 de enero del año 2002 cuando supuestamente él y Anuncio Martí fueron secuestrados y posterior­mente torturados por agen­tes estatales. El demandante se presentó ante los jueces de la Corte IDH con un discurso bien elaborado para mante­ner su acusación.

No obstante, en el momento de responder a una serie de implacables preguntas de los jueces, se lo vio claramente incómodo e incluso tuvo que “tragar saliva”, no pudo ocul­tar su nerviosismo y se mos­tró dubitativo e inseguro en sus respuestas. La no homo­logación del informe médico que certificara los rastros de tortura y no haber agotado las instancias judiciales en el país fueron los dos puntos más cuestionados.

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También fue cuestionado por la jueza Elizabeth Odio Benito (Costa Rica) sobre los motivos por los cuales estuvieron pri­vados de su libertad, a lo que Arrom respondió que “el obje­tivo principal era la autoin­culpación y que aquel hecho criminal formaba parte de un plan de desestabilización del gobierno”.

La jueza insistió y le pre­guntó cómo estaban vincu­lados el secuestro de María Edith de Debernardi con el supuesto intento de autoin­culpación, a lo que Arrom volvió a responder que se trataba de un intento de recabar datos y retener a dirigentes de su movimiento (Patria Libre). “El objetivo fue la autoinculpación del hecho criminal, involu­crando a otros actores polí­ticos, a sectores de la oposi­ción”, sentenció.

Ante la pregunta del juez Patricio Pazmiño Freire (Ecuador) sobre por qué un Estado democrático captu­raría a un líder de un movi­miento político de izquierda para que se autoinculpe y que involucre en un acto delic­tivo a sectores de la oposi­ción, Arrom dijo que según las expresiones de un sena­dor nacional, cuyo nombre no mencionó, el movimiento Corriente Patria Libre –luego Partido Patria Libre– era socio menor de un plan para “recaudar fondos e incen­diar la República”, acusando al oviedismo.

El tribunal está integrado por los jueces Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot (México), presidente; Eduardo Vio Grossi (Chile), vicepresidente; Humberto A. Sierra Porto (Colombia); Elizabeth Odio Benito (Costa Rica); Patricio Pazmiño Freire (Ecuador) y Ricardo Pérez Manrique (Uruguay).

ENRIQUE GARCÍA PROPUSO ACUERDO AMISTOSO

Enrique García.

El prófugo de la Justicia para­guaya y supuesto secues­trador Juan Arrom dijo ayer que había recibido una pro­puesta amistosa por parte de Enrique García, en ese entonces procurador gene­ral de la República, para fina­lizar el caso de su supuesto secuestro y tortura por agen­tes policiales. Contó que la comunicación con García se dio en el 2009 bajo el gobierno de Fernando Lugo, para mencionarle el interés del Gobierno de llegar a una “salida amistosa”.

Por esa razón, su abogado, Rubén Lisboa, mantuvo una reunión con el ahora contra­lor general de la República para elaborar una carta de intenciones; sin embargo, esas negociaciones culmi­naron cuando el Ejecutivo emitió, en el 2010, una pro­paganda a través de la cual se ofrecía US$ 100.000 por su captura y la de Anuncio Martí.

Arrom afirmó que esa propa­ganda fue a todas luces “ile­gal”, puesto que se encuen­tra en carácter de refugiado político.

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