Para el historiador Hérib Caballero Campos, los factores que derivaron al golpe de 1989 que derrocó al general Alfredo Stroessner se dividen en dos: los externos y los internos. En el primero cobra fuerza la presión internacional para la democratización del país, en la que tuvo mucho que ver la visita del papa Juan Pablo II, y, en el segundo, incidieron la conformación del Acuerdo Nacional y el apoyo de la Iglesia Católica.
“Se pueden clasificar en dos factores, internos y externos. En los externos hay tres elementos fundamentales: la relajación de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, la política de defensa de los derechos humanos por parte de EEUU y el impulso que le dio la política norteamericana a la democratización de la región”, señaló.
Relata que la democracia empezó en Argentina, después continuó Brasil; además, Chile estaba con el referéndum colectivo por el “No”, buscando la continuidad de Augusto Pinochet, y así sucesivamente en los demás países también se inició el proceso de democratización. En esos acontecimientos cumplió un rol muy importante el ex presidente argentino Raúl Alfonsín.
También en Europa se llevó a cabo una jornada por la democracia, en la que estuvo Augusto Roa Bastos y fue uno de los aspectos claves. Contó con el apoyo del gobierno español de Felipe González, en Madrid, en 1985.
“A nivel internacional, el régimen estronista estaba cada vez más aislado y sentían mucho ese aislamiento. Conste que Stroessner hizo un último viaje a las Naciones Unidas, pero ya su crédito se le había acabado a nivel internacional. Incluso, en un acto las fuerzas de la Policía llegaron a agredir al embajador norteamericano”, aseguró.
Estos hechos generaron una serie de tensiones y la más fuerte a nivel internacional –según Caballero Campos– fue la que se vivió con la visita del papa Juan Pablo II en mayo del 1988. En aquella ocasión se abogó por las libertades y el respeto a la democracia, lo que definitivamente terminó por debilitar al régimen de la dictadura.
EL ACUERDO NACIONAL
El factor interno también fue significativo para la caída de la dictadura estronista en Paraguay, según lo afirmó Hérib Caballero Campos. La firma del Acuerdo Nacional entre los partidos opositores al gobierno, con respaldo de la Iglesia Católica, fue contundente para lograr la democratización. “El Acuerdo Nacional fue una fuerza que se formó aglutinando a los partidos de la oposición, porque había una oposición tolerada por Stroessner que le daba el aval de ser una democracia, pero había una oposición más fuerte que no estaba siendo aceptada y ese Acuerdo Nacional se firma justamente bajo oficio de la Iglesia Católica”, expresó.
Tras la firma del acuerdo, a lo largo de la década de los 80 fueron realizadas varias actividades, entre ellas una “asamblea de civilidad”, que eran manifestaciones relámpago que sacaban a la luz las irregularidades, demostrando de esa manera que el régimen ya no tenía el control de todo lo que estaba ocurriendo en Paraguay. Además, la Iglesia propició las “procesiones del silencio”, que eran multitudinarias en los actos religiosos. Se realizaban tanto en las festividades de Caacupé como en Semana Santa. En esas procesiones se rezaba por los presos políticos, por el respeto a los derechos humanos, entre otras cosas.
DIVISIÓN DEL PARTIDO Y FACTORES ECONÓMICOS
A nivel interno del Partido Colorado, en 1987 se realizó la división entre el sector mayoritario, que eran los “tradicionalistas”, y un nuevo movimiento creado desde el Palacio de López y desde el Gabinete, denominado “Militantes y Combatientes Stronistas”, comenzó a plantear la idea de que después de Stroessner debía venir otro Stroessner. “Eso comienza a generar una fractura dentro de la propia dirigencia colorada que concluye con el atraco de la convención del Partido Colorado el 1 de agosto de 1987”, recordó.
El factor económico jugó un papel fundamental. “El boom de Itaipú se acabó en 1983, el país no supo aprovechar ese boom para transformarse en términos de producción ni modernización. No había más de 1.000 km2 de rutas asfaltadas; había muchas partes del país que estaban aisladas como, por ejemplo, Pilar y Concepción, zonas productivas totalmente alejadas. Eso significaba que gran parte de la población se sentía totalmente excluida o que no tenía ninguna posibilidad de poder transformarse”, dijo.
ROL DE LA PRENSA
Finalmente, Caballero Campos menciona la persecución que sufrieron los medios de prensa, que sumó para general el desgaste que conllevó al golpe del 2 y 3 de febrero. “Clausuraron Radio Ñandutí; el cierre del diario Abc y otros medios de comunicación que fueron demostrando que el régimen no era tan democrático como decía que era. Entonces, eso fue generando el desgaste que provocó la crisis final que concluye el 2 y 3 de febrero de 1989”, finalizó.