El periodista Efraín Martínez Cuevas expone en su nuevo libro “Tus pecados no son perdonados” los intereses que motivaron al fundador del diario Abc Color, Aldo Zuccolillo, con quien ha trabajado, a cometer varios errores, como el haber asumido posiciones pocos felices en asuntos políticos como el apoyo a Lino Oviedo, determinados pagos poco claros para obtener una licencia de Conatel para otra empresa suya ajena al diario, su postura de constante agresión a determinados empresarios, políticos y funcionarios públicos. Esto erosionó la confianza de sus lectores al sorprender al diario defendiendo todos los intereses particulares de su dueño. El autor lamentó que el medio haya apelado incluso a la falsedad. La obra intenta generar debates entre los periodistas y los aspirantes a comunicadores de modo de evitar que este sistema de informar sea el modelo de nuestro periodismo, sino de lo que debe ser siempre, veraz, imparcial y respetuoso con el público.
¿Se ha prostituido el oficio periodístico?
–El libre albedrío en el ejercicio de la prensa no se dio precisamente para motivar al público ni tampoco, creo, para generar conocimientos útiles en la ciudadanía como era de esperar. La chabacanería, la extorsión, el chantaje, la burla son piezas importantes de la maquinaria periodística instalada desde febrero de 1989.
En ese sentido, germinaron no pocos medios en Paraguay al solo efecto de acceder al poder que dispensa naturalmente un medio de comunicación de modo que quien lo administre obtenga réditos personales –sin importar solo el fin– a espaldas de lo que verdaderamente interesa a ese público al cual se dirige.
Así nació y se desarrolló esta suerte de sagrada congregación para la doctrina de la extorsión y del chantaje desde el sagrario periodístico.
–¿El responsable de la perversión del periodismo tiene nombre y apellido?
–Tomo como referencia los errores del principal medio periodístico de nuestro país, Abc Color, y sobre todo las equivocaciones de su director, el señor Aldo Zuccolillo, quien en estos 30 años de democracia paraguaya ya no actuó con armonía, prudencia y consideración hacia los lectores que compraban el diario.
El Zuccolillo de los tiempos democráticos, para la decepción de muchos, adoptó el papel del nuevo dictador, del descortés con las ideas de los demás, de quien perdona vidas si esa fuera su voluntad, del hombre involucrado en negocios varios, utilizando su medio periodístico para atacar a los que él piense que incomodan en dichos emprendimientos.
–¿Se defienden los intereses de los lectores o los de los dueños de los medios?
–Tremenda habilidad, acaso la de un mago, debería tener quien siendo propietario de un diario se mezcle con otros negocios sensibles a los intereses del público, como el servicio telefónico, o cualquier otra actividad en la que afloren determinados asuntos que comprometan la credibilidad del medio periodístico utilizado para defender aquellas inversiones, por demás importantes y merecedores de la consideración pública, es de reconocer.
Los lectores han notado que Abc fue dirigido con cierto resentimiento no solo contra quienes desde el Gobierno ordenaron la clausura de su diario en marzo de 1984, sino incluso contra la clase política, el funcionariado público y otros sectores de las fuerzas vivas de nuestro país después de la expulsión de Stroessner. Como que estaba en permanente contrariedad con algo y alguien.
–¿Ha dejado un legado positivo el fundador del diario Abc?
–El periodismo que practicó el diario, que alguna vez fue el de mayor tiraje, engendró un modelo que, infelizmente, no ayudó a crecer en armonía sino en desarmonía, en el desentendimiento y la desconfianza entre los paraguayos.
Pareciera que Zuccolillo hizo valer su estado de ánimo, que por lo visto siempre estuvo al límite, para orientar su diario ya no con la sabiduría y la mesura con que actuó en los últimos años antes de la clausura de su influyente medio periodístico.
–¿Por qué se centra en los errores cometidos por el dueño de un medio?
–En los últimos años acumuló varias equivocaciones, fatales para el prestigio de la prensa, siendo una de ellas la que originaría su propia declaración sobre un pago ilegal que él efectuara para acceder a un derecho como propietario de una empresa de telefonía. Al admitir haber pagado una suma que “no se sabe si Conatel tiene recibo”, de acuerdo a sus propias palabras publicadas por un medio escrito de nuestro país, se autodeclaró infractor de la ley.
Esta influencia de Zuccolillo, maestro del eufemismo, en los asuntos políticos partidarios, incluso en movimientos militares que felizmente fracasaron, al decir del ex senador Alfredo Luis Jaeggli, fue cariando al diario de su dirección hasta debilitarlo lo suficiente como para que algunas de sus campañas periodísticas no arrojen sino resultados adversos a lo que esperaba.
–¿La ciudadanía percibe las motivaciones y “engaños” de los medios?
–Un medio que actúe de tal manera no es independiente, ni pluralista ni útil a los lectores que en Paraguay, felizmente, empiezan a ensayar el discernimiento diferenciando un medio que manipula a otro que procura un servicio transparentado, sin más intenciones que informar acabadamente, la razón de la prensa seria.
Abc no comprendió, por lo visto, su delicado papel de prototipo de un periodismo decente para caer, estrepitosamente, en el parcialismo, en la vulgaridad, incluso violando intimidades, aplicando determinadas argucias, algunas pícaras y otras no tan astutas, en nombre del periodismo independiente y de la libertad de prensa y de expresión.
LO QUE DICE EL LIBRO:
“Para confirmar que Abc era de tendencia stronista y colorada por aquellos años, basta con leer los ejemplares de este diario disponibles en las hemerotecas y bibliotecas públicas. ¿Qué le hizo distanciar a Zuccolillo de Stroessner? No habrá sido por asuntos políticos, tuvo que haber sido por negocios frustrados.
Zuccolillo jamás nos dio explicación alguna. Solo nos alentaba a echar “leña, leña” al gobierno al cual apoyó incondicionalmente. Como asalariados seguíamos la directiva y cumplíamos al pie de la letra sus sugerencias que, en puridad, eran órdenes.
La línea editorial de Abc en aquellos primeros diez años era prácticamente igual a la del diario vocero del Partido Colorado, Patria. Zuccolillo estaba jugado no solo a favor de la candidatura de Stroessner, sino también de la hegemonía colorada.
Empresarios como Enrique Díaz Benza saben que el dueño del diario usaba su diario para apretar clavijas ¡y vaya apretada!, no tanto a lo mejor para honrar los colores de la bandera paraguaya, sino para los colores de su esperanza y de su amor.
Cuando su amistad terminó con Montanaro, recuerdo, sus arengas en las reuniones con los periodistas eran intensas, apasionantes, seductoras, alentándonos a publicar lo que sea necesario contra la gestión del ministro. "¡Leña, Leña!".
“Ñe’êmbeguepe” es cantera de publicar irresponsabilidades, injurias, falsedades. Quizás también por esto, por el efecto causado por la columna, el público se aleja de su servicio y cada vez son menos los que compran el diario y más los que desde internet cuestionan su servicio.
Lino Oviedo recibió el respaldo de Abc. Por eso este diario no le atacaba por participar en la política. Con él aplicó la ley de silencio cuando actuó activamente en las internas coloradas de 1992 a favor de la candidatura presidencial de Juan Carlos Wasmosy. Desde luego, Zuccolillo también trabajó desde 1989, aunque no es fácil de creer, a favor del empresario para que alcance la Presidencia de la República.
O si fuera el dueño de una empresa de telefonía, ¿acaso no podría espiar a sus clientes con fines periodísticos? Los casos que se dieron últimamente con Abc y las escuchas telefónicas dan pie a pensar que la afinidad empresarial entre telefónica y medio de prensa permite semejante detestable como ilegal práctica.
Un diario que practicó la confusión como método para aparentar una línea independiente es incapaz de promover sinceramente las vocaciones hacia el periodismo porque, en esencia, demuestra que no son las vocaciones de la profesión las que procura, sino la defensa a ultranza de los intereses particulares de quien maneja el medio.
A Zuccolillo no le agradaba la candidatura de Luis María Argaña, a quien atacaba vuelta tras vuelta. Tal fue su repudio al caudillo colorado que cuando el vicepresidente fue asesinado no tuvo problemas para bajar a través de su diario la hipótesis de que el hombre murió en la cama de una supuesta amante y no asesinado en su camioneta aquella mañana fatídica de marzo de 1999 ante los ojos de alarmados y confundidos testigos.