Fuerte está la puja en el templo de la calle Oliva, donde hace oficina el ministro teólogo. El ex suegro de Marito y el cuñado de Ña Chuchi, quien funge de ministro asesor “ad honorem”, pelean por el control de las licitaciones públicas, mientras Arnoldo sigue concentrado en extraer alguna frase bíblica para encarar cada jornada con optimismo.
La empresa del ex suegro del Presidente se embolsará una linda platita extra por una obra que entregó dos años después. La constructora del concuñado asesor está a punto de ligar una adjudicación para la construcción de un viaducto en Ciudad del Este. ¡La familia de la gente!
Rara conversión la que tuvieron algunos comunicadores como Chantula y Vargas Pena, que de la noche a la mañana despertaron en el país de las maravillas. Ni se percatan de los escandalosos problemas de inseguridad, la corrupción en Petropar, la desaceleración económica, los hombres escombros en puestos clave y que el Gobierno está sin una hoja de ruta. ¿Vieron la lu$?
Las familias del barrio modelo San Francisco están abandonadas por el gobierno de la gente. Ninguna de las instituciones que debieron proseguir con el acompañamiento de asistencia permanente se hace presente. Así como quisieron liquidar a los linces y las estaciones de Petropar, ahora quieren reventar este maravilloso proyecto. ¿Será?
Tanto es el odio que tienen algunos integrantes del entorno de Marito a los administradores del gobierno anterior, que si fuera por ellos hasta dinamitarían el superviaducto para que la obra desaparezca.
Que bueno sería para el país que si esa energía empleada en pensar cómo liquidar las obras del gobierno anterior la utilicen en favor de crear soluciones a los problemas de la gente.