El próximo 23 de noviembre se cumplen cien días de gobierno del presidente de la República, Mario Abdo Benítez. Lejos de cumplir con la promesa de trabajar para la gente, con la que convenció a la mayor parte de los electores el 22 de abril pasado, su gestión se ha caracterizado por la adopción de medidas impopulares como el incremento de los precios más sensibles para la economía de la ciudadanía en general. No le tembló el pulso y ordenó alzar los precios de combustibles, pasajes, agua potable y gas.
La principal suba, que generó un efecto cascada en todos los sectores de la economía, se registró en el costo del combustible, que derivó en el aumento del precio del pasaje del transporte público y de varios productos de la canasta familiar, uno de ellos el panificado. Asimismo, existen riesgos de que estas medidas tengan efecto en la inflación a futuro.
Estos acontecimientos son blanco de fuertes críticas a través de las redes sociales y otros medios, ya que los afectados consideran que en lugar de ocuparse de los verdaderos problemas que afectan al país, el Presidente más bien se dedicó a velar por los intereses de “los suyos”, a viajar y a nombrar a sus amigos políticos en cargos de confianza, dejando de lado a las personas que lo llevaron al poder.
Como ya lo mencionábamos, el detonante de la ola de incrementos fue el combustible, cuyo nuevo precio empezó a regir el pasado 1 de octubre. El aumento fue de G. 300 por litro en el gasoil y G. 250 por litro en la nafta. El argumento de siempre: uno de los principales motivos que derivó a tomar esta determinación fue la suba del dólar. Al menos esto es lo que había mencionado la titular de Petropar, Patricia Samudio, al tratar de justificar el nuevo golpe al bolsillo de los paraguayos. De esta manera, el diésel común, que es uno de los más utilizados a nivel país, de G. 4.930 pasó a costar G. 5.230.
El precio del gas de uso doméstico también sufrió una drástica modificación, que subió G. 900 por litro. Como ejemplo mencionamos una garrafa de 10 kilos, que de G. 55.000 pasó a costar G. 64.000.
AUMENTO TRAS AUMENTO
Luego de confirmarse los nuevos precios de combustibles, como ya era de esperarse, los demás sectores, como el del transporte público, comenzaron a manifestarse al respecto y a exigir al nuevo gobierno el reajuste del precio del pasaje. Como medida de fuerza empezaron con las famosas reguladas.
Lejos de buscar una solución favorable para todos, Marito prefirió quedar bien con los empresarios, dando un nuevo golpe con otra suba de precios, esta vez del pasaje de transporte público y una vez más el afectado directo fue el pueblo. Como si fuera poco, para evitar que el costo sea aún mayor, Abdo Benítez se comprometió a aumentar el subsidio para los propietarios de las unidades.
Los nuevos precios de pasaje empezaron a cobrarse desde la medianoche del 18 de octubre. Los mismos quedaron de la siguiente manera: el servicio convencional, que anteriormente costaba G. 2.200, subió a G. 2.500, pero quedó en G. 2.400, ya que el Estado se hace cargo de los G. 100 en concepto de subsidio. En tanto, el servicio diferencial de G. 3.600 pasó a costar G. 4.100, pero al usuario le cuesta G. 3.700, ya que el resto una vez más lo cubre el Gobierno (con los impuestos de la gente).
El incremento total del subsidio de forma anual fue de US$ 6,3 millones, ya que de US$ 6,5 millones pasó a ser US$ 9,5 millones. Un dato no menos importante es que el presupuesto anual para pago de subsidio del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) es de G. 37.357 millones. Por lo tanto, con esta nueva modificación deberá ser reprogramado.
TRANSFERENCIA ILEGAL DE FONDOS
Una de las principales protagonistas de los fuertes incrementos registrados en los últimos meses es la titular de Petropar, Patricia Samudio. La misma, a pesar de haber sido denunciada meses pasados por una transferencia ilegal, sigue al frente de la petrolera estatal manejándola a su antojo.
Según una investigación periodística del diario La Nación, Samudio pasó por encima de lo que establece un decreto presidencial que obliga a las instituciones del Estado a depositar sus recursos en el Banco Nacional de Fomento (BNF). A pesar de ello, la presidenta tomó la decisión de transferir millonarios recursos en dólares a bancos privados, uno de los cuales es GNB PGY, que fue beneficiado con alrededor de US$ 20 millones en transferencias.
Llamativamente, el banco también opera con la empresa Triqueta SA, propiedad de José Costa Perdomo, esposo de Patricia Samudio.
A consecuencia de la denuncia, miembros de la Asociación de Camioneros del Paraguay se movilizaron en protesta contra la gestión de Samudio en Petropar, exigiendo la intervención del Poder Ejecutivo.