Entrevista: BRUNO MASI, edición periodística: MARYCRUZ NAJLE, fotografías: ANÍBAL GAUTO

El embajador de Argentina en Paraguay es arquitecto de profesión y trabajó de cerca con el actual presidente de Argentina, Mauricio Macri, desde que el mismo fue jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Afirma que Argentina vive un cambio de paradigmas. Hoy es el invitado de La Nación Habla. Aquí un anticipo de la extensa entrevista que se verá esta noche por las pantallas de GEN.

Es el primer embajador que llega a La Nación Habla. ¿Es fácil ser embajador?

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–Es una pregunta que tiene dos respuestas. Ser embajador puede ser fácil o puede ser muy difícil, según las circunstancias. De lo que estoy seguro es que estar en Paraguay y ser embajador de Argentina es muy agradable.

Ha trabajado como jefe de Planeamiento muy de cerca con Mauricio Macri cuando este fue jefe de Gobierno de Buenos Aires. ¿Qué sería ese cargo? ¿Un alcalde, un intendente?

–Nuestro jefe de Gobierno es casi un gobernador porque tiene atribuciones propias del mismo, como las que tienen las provincias, y es un cargo mayor que el de los intendentes, que solamente administran…

¿Y cuántas provincias hay en la Argentina, 26?

–Sí. Son 26 provincias y una ciudad autónoma, que es Buenos Aires.

Y durante ese periodo de gobierno de la ciudad se han realizado muchos cambios estructurales, obras, etc. ¿Cómo fue realizarlos en una urbe como Buenos Aires?

–Eso sí que fue difícil… Fue difícil como desafío. Se pudo llevar a cabo y se sigue realizando con el mismo ritmo bajo la administración actual (Rodríguez Larreta, del mismo equipo de Macri). Pero fue muy difícil porque hubo que poner en marcha un montón de cosas al mismo tiempo. La verdad que fue un desafío. Un desafío agradable, pero difícil.

¿Qué población tiene hoy Buenos Aires?

–Buenos Aires tiene, cuando estamos todos dormidos, tres millones de habitantes y, cuando estamos todos despiertos, seis millones cien mil. Solemos hacer comentarios coloquiales sobre este tema, diciendo que si uno vende colchones en Buenos Aires, sus clientes potenciales son tres millones, mientras que si uno vende comida, serían seis millones cien mil los posibles clientes…

¿Y cómo lograron realizar los cambios en la ciudad de Buenos Aires que se ven ahora como los medios de transporte, las diferentes avenidas, las grandes obras que mejoran tanto?

–Primero y principal: diciendo la verdad. Ese fue un cambio de paradigmas muy grande en la ciudad de Buenos Aires. Nuestro lema fue “al vecino hay que decirle la verdad”. Y eso es importante. Saber que el “no” tiene mucho más valor que el “sí” en las cuestiones cotidianas…

¿Por qué?

–Porque en un gobierno, al igual que en las familias, es más fácil decir a todo que sí a los niños para no tener crisis, pero eso está mal. Con los vecinos, aunque no son niños ni mucho menos, hay que explicarles cuando no se puede algo. Decir cuando no se va a poder, por qué no se podrá hacer este año tal o cual cosa. Cuando se les dice que sí se hará, es mucho más comprometido porque hay que cumplir. Lo principal es trabajar con la verdad y diciéndola siempre. Con la verdad se va antes y eso logra el respeto y la colaboración de los vecinos…

¿Tuvieron muchos detractores en estos procesos de cambio?

–Sí. Los cambios generan miedo, y el miedo se puede manifestar de distintas maneras. Se puede manifestar de mala fe o de buena fe. Al miedo de “buena fe” uno lo maneja y, cuando se hacen las cosas que se prometieron, ese miedo se calma. La gente entiende y pide más cambios. Cuando el miedo es de mala fe, no tiene remedios porque existe desde que existe el mundo y seguirá siendo así…

UN PROCESO ÚNICO”

Volviendo un poco al tema de su trabajo como embajador de un país que hoy por hoy tiene un poco más de cuarenta millones de habitantes

–Somos 44 millones los habitantes de Argentina; de los cuales, 1 millón doscientos mil son paraguayos, muchos son compatriotas paraguayos.

¿Y cómo está la situación de la Argentina hoy? ¿Es lo que vemos a través de los medios?

–Quisiera ser claro y decir que, en estos momentos, la Argentina está pasando por un proceso único. Más allá de la “fiebre” que puede ser cuando aumenta un precio, o que aumenta el dólar, o que aumenta la tasa de interés, por primera vez hay un gobierno en muchas décadas que plantea la revolución de las responsabilidades. En la Argentina tenemos muy claro cuáles son los derechos que tenemos cada uno porque durante décadas los hemos peleado y los hemos conquistado. Bueno, ahora, para poder honrar a todos esos derechos, hay un gobierno que dice: “Bueno ¿y cuál es la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene para que al prójimo se le cumpla el derecho?”.

¿Cómo es eso?

–Un ejemplo: como padre tengo responsabilidad sobre los derechos de mis hijos. Como profesional tengo responsabilidades sobre los derechos de mis empleados, o mis clientes, o mis pacientes, etc. Y así, cada uno de nosotros. Y eso, que es lo que estamos viviendo ahora, esa revolución, cuesta.

¿Y qué encontró Macri cuando se hizo cargo del gobierno del país, ya no de la capital?

–Y, una Argentina muy confundida… Acá sí ya voy a hacer uso de la diplomacia, ya ha pasado mucho tiempo y no tiene sentido… Una administración que se manejó de manera muy pero muy irresponsable. Y la irresponsabilidad se puede manifestar de muchas maneras porque ahora estamos siendo testigos de corrupción en términos de que alguien se llevó dinero o que no puede demostrar de dónde sacó el dinero, o que revolea el dinero por el aire… Pero también cuando uno asume responsabilidades gubernamentales puede llegar a ser corrupto por falta de idoneidad. “No se llevó ni un peso, pero es torpe”. Uno tiene que tener la capacidad de decir que no. No hay que tomar los lugares, asumir los cargos, cuando no se puede hacerlo… Y esa también es una forma de corrupción que en algún momento va a haber que discutir. La falta de criterio para tomar decisiones de políticas públicas es también una forma de corrupción, insisto…

Hoy se habla también de las miles de personas que han recibido subsidios durante los años anteriores a este gobierno argentino como algo negativo. ¿Es tan así?

–Bueno. En ese caso hay que separar muy bien las cosas. Seguramente todos los subsidios, en su forma conceptual, tienen un sentido noble. El tema es cuando uno empieza a deformar la aplicación discrecional de aplicar el subsidio. Entonces, tenemos grandes sectores que no necesitaban que se le subsidie el pago de la luz, pero eso no quita que sí haya gente que necesita que se le subsidie la luz. Y así podríamos utilizar otros subsidios como el de transporte, el de los planes para encontrar un trabajo, para que los niños puedan estudiar, los subsidios por discapacidad… Y así, infinidad de subsidios.

SUBSIDIOS Y RIGOR

¿Se debe subsidiar a la gente?

–En una economía como la nuestra hace falta subsidiar a la gente que necesita con una ayuda del Estado, a fin de que la gente tenga cómo encauzar su vida, sus estudios, su familia. Lo que no quita que haya que ser muy riguroso para evitar que algún atorrante se cuele en la fila de los que realmente de manera noble necesitan el subsidio. El atorrante que se cuela tiene que ser puesto en evidencia, puesto en la fila de los caraduras…

Porque se difundió mucho a través de los medios que había gente, especialmente jefes de familia, que se aprovechaban de esa política y subsidios en Argentina…

–Lo interesante es poder discutir o plantear esa generación olvidada, desde el punto de vista de la cultura del trabajo hay que sostenerla. Pero, el verdadero desafío de la política pública es que los hijos de esa generación vuelvan a retornar a la cultura de la producción. Y eso se va a lograr con educación y cultura. Lo que está proponiendo el gobierno actual es un cambio cultural, de responsabilidad. Y no me voy a cansar de repetir esa palabra: “responsabilidad”. Y la responsabilidad de algunas personas es muy pequeña, pero a otros les cabe una responsabilidad excesivamente grande. Y hay quienes se están haciendo los pícaros y no la asumen…

¿Y en dónde o en qué radica la esperanza en que esa situación va a ir mejorando y cambiando?

–Nuestra esperanza está en la juventud del país. En ella y en los chicos que están en la escuela primaria y en la mitad de la secundaria. Ahí hay una revolución educativa sin precedentes que los va a posicionar de manera distinta para la generación que le sigue, desde el punto de vista laboral… En este momento, en Argentina hay un gobierno que está haciendo políticas que no va a disfrutar electoralmente, pero ve que alguien las tiene que hacer. Esto es como la fiesta. Siempre la ponemos como ejemplo: ¡La fiesta estuvo buenísima, duró una década larga! Pero ¿quién la va a pagar? Ahora llegaron los tíos y cuñados que tienen que hacerse cargo y pagar…

¿Y la gente se da cuenta de eso, del proceso que pasó y se vive hoy?

–Sí. El pueblo es completamente consciente de lo que pasaba. Lo que nos cuesta a todos es asumir, darnos cuenta de que hemos sido como engañados durante tanto tiempo, en relación a la situación de bienestar. Se da cuenta y, entonces, uno tiene que valorar que las millones de personas que trabajan a diario y cumplen con su tarea no se manifiestan. Entonces, hay mucha más gente acompañando los procesos de cambio que protestando. Algunos con cierta validez y otros, adentro del juego político. Pero hay que tener en cuenta que hay una mayoría silenciosa que todos los días “manifiesta” su opinión yendo a trabajar. Los vemos en el campo, en las guardias de los hospitales, en las fábricas, en un cuartel de bomberos, en las aulas… Ellas son millones de personas que han entendido que es posible el cambio. E insisto, en que es un cambio que no van a poder disfrutar inmediatamente, pero que por primera vez han asumido que lo tienen que hacer. En la Argentina, por primera vez en décadas, se dejó de pensar en temas coyunturales.

¿Qué quiere decir eso?

–Que la gente está asumiendo el concepto de esperanza y eso es imparable…

¿Y ese optimismo tiene que ver con los préstamos del Fondo Monetario Internacional?

–No pasa por el dinero, pero sí por lo que genera eso en términos de confianza internacional. La comunidad internacional entiende ese proceso en el que se está trabajando y nos ha dado un respaldo, no al gobierno, sino al pueblo argentino…

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