- POR FEDERICA MOGHERINI
- Alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y vicepresidenta de la Comisión Europea.
Fuerte, profunda, inalienable: no hay mejores palabras para describir la relación entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe. Lo volvimos a ver claramente una vez más los días 16 y 17 de julio, cuando los ministros de Asuntos Exteriores de los 28 países de la Unión Europea y los 33 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe -entre ellos Eladio Loizaga de Paraguay- se reunieron en Bruselas, para avanzar en la asociación entre nuestros dos continentes.
Estamos del mismo lado. Creemos que las disputas internacionales deberían abordarse solamente a través de la diplomacia y la cooperación internacional. Creemos que un mundo globalizado puede solo ser gobernado de manera conjunta, con alianzas para hacer frente a nuestros intereses comunes, desde el desarrollo sostenible hasta la acción en materia climática.
Existe una creciente demanda de buena gobernanza, mejor educación y buenos empleos para cumplir con las crecientes expectativas de nuestros pueblos. Muchas de estas preocupaciones son las mismas que los europeos también plantean a sus gobiernos. Nuestras democracias tienen el deber de oír este llamado.
Nuestras democracias también enfrentan desafíos similares en nuestros dos continentes. América Latina y el Caribe constituyen la única parte del mundo donde las desigualdades han disminuido de manera constante desde el comienzo de este siglo, pero sigue siendo la región más desigual del mundo.
La cooperación entre nuestros continentes tiene un enorme potencial para abordar estas dificultades: por ejemplo, estamos lanzando una Facilidad Europea para apoyar el desarrollo en transición en América Latina y el Caribe, ir más allá de la vieja mentalidad de donante-receptor hacia una asociación entre iguales, en cooperación con la OECD y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe. Una asociación más fuerte puede ayudarnos a proteger los intereses de nuestros ciudadanos, crear nuevas oportunidades para el crecimiento económico y humano, y avanzar en un orden mundial más cooperativo.
La Unión Europea es el principal inversor extranjero en América Latina y el Caribe, y representa un tercio de la inversión total en la región. Se ha aumentado en 400 millones de euros el compromiso del Banco Europeo de Inversiones en América Latina.
Estamos finalizando un acuerdo ambicioso con Mercosur y modernizando nuestros acuerdos comerciales y políticos con México y Chile: queremos expandir sus beneficios a un mayor número de personas, y particularmente a pequeñas y medianas empresas, pero también a cooperar más en proyectos de energía e infraestructura, en cultura y sectores creativos, en investigación y educación, incluyendo nuestro programa Erasmus +.
Nuestra asociación también busca la paz y la seguridad. En los últimos años, la Unión Europea ha acompañado el proceso de paz en Colombia y el diálogo de negociación para encontrar soluciones políticas a la crisis de Nicaragua y Venezuela. Ahora estamos movilizando un nuevo conjunto de medidas para apoyar a los refugiados venezolanos en toda la región. Cuando el huracán Irma azotó el Caribe, inmediatamente enviamos apoyo -desde ayuda humanitaria hasta imágenes satelitales- para ayudar a los equipos de rescate.
Por experiencia sabemos que la integración regional es un poderoso motor para el crecimiento, la paz y la seguridad. Consideramos por ello que la cooperación en América Latina y el Caribe es de vital importancia. Es necesario crear nuevos puentes entre la Unión Europea y los proyectos de cooperación regional como el Mercosur o la Alianza del Pacífico.
En un mundo donde el multilateralismo y la cooperación internacional están bajo presión, estamos demostrando el valor de la asociación -dentro y entre nuestros continentes. Es una asociación para el empleo y la justicia social, para las democracias inclusivas y los derechos humanos, para la paz y la seguridad.