• POR AUGUSTODOS  SANTOS
  • Analista

Es mentira que el sudor de Nixon y su debacle en el debate fuera el factor del triunfo de John F. Kennedy. En realidad la vic­toria tuvo relación con una convergencia de factores cuya maduración conducían inexorablemente al liderazgo del encantador líder católico en la Casa Blanca. El marke­ting político que se instaló en la región –para quedarse– a partir del nuevo milenio trató varias veces de endio­sar el procedimiento cono­cido como debate presiden­cial, atribuyéndole resultados que son difíciles de probar y consecuencias difíciles de adjudicarle en exclusividad.

Un debate puede ser determi­nante en una sociedad culta, pero aun así, sus resultados forman parte del todo de una campaña. En nuestro país esto es aún más difícil por­que sabemos que hasta hoy el principal factor de inciden­cia en materia electoral es –lamentable decirlo– el clien­telismo político en todas sus formas. De todas formas es un momento único que los ciudadanos aguardan para conocer un poco más cómo se comportan sus líderes en condiciones de presión. Dicho esto, analicemos lo ocurrido en el Banco Cen­tral y tratemos de entender por qué muchos se aburrie­ron con el evento.

SEXO SIN ORGASMO

Fue muy curiosa la opción de los organizadores al organi­zar un debate sin debate. Por momentos era mucho más parecido a un "concurso del saber" que a un debate. Este fue un problema concep­tual muy serio que marcó el derrumbe de la tensión del evento. La primera acep ción del Diccionario de la Real Academia Española para DEBATIR, es: Dicho de dos o más personas: Discutir un tema con opiniones dife­rentes. Un debate, por tanto, existe si existen dos personas que discuten sobre un tema, tal como pasa en los debates presidenciales de los Estados Unidos. Plantear un "debate" sin debate es como plan­tear un ejercicio sexual sin orgasmo. Un sinsentido, por­que lo uno (reunir a dos líde­res) conduce a lo otro (debatir sus ideas).

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En rigor, lo acontecido en la noche del domingo fue un panel de consulta sobre las ideas de los candidatos sobre diversos temas. Bien podía haberse hecho en dos noches distintas con cada uno de ellos.

ESFUERZO DESPERDICIADO

En rigor fue un esfuerzo desperdiciado, porque –por cierto– a pesar de la notable carencia de algunos temas (que comentamos más abajo) el temario era interesante y daba para que ambos conte­nedores electorales se lucie­ran debatiendo sus ideas sin intermediarios.

Desde el momento en que el procedimiento se planteó como pretendiendo aislar a los candidatos de cualquier roce "personal" el todo se con­virtió en un hecho inocuo e insulso.

CIERTO TUFO A OMISIONES PAUTADAS

El analista José María "Pepe" Costa, ducho en las artes del periodismo político, fue lapi­dario. Dijo que el debate fue "una estafa al público". Costa no exageraba. La impresión que dejó el debate es que los candidatos presionaron para "desaparecer" temas que parecían "cantados" que iban a provocar "ronchas", como por ejemplo: el matrimonio gay, el aborto, las leyes sobre diversidad, el Estado laico, etc. Peor aun, el debate pasó olímpicamente por encima de un tema fundamental: las relaciones internaciona­les, arrinconándonos en el concepto aldeano de un país desinteresado en el sistema regional y mundial.

Probablemente todo esto ocu­rrió porque la Organización no quiso soportar un NO a la participación de los postulan­tes y fueron cediendo temas al silencio.

El organizador del debate Raúl Ayala Diarte, un respe­table profesional del mundo de la economía, en tren de justificar la depresión del evento, manifestó una frase de antología que de por sí ya explica que la ausencia de conceptos ha sido el meollo, dijo –"qué debate presidencial en el mundo es divertido". En general, los mejores debates del mundo han sido tremen­damente divertidos, lo cual no le ha quitado seriedad o inci­dencia. Nadie cuenta chistes en un debate, es cierto, pero la diversión es fruto de la fuerte controversia que se debe dar entre líderes confrontados.

EL VUELO BARROCO DE LOS MODERADORES

Nadie comprendió muy bien las razones del vuelo barroco de muchas preguntas. Era una especie de ostentación lírica de algunos moderado­res que demoraban minutos en preguntar algo tan sen­cillo como: ¿qué hará para cambiar el problema de la contaminación en el Acuí­fero Guaraní? Conociendo la experiencia de los mis­mos, cuesta entenderlos. Ellos saben cómo funciona la comunicación.

LA CRUEL CARICATURA DE LAS REDES

Una diminuta banderita de lata colocada al revés en el saco de Efraín tumbó su empatía con los televidentes y fue el bocado de cardenal para los implacables opera­dores de las redes sociales que –a partir de ese solo hecho– empezaron a caricaturizar el evento. Un profundo men­saje sobre que la imagen no perdona. Un pequeño detalle puede ser tan voraz como un cocodrilo en celos.

QUIÉN GANÓ Y QUIÉN PERDIÓ

Si bien el candidato no hizo esfuerzo importante para lograrlo, la campaña de Marito salió ganando, por­que un "debate" conserva­dor, sin electricidad, sin choques, era un gran nego­cio para los que –según las encuestas– detectan la ven­taja electoral.

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